27 de noviembre de 2014
Por Darío Méndez (Bajista de The Nylons, referente de La Cámpora Tandil) El show que me voló la cabeza fue el de los Ramones en la cancha de Vélez, el 14 de mayo de 1994. Era la primera vez que iba a un recital grande y nada menos que a ver la banda que más me gustaba y me sigue gustando. Venían a presentar el disco Acid Eaters, me acuerdo que sonaba la propaganda en la Rock And Pop. Compartían cartel con Motorhead, Attaque 77, 2 Minutos y Mal Momento. Para cuando terminamos el pogo de las tres primeras bandas ya estaba desahuciado. Como impacto, ese show me generó mucho, imaginate: alrededor de 50 mil personas, con 15 años poniéndome de puntas de píe para poder ver. Ahí empecé a tomar dimensión no solo de lo que es el rock para escucharlo, si no también la cuestión visual, lo que genera, la movilización de la gente. Toco en una banda que hace tributo a los Ramones hace casi 20 años, sigo teniendo los mismos amigos que cuando empecé a escuchar la banda. Sigo disfrutando su música hoy en día. Los Ramones formaban parte de un movimiento, el punk, que tiene mucho de buscar música, investigarla, buscar las fuentes, de donde salieron, de que se nutrieron. También hacían versiones de otras bandas, eso te llevaba a escuchar otras cosas. Lo que más rescato del movimiento es que no es una cuestión cerrada, va estudiando la música, abriendo las fronteras. Eso, al contrario de lo que se piensa, me lo dieron los Ramones.
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