25 de agosto de 2018
por
Marcelo Bettini
Aún no promedia
el mes de julio cuando la doctora Nancy Guerrero guía a un periodista de El
Diario de Tandil por la planta alta del Hospital de Niños, en el marco de un
reportaje de tapa por los diez años del centro pediátrico. Al salir de las
escaleras y doblar hacia la izquierda, antes de traspasar la primera puerta
doble que conduce a un pasillo luminoso con vista al patio verde central, la
jefa del servicio de Internación y de Consultorios Externos es abordada por una
adolescente que viene a paso ligero desde el otro extremo. Le dispara tres o
cuatro preguntas en unos segundos. Guerrero le transmite serenidad, algunas
indicaciones y le explica adonde debe dirigirse por el próximo control. La
adolescente, que se atiende en los consultorios externos, no tiene sin embargo
alguna enfermedad que motive la consulta; está embarazada.
La doctora
Guerrero explicará luego que no es infrecuente atender a una chica jovencita y
también a su descendencia, a veces en simultáneo.
El embarazo
adolescente, precoz o infantojuvenil es aquel que se produce en una mujer entre
la pubertad -comienzo de la edad fértil- y el final de la adolescencia. La
Organización Mundial de la Salud (OMS) establece el período entre los 10 y los
19 años.? La mayoría de los embarazos en adolescentes son no deseados, aunque
en estos tiempos de mayor precisión en el uso del lenguaje se tiende a
reemplazar esa forma por la de "embarazo adolescente no planificado".
¿ES UN PROBLEMA??
Hay cierto debate
en cuanto a ese punto, sobre todo porque no tiene las mismas implicancias un
embarazo a los 12 años que a los 15 o a los 19. Asimismo, la mayoría de las
adolescentes deciden no interrumpir sus embarazos y llevarlos a término. No
obstante, la OMS considera el embarazo adolescente un problema y por ello
alienta a retrasar la maternidad y el matrimonio para evitar los altos índices
de mortalidad materna y mortalidad de recién nacidos, así como otras
complicaciones sanitarias asociadas al embarazo en jóvenes adolescentes. La
organización estimaba hace menos de una década que 16 millones de adolescentes,
con edades comprendidas entre los 15 y 19 años, daban a luz cada año. El 95 %
de esos nacimientos se producen en países en desarrollo. El embarazo
adolescente representa el 11 % de los nacimientos en todo el orbe.
El Fondo de
Población de Naciones Unidas para Argentina (UNFPA) informa que Latinoamérica y
el Caribe es la segunda región mundial con mayor proporción de nacimientos de
madres adolescentes. Puntualmente en nuestro país hay 700 mil nacimientos por
año y el 16% proviene de madres adolescentes de entre 15 y 19 años (en algunas
provincias equivale al 25%) y más de 3000 son de niñas de 10 a 13 años. También
consta en el informe que el 69% de esas mujeres adolescentes no planearon el embarazo
que llevan adelante.
El embarazo adolescente no siempre equivale a
mayores riesgos. De hecho, entre los 15 y 19 se la considera como una
embarazada adulta. Las complicaciones se pueden dar por debajo de los 15 años,
tanto para la madre como para el bebé.
En Tandil el
número de nacimientos de madres adolescentes se había disparado hacia la parte
superior de la estadística, aunque los números de 2017 trajeron alivio. Bajó
del muy elevado 24 por ciento a un más que aceptable 16,6%. En este sentido, se
entiende que una menor tasa de embarazo adolescente alude a una desigualdad
social menor.
La doctora Rosana
Fullone está al frente de la Unidad de Ginecología Infantojuvenil que funciona
en el Hospital Ramón Santamarina. Al consultorio de embarazo adolescente las
pacientes ingresan a través de servicio social, derivadas por las trabajadoras
sociales, que son quienes las reciben y coordinan los turnos. Si las menores
viven lejos del área urbana y hay un centro de salud cercano las derivan allí,"
porque la idea es que se sientan contenidas en el espacio donde viven", apunta
la especialista en ginecología y obstetricia. A pesar de esta disposición, la mayoría
de las pacientes del radio urbano son atendidas en su consultorio.
Como la población
objetiva son mujeres entre 10 y 19 años la atención es interdisciplinaria e
incluye licenciadas en trabajo social y pediatras.
"Estamos contentos en el Sistema Integrado de
Salud Pública, veníamos con una estadística de embarazo adolescente que
considerábamos muy alta, alrededor del 24 por ciento, mientras que en 2017
logramos bajarlo a 16,6 %. La idea es que la embarazada adolescente lo haya
planificado, por eso tratamos de evitar el embarazo adolescente no
planificado", señala Fullone, y reconoce que no siempre se logra: "Hay chicas
de 19 años que son madres por segunda vez".
Aunque en Tandil
se han dado casos muy llamativos, como el de una madre de 13 años, la mayoría
está entre 15 y 19. Por lo general deciden continuar el embarazo y tener su
bebé. A veces hay un patrón de comportamiento cultural, porque sus mamás
también las tuvieron durante la adolescencia y repiten la historia. "Es un
placer acompañar un embarazo adolescente, no saben qué les va a pasar porque es
todo nuevo pero no le tienen miedo a nada. Hay muchos papás que se hacen cargo
y son parejas presentes", confía Fullone.
Claro que el
embarazo en padres muy jóvenes trae consecuencias. Las chicas suelden dejar la
escuela y también sus parejas cuando deben salir a trabajar para sostener los
gastos familiares y del bebé.
En cuanto a las
características de los embarazos infantojuveniles, por regla general se los
asocia a chicas que no están escolarizadas y de nivel socioeconómico más bajo.
La mayor parte de las embarazadas adolescentes que se atienden en el marco del
sistema público local no tienen cobertura de obra social.
Mientras Fullone
indica que la mayoría de las chicas deciden continuar con su embarazo, desde el
consultorio de la Consejería de Salud Sexual y Reproductiva aseguran que la
mayor concentración de abortos se da en el colectivo de mujeres de entre 15 y
22 años. Según información oficial del Sistema Integrado de Salud Pública,
entre enero de 2016 y octubre de 2017 se realizaron 115 consultas, de las
cuales 65 resultaron en abortos (ILE - Interrupción Legal del Embarazo).
En este sentido persiste
un contrapunto entre quienes apoyan la iniciativa estatal del sistema de salud
y quienes están en contra. La base de las diferencias radica en la
interpretación del artículo 86 del Código Penal en vigencia, que establece la
legalidad del aborto en tres supuestos: cuando corre riesgo la salud de la
mujer, o cuando corre riesgo la vida de la mujer o en un caso de violación. La
postura de la consejería en Tandil es interpretar la salud de la mujer como un
objeto de bienestar biopsicosocial, mucho más amplio que el análisis del riesgo
de salud entendido por riesgo de salud grave y concreto.
Las estadísticas
mencionadas confirman esta posición: cinco fueron por violación, seis por
riesgo de vida y las restantes 54 intervenciones obedecieron a esa cuestión de
salud biopsicosocial.
MEJORES NÚMEROS
La baja de 7,4
puntos en embarazos juveniles en Tandil representa una mejora de casi 30 por
ciento y obedece a la producción y aplicación de un número creciente de
protocolos dentro de salud y anticoncepción. "Hay una nueva tendencia a
utilizar anticonceptivos de larga duración en adolescentes. Antes se les daba
pastillas o inyecciones y hasta ahí llegábamos. Además, hace muchos años se
desaconsejaba el DIU (dispositivo intrauterino) en adolescentes porque se decía
que podía provocar infecciones o que luego no podrían tener hijos. Hoy sabemos
que es un método excelente que puede usarse de cinco a diez años, lo que nos da
un lapso con buena cobertura anticonceptiva de pacientes adolescentes".
Con el DIU
convive otro método que se instauró hace tres años en Tandil. Se trata del
implante subdérmico, que en la jerga de las adolescentes se conoce como "chip".
El dispositivo tiene el tamaño aproximado de un fósforo y se coloca bajo la
piel de un brazo. Libera una hormona durante tres años y evita que la mujer
quede embarazada. Así la paciente se desentiende de cuidados durante se
período.
Claro que estos
métodos no son una barrera para las Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS).
"Siempre decimos que el cuidado es de dos. La mujer elige del abanico de
posibilidades que existe pero su método siempre debe ir acompañado por el uso
de preservativos porque solo así se previenen enfermedades de transmisión
sexual".
Y contra los
pronósticos más razonables hay un resurgimiento de estas enfermedades. "Hay un
montón de casos, no solo en adolescentes sino también en adultos", advierte la
médica. Al igual que sus colegas les explica a las adolescentes "que no deben
tener relaciones sexuales si el varón no se quiere poner el preservativo, deben
cuidar su cuerpo, quererse y saber decir que no, pero hay una cuestión cultural
que va en el sentido opuesto".
Se refiere a una
resistencia muy fuerte por parte de los varones en cuanto a la utilización de
preservativos de látex, muchos de ellos preocupados por un embarazo no
planificado más no por la posibilidad de contraer una ETS, incluido el siempre
gravísimo Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH-SIDA).
Muchas mujeres
jóvenes consienten tener relaciones aún cuando su pareja se niega a utilizar
profilácticos. Esto hablando de relaciones consentidas; otro es el tema cuando
existe violencia de por medio en el marco de un abuso.
Pero Fullone
aclara que embarazos no planificados y enfermedades de transmisión sexual
también se producen cuando la mujer presenta una disminución de su voluntad o
de conciencia, sin que necesariamente haya un ejercicio de violencia por parte
del varón. Estos casos se dan por excesivo consumo de alcohol, algo muy común
en adolescentes de ambos géneros.
"No necesariamente una mujer es vulnerable cuando
ejercen violencia sobre ella, también hay que tener en cuenta que a veces están
alcoholizadas y no están en condiciones de exigir el uso de preservativos".
SABER Y NO QUERER
De las
entrevistas con Fullone y sus colegas y de datos oficiales se desprende que los
jóvenes conocen métodos de protección pero no los utilizan, aún cuando están a
su alcance. Se muestran particularmente interesados por el embarazo, pero no
por ETS. Por eso cuando una adolescente utiliza un método anticonceptivo, la
mayoría de sus parejas eligen no usar preservativo.
"Cuando hacemos
las entrevistas para completar la planilla nos dicen que conocen los métodos,
pero no los utilizan o los usan mal. No es tanto el desconocimiento del
preservativo sino una acción deliberada de no usarlo", reflexiona la
ginecóloga.
Trabajar con
pacientes tan centrados en prevenir un embarazo pero sin interés aparente por
otras consecuencias de relaciones sexuales no cuidadas es un desafío. "Nosotros
damos el anticonceptivo a la mujer y también preservativos, ambas cosas, y le
decimos que al método que ella eligió hay que agregarle el del varón. No es
necesario que vengan al hospital, los métodos de protección también están
disponibles en los centros de salud. Desde el Sistema Integrado de Salud
Pública ponemos mucho énfasis en el uso de preservativo, pero es un tema
cultural. A los varones es difícil convencerlo de que usen preservativo".
Quizá también
atenta contra el uso de preservativo, como una especie de daño colateral, la
amplia disponibilidad de la pastilla del día después, que se encuentra a
disposición en los centros de salud y en las farmacias de la ciudad.
El conocimiento
sobre este método de anticoncepción de emergencia también ha cambiado -explica
la profesional-, antes se daba por sentado que su utilización no podía exceder
las dos veces al año, mientras que hoy la anticoncepción en adolescentes es
considerada una urgencia, "por lo que si una paciente viene y solicita la
píldora del día después no se la podemos negar".
La OMS le asigna
efectividad comprobada hasta cinco días después, aunque desde el sistema de
salud recomiendan tomarla lo antes posible luego de una relación no cuidada.
"Tiene que ser lo más inmediato, por eso le llamamos anticoncepción de
emergencia", asegura Fullone y agrega que la píldora del día después no tiene
contraindicación. Por otra parte, si bien es importante que los adolescentes
conozcan que existe, "a veces recurren a esto como anticonceptivo habitual y
nosotros tratamos de que no sea así".
BARRIO DE JÓVENES
La cuestión del
embarazo adolescente cobra mayor importancia en conglomerados urbanos como el
barrio La Movediza, con una elevada población joven.
Bien lo saben el
doctor Mauricio Rojas y la licenciada en Trabajo Social Vanesa López Fusaro,
del centro de salud comunitaria que atiende la demanda de esa barriada.
"La Movediza tiene unos 9 mil habitantes y el promedio de edad es de 15
años. La mayoría de nuestros pacientes tiene entre 14 y 28 años", explican
los profesionales. "Acá hay pocas consultas por hipertensión o problemas
de la población adulta, la mayoría de nuestras intervenciones están orientadas
a pacientes de esa franja etaria y las cuestiones relacionadas con la
sexualidad y el embarazo están en primer orden", comenta el médico.
Enseguida impone
un tema en la charla: "Hay que trabajar menos en la enfermedad y más en la
salud. Yo no quiero disminuir enfermedades sino aumentar el nivel de salud,
puede parecer lo mismo pero no lo es". El enfoque no es exclusivo de Rojas
y su equipo y tampoco lo son los inconvenientes que se le presentan para
implementar esa nueva tendencia. En principio porque "eso no se puede
hacer desde el consultorio, que es la instancia para medicar; ojo, no renegamos
de la atención de las enfermedades y la medicación, eso es necesario pero
también queremos salir e informar sobre salud, porque lo mejor es no
enfermarse".
La información
para no enfermarse es, precisamente, lo que podría revertir la reaparición con
inusitada fuerza de las enfermedades de transmisión sexual. Los profesionales
reconocen que, en ese punto, "estamos frente a un gran problema y en los
adolescentes hay una falta de información enorme".
Ambos se dijeron
sorprendidos de que en encuentros con estudiantes donde se aborda el tema de la
salud sexual y reproductiva surgen preguntas sobre cuestiones que uno presupone
que están sabidas. "No está instalado en todo el sistema educativo el
programa de información. Nos llama mucho la atención la falta de información y,
en ciertos casos, que haya información pero no esté bien transmitida".
Reconocen con
cierta frustración que "venimos buscándole la vuelta desde hace dos años
más o menos a la idea de trabajar sobre la salud, no sobre la enfermedad, pero
estamos invadidos por la demanda y eso nos complica". Por eso crearon los
"martes comunitarios", un día específico cada semana para trabajar
estos temas.
LA RESISTENCIA AL PRESERVATIVO
López Fusaro y
Rojas, al igual que cada fuente consultada para este reportaje, aseguran que
para prevenir las ETS lo único que sirve es el preservativo. También sirve la
información. "Pero ojo con la información que nos llega porque si, por
ejemplo, buscamos en Google o le preguntamos a un amigo, hay una chance muy grande
de que obtengamos respuestas incorrectas, creencias falsas, mitos.
En este sentido
la trabajadora social recuerda: "Hace tiempo nos pasó que hicimos trabajo
de campo y fuimos a encuestar casa por casa junto a una psicóloga y nos
sorprendimos porque muchas mujeres nos respondían que no usaban preservativos
porque ya tenían el implante. Hay que ver por qué esas mujeres no tenían
conocimiento en el sentido de que el implante es para el embarazo, pero no
sirve para evitar las enfermedades de transmisión sexual".
Un error
conceptual es suponer que las personas están cubiertas porque el sistema de
salud entrega de forma gratuita los anticonceptivos y los preservativos. "Primero tenés que preguntarte si las
personas efectivamente concurren al centro de salud. Bueno, resulta que solo
algunos van. De los que van, solo algunos piden preservativo. Y resulta que
cuando los encuestamos sobre cuál creen que es la calidad de esos
preservativos, la mayoría nos responde que son de una calidad inferior a los
que se venden. En síntesis, por estas y otras razonas, el preservativo no se
usa", razona el médico comunitario.
Vanesa acota:
"El preservativo aún es cosa de hombres. Eso está instalado y hay que
trabajar para cambiarlo, las mujeres también tienen que tener preservativos a
mano y obligar al hombre a usarlos".
Al igual que
esbozó la doctora Fullone, los profesionales de La Movediza advierten que
"el consumo de drogas o alcohol también influye en el embarazo adolescente
y en la proliferación de las ETS porque, cuando estás bajo el efecto de estos
estímulos tenés menos posibilidades de cuidarte".
Las consecuencias
se dejan ver. Rojas explica que atiende casos de sífilis, una enfermedad que
estaba prácticamente erradicada, a tal punto que durante su carrera casi no pudo
estudiarla sobre casos concretos. Y es una enfermedad que hace estragos porque
tiene una etapa silente. "En el hombre se puede detectar más fácil porque
las lesiones son visibles en el pene o en la boca; en el caso de las mujeres,
al estar dentro de la vagina, puede demorar más la detección y si no se
consulta al médico la enfermedad continúa y las consecuencias son graves.
También se transmite verticalmente hacia el bebé. Por eso es importante no
hablar de sífilis sino sobre cómo prevenir las enfermedades de transmisión
sexual".
En cuanto a los
datos estadísticos por sexo no son fiables. La información está fuertemente
sesgada por un hecho cultural: el varón no consulta. Dice López Fusaro:
"La mayoría de consultas y controles, o el acompañamiento a los niños, lo
hacen las mujeres. Socialmente es así. Ellas son quienes se hacen cargo del
anticonceptivo, de los controles durante el embarazo; en el caso de embarazos
no planificados también viene la chica sola, cuando es obvio que, si fue una
equivocación, fue de los dos. Yo trato de incentivar para que vengan los dos y
se hagan cargo los dos".
Rojas acota, con
relación a las ETS: "Con cada caso que detectamos le indicamos a la
persona que debe venir su pareja para que el tratamiento sea completo y
efectivo, y muchas veces los varones no aparecen. La sífilis se cura muy
fácilmente, ese no es el problema. La resolución de estos temas está en otro
lado que no tiene que ver con la medicina ni con avances científicos".
El médico
aprovecha para quitarle hierro a la creencia de que hay más embarazo
adolescente no planificado o ETS entre jóvenes porque la edad del despertar
sexual se adelantó. "No tengo datos concretos de que los chicos se inicien
sexualmente antes. Es una idea colectiva que no está probada. La sexualidad
incluye otras cosas, además del sexo. Si esos chicos saben cuidarse,
respetarse, saber qué cosas les causan placer, aprenden a decir que no cuando
no tienen ganas de hacer algo. Muchas mujeres nos dicen que en el inicio de las
relaciones sexuales el varón no quiere usar el preservativo y si ellas no
acceden el varón se les va, no las quiere más? eso sucede muchas veces. Eso no
se informa. Se dice que hay que usar preservativo, pero por ahí los chicos los
tienen y no los usan. Hace falta un programa completo, no es solamente un
folleto o algo de información suelta. Hay que poner en marcha un programa
sostenido", reflexiona.
Y como en la
familia estos temas nunca se hablan hay que generar los espacios para que los
chicos puedan recibir la información. Por eso apuntan que es insustituible la
escuela como ámbito para la educación en salud sexual y reproductiva. "Los
chicos están ahí. Ese es el potencial de esa institución".
La licenciada
López Fusaro recomienda: "Los adultos tenemos que hacernos responsables de
este tema, hablarlo de una manera natural, concreta, que los chicos nos
entiendan y que la información circule. En el supuesto de que tuvieron una
relación sexual es frecuente que piensen que tomando la píldora del día después
se soluciona, pero tenemos que convencerlos de que tienen otras herramientas,
como hacerse un análisis para verificar que no hayan contraído una ETS. El
embarazo no planificado no es lo único que debería preocuparlos. En las charlas
que hemos tenido está instalado como lo más riesgoso. Las madres que traen a
sus hijas al primer control ginecológico suelen estar muy preocupadas por el
método anticonceptivo pero no por las enfermedades de transmisión sexual".
Dice la coordinadora de Educación en Derechos
Humanos de Amnistía Internacional, Lucila Galkin Sutton: "La situación del
embarazo adolescente en Argentina es uno de los principales temas a tratar, al
igual que en el resto de Latinoamérica. Hay altas tasas de embarazo adolescente
y, sobre todo, embarazo adolescente no planificado. En Argentina 298
adolescentes son madres por día, que es un número altísimo y sobre todo,
también es alto el índice de repitencia de estos embarazos, dada la falta de
políticas públicas para hacer frente a estas cuestiones".
Con respecto a la
píldora del día después, el Dr. Rojas explica que "se entrega de manera
gratuita en los centros de salud, en el hospital y no necesariamente debe ser
entregada por un médico; los niños la pueden pedir a partir de los 13 años; no
es abortiva, lo que hace es complicarle la vida al espermatozoide para que no
se concrete el embrión". Además recomienda, en el caso de que haya habido
una relación no cuidada y se desee prevenir un embarazo, tomarla lo antes
posible. "Se debería llamar la pastilla de la hora después, no del día
después", agrega.
Convencidos de
que está puesta la preocupación más en el embarazo que en las graves
consecuencias de las ETS, los profesionales explican que la desigualdad social
es generadora de estas cuestiones. "Me preocupa que los chicos no tengan
información adecuada. Si la chica está embarazada que sea porque quiere, no
porque nunca le llegó la información que necesitaba. En lo posible, con
programas que comiencen a abordar la sexualidad en el jardín de infantes para
ir desarrollando el programa a lo largo de todo el recorrido educativo",
coinciden Rojas y López Fusaro.
En esa línea
prescriben a los demás adultos: "No hay que entrometerse ni ser
paternalistas, hay que empoderar con información. Lo demás, es una
hipocresía".
En cuanto al
punto en que se encuentra Tandil en este tema, juzgan positivo que el sistema
público haya logrado garantizar el recurso. Es decir, "que esté el
profesional en los centros de salud, la pastilla anticonceptiva y el
preservativo".
Lo que aún no se
logró es "salir de la cueva, eso nos está faltando, ir hacia la gente a
informar y promocionar la salud, qué es lo saludable para cada grupo, barrio o
grupo etario. Tenemos que destinar más tiempo a lo comunitario, un centro de
salud no es una sala de emergencia, nosotros trabajamos nueve horas por día y
no tenemos que estar todo ese tiempo atendiendo enfermedades, tenemos que
obligarnos a promocionar la salud".
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