11 de agosto de 2025
Tras ser despedido como coordinador de las divisiones inferiores en Santamarina, Martín Michel denunció deudas de sueldo, cuestionó la falta de planificación de la dirigencia y advirtió que el club atraviesa un contexto "insostenible" que hace imposible sostener la plaza en el Federal A.
Martín Michel, histórico ídolo aurinegro y
hasta la semana pasada coordinador de las divisiones inferiores de Santamarina,
atraviesa un momento personal y profesional que describe sin rodeos: "Bien no
la estoy pasando. Ahora estoy más tranqui, pero de jueves a sábado la pasé
bastante mal. Tengo ganas y fuerzas, con mi familia, de salir de este momento".
Su salida del cargo, anunciada por el club con
un breve comunicado en redes sociales, fue presentada oficialmente como "una
charla cordial" que derivó en su desvinculación. Pero Michel sostiene otra
versión. Afirma que en la reunión con el presidente de la institución le
comunicaron que "no podían solventar los gastos" y que querían dar por
finalizado el vínculo. "Yo entiendo la situación, en la reunión del jueves les
dije que no hay problema, pero que me paguen lo que me deben, lleguemos a un
acuerdo por todos los meses de contrato que me quedan y me voy. Después llegué
a mi casa y vi la captura de lo que dijo el club, que no era para nada lo que
habíamos hablado. Me sentí demasiado expuesto", dijo al aire de Radio Voz (FM
106.9).
El exdelantero asegura que, además de la rescisión
unilateral, hay deudas salariales acumuladas: "Me deben varios meses de
salarios, aguinaldo, cargas y aportes sociales. Las condiciones que vivimos
este año son totalmente insostenibles para la vida cotidiana de una familia: no
tener plata para pagar el alquiler o los servicios. No es solo de los cuatro
meses que venimos reclamando, fue desde enero".
Michel explica que asumió el cargo con una
visión a largo plazo: "Mi idea era hacer un club serio, tener las mejores
categorías formativas de la ciudad, empezar a generar lo que un club necesita
para poder vivir: formar jugadores para poder considerar ventas o préstamos.
Como le dije a los dirigentes en su momento, eso lleva mínimo tres años. No
solo necesitás la calidad de los jugadores, también un buen campo de juego,
indumentaria, materiales deportivos, psicólogos, nutricionistas, miles de
cosas".
En apenas ocho meses, cuenta, lograron
revertir una situación crítica en las divisiones juveniles: "El año pasado la
sexta y otras categorías no completaban 18 jugadores y este año hay 30 por
categoría. Es difícil trabajar con esa cantidad, pero nos bajaban la orden de
sumar jugadores para tener un ingreso más grande de cuota. Nosotros como
empleados teníamos que acatar".
Más allá de su caso personal, Michel remarca
que habló públicamente para respaldar a otros trabajadores del club: "Gracias a
lo que logré como futbolista, tengo más espalda que el resto de los empleados
del predio. Por eso tenía que salir a hablar para defenderlos. Todos los
jugadores del Federal me dieron su apoyo pero me dijeron que no pueden salir a
hablar porque tienen miedo que después no les paguen. Esto es tierra de nadie y
te parte el alma. Si yo no salía a hablar el viernes, sigue todo igual y nadie
se entera de cuánto le deben a otros empleados".
Su diagnóstico institucional es lapidario: "En
este contexto actual, por la economía del club, es imposible seguir en el
Federal A. Cuando no tenés un plan, no podés afrontar nada". Y denuncia que
"quieren tapar otros problemas con mi apellido, desviar la atención, desvirtuar
todo y reventarme a mí".
Michel asegura que el presupuesto del club
para 16 profesores de inferiores es de 3.600.000 pesos, y que estuvieron dos
meses sin cobrar. "Ahora están al día por una movida que hicieron los padres.
Además, el predio está destrozado", subraya.
Hoy, alejado oficialmente del cargo, toma
distancia también del fútbol profesional: "No voy a seguir en el fútbol, es una
decisión no tomada. Voy a seguir jugando solo de manera amateur, pero no quiero
saber más nada con el fútbol ni con Santamarina, aunque amo al club porque me
dio todo. Mis hijos y mi señora no me van a ver más llorando, mendigando que me
paguen. Para eso, me compro un auto cuando pueda y salgo de remisero".
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