27 de noviembre de 2017
Al costo de hoy, esa obra que costaría $300 millones se
hubiera facturado por $600 millones y -si Tandil hubiera aceptado- los
funcionarios del Ministerio de Planificación y del Municipio se repartirían
$150 millones por lado. Según testimonios de funcionarios de ciudades vecinas,
esa mecánica se repitió en otros municipios a través del hoy detenido José
López y de Carlos Santiago Kirchner, primo del ex presidente.
"Puede ser que
algunos, cuando me apoyaron, pensaron que yo iba a ser como decían algunos
comentaristas, un presidente 'Chirolita'. Pero se equivocaron, porque vine a
ser un presidente en serio, con decisión".
Era el domingo 21 de agosto de 2005 pasado mediodía y Néstor
Carlos Kirchner le hablaba a la militancia en el Club Independiente. En poco
tiempo el nuevo presidente debería sortear sus primeras elecciones de medio
término y la táctica de seducción transversal estaba en su apogeo.
El primer mandatario elegido por el 22 por ciento de los
sufragios intentaba aumentar su base de sustentación. Quería romper con éxito
su acuerdo con un duhaldismo que lo había ayudado a trepar a lo más alto del
poder. Al caudillo bonaerense y al patagónico no los unía el amor sino el
espanto; enfrente estaba Carlos Saúl Menem en su última carrera hacia la Casa
Rosada.
En aquella primera visita de Kirchner a Tandil el intendente
Miguel Lunghi le presentó el proyecto completo de las cloacas para la zona
norte. Pero además de esa obra importante para Villa Aguirre, la ocasión sirvió
para que el Ministerio de Planificación metiera su Caballo de Troya, el plan
sistemático de recaudación de fondos provenientes de retornos por la obra
pública.
No fue directamente a través del ahora detenido Julio De
Vido -quien estuvo en aquel acto de 2005- sino de su segundo, el mismísimo José
López, también detenido tras el episodio de los bolsos con millones de dólares
arrojados en un convento. El escándalo aún se investiga pero ya hay algunas
cuestiones en claro.
Una de ellas es que el Ministerio de Planificación
Federal, Inversión Pública y Servicios que dirigió el arquitecto De Vido a
través de los 12 años de gobierno del Frente para la Victoria era la ventanilla
recaudadora por donde ingresaban las comisiones de la obra pública.
La otra es que 'Lopecito', como lo conocían en el sur del
país antes de secundar a De Vido en el ministerio, era quien manejaba los hilos
del día a día. Y también hay indicios vehementes de que Carlos Santiago
Kirchner, primo del ex presidente, ocupaba un cargo bajo la dirección de López
desde el cual se consagraba a la tarea de "explicarles" a los
intendentes cómo funcionaba el sistema.
EL PRIMO DEL
PRESIDENTE
Siempre se habló de la obra de cloacas para Villa Aguirre
como un hito en la historia de la ciudad. La envergadura de los trabajos y el
impacto positivo en calidad de vida de las familias que disfrutan de ese
servicio refuerzan la idea. Pero nunca se habló de las 300 cuadras de asfalto
cuya manufactura quedó trunca al no prosperar el pedido de 'comisión' del área
responsable de autorizar la obra.
Tal vez por temor del gobierno local a que si trascendía esa
información se frenara la obra pública con fondos nacionales en esta ciudad,
los detalles de aquel proyecto malogrado se mantuvieron en estricto secreto.
Todo comenzó con un hecho de relevancia secundaria en la
vorágine de aquella visita de Kirchner; la firma entre el Poder Ejecutivo
Nacional y el Municipio de un acuerdo marco para la pavimentación de 300
cuadras.
Era una obra menor para De Vido y López, pero no para un
intendente del interior en una ciudad de 130.000 habitantes y con un asfalto
que ya en esa época asomaba como uno de los problemas graves a resolver en el
futuro inmediato.
Por ese motivo Lunghi ordenó gestionar rápidamente ante el
Ministerio de Planificación para concretar lo pactado en el convenio.
En plena gestión los funcionarios de Tandil se anoticiaron
de que había que hablar con Carlos Santiago Kirchner. El primo presidencial se
había desempeñado en el Instituto de Desarrollo Urbano y Vivienda de Santa Cruz
hasta que Néstor lo nombró al frente de un área creada a su medida en el
ministerio conducido por De Vido y más específicamente en un área bajo la
supervisión de López: la Subsecretaría de Coordinación de Obra Pública Federal.
Desde ese puesto el primo se abocaría a recaudar para la corona.
"Lunghi fue
con el convenio que decía que se iban a pavimentar 300 cuadras, contento porque
pensaba que la firma del presidente era garantía, pero ahí se enteró de que no
iba a ser un proceso rápido, que el convenio tenía que pasar primero por otras
áreas para que le dieran el visto bueno", recuerda un ex funcionario
municipal que participó de las gestiones.
No hubo más de dos encuentros en los que participó López, quien
ya en el segundo introdujo en el tema a Carlos Kirchner como la persona cuya
área se encargaba de llevar adelante el trámite y control de las obras como la
prometida para Tandil. En síntesis, el primo, coordinador de Obra Pública
Federal, era quien daba el visto final a los pliegos de licitaciones y
contratos de obra. Si levantaba el pulgar la obra iba para adelante.
En esa oficina del ministerio la comitiva de Tandil se
encontró con el primo del presidente, un abogado y un contador, todos
santacruceños.
El pediatra iba entusiasmado con el convenio por las 300
cuadras, como si fuera a canjear una orden de compra. "Pero en realidad
nos pararon en seco diciéndonos que llegar a concretar lo que decía ese papel
firmado en Tandil entre el presidente y el intendente no iba a ser fácil ni
rápido", le cuenta a este semanario el ex funcionario radical.
"Esto lo vamos a hacer de a pedacitos". Con esas
palabras le dieron a entender a un funcionario que aún trabaja para el
Municipio que los 35.000 metros lineales de asfalto no se harían la velocidad que pretendía el jefe comunal.
Le hicieron saber, además, que Carlos Santiago Kirchner
sería el hombre encargado de firmar los estados de 'no objeción', determinantes
dentro del ciclo vital de la obra porque eran los que indicaban que se podía
proceder y que el área de su superior, López, no tendría inconvenientes en
librar los pagos que correspondiera a las empresas contratistas.
Con ciertas demoras -propias de la burocracia estatal- el
primer tramo de 30 cuadras terminó concretándose. "Lunghi no estaba muy
contento, decía que el asfaltado tenía que ir más rápido de lo que progresaba
en realidad, pero como la obra era grande para la ciudad seguíamos insistiendo,
aunque fuera desgastante el proceso", explica un colaborador del jefe
comunal al recordar los primeros traspiés.
Con el diez por ciento de la obra culminada se retomaron las
gestiones para avanzar hacia las 300 cuadras. El resultado fue una promesa de
la Subsecretaría de Coordinación de
Obra Pública Federal de alcanzar otras 50 calles de asfalto.
COIMAS PARA REPARTIR
Acordaron que el gobierno local llevaría adelante la
licitación de la obra y entonces este pidió cotizaciones. "No quiero mentir porque los valores han
cambiado mucho, pero entonces las 50 cuadras nos iban a salir más o menos
$1.500.000", señala nuestra fuente y agrega: "Mandamos el presupuesto
y a los 40 minutos recibo una llamada del contador que trabajaba en el área
diciéndome que revisara el presupuesto porque era muy bajo".
Contrariado por los dichos del contador habló al respecto
con la empresa Sorsa, que había hecho el presupuesto orientativo. Le explicaron
que efectivamente era un poco más bajo que el valor de mercado porque habría
que agregarle los mayores costos que surgirían luego de dar cumplimiento a
ciertas pautas fijadas de antemano en la negociación paritaria.
Entonces, tras agregar los mayores costos surgidos de
contemplar la recomposición salarial, el precio subía a $1.700.000, $200 mil
más que el monto estimado originalmente.
"Lo llamé al contador para decirle que tenía razón, que
era un poco más alto el costo por la variable que habíamos omitido en el primer
presupuesto", señala el dirigente radical que participó de las gestiones.
La respuesta lo dejó azorado porque el monto seguía siendo
muy bajo para las expectativas del área. Sus sospechas de que algo olía mal con
aquel asunto se corroboraron con una nueva llamada telefónica, en la que le
ponían en claro las reglas de la licitación: "La empresa que gane va a licitar
con $3.500.000, va a facturar el total y cobrar $2.000.000; el millón y medio
restante lo repartimos".
"Me quedé mudo, no me lo esperaba, en un momento pensé
que me estaba grabando para ver si pisaba el palito, si le decía que aceptaba,
pero no fue así, era todo cierto, el tipo me pedía abiertamente desviar fondos
del Estado a nuestros bolsillos con sobreprecio en la obra pública. ¡Y todo por
teléfono! Es evidente que manejaban una impunidad absoluta porque no les
importaba nada, ni siquiera manejarse tan abiertamente con un gobierno de la
oposición como nosotros", confiesa un alto funcionario aún ligado a la
administración local.
Absorto por lo que escuchaba al otro lado de la línea pidió
que aguardaran una respuesta más tarde. El estupor del Secretario no estaba
relacionado con una cuestión moral ni legal sino con una mucho más práctica;
cómo negarse a formar parte de ese entramado de corrupción sin que por ese
motivo se cerraran las puertas de la obra pública nacional. Un tema incómodo
pero que obligaba a tomar una decisión pragmática. El dilema se debatió en una
reunión con el intendente y los funcionarios de la primera línea.
En una nueva comunicación ese mismo día "le transmití
al contador que le dijera a Kirchner (Carlos Santiago) y a López que nosotros
no queríamos entrar en esa variante, pero que si ellos trabajaban de esa manera
con la obra pública lo podrían arreglar directamente con la empresa".
Pero no alcanzaba con que el Municipio aceptara la obra sin
pedir explicaciones de cómo se administraba el dinero. El funcionario cuenta
que cuando les dijo que no participarían de esa forma de adjudicación pero,
llegado el caso, tampoco pondrían obstáculos, su interlocutor lo paró en seco:
'No, ustedes no están entendiendo, nosotros no tenemos que arreglar nada con la
empresa que gane la licitación, los encargados de recaudar son ustedes'.
La maniobra parece encajar en el tablero de otras que se
llevaron a cabo a través de la Coordinación de Obra Pública a cargo de Carlos
Kirchner y de José López. En su libro "La piñata", el periodista Hugo
Alconada Mon revela sobre el primo del expresidente que "al
año de llegar a Buenos Aires ya acumulaba ruidos por una licitación otorgada a
la constructora Juan Felipe Gancedo SA, que debió anularse en medio de un
escándalo: la habían contratado por $ 12 millones tras desechar ofertas por $ 8
millones. No solo eso: en Córdoba también dio el guiño para pagar $ 233.333
cada 100 metros para asfaltar 1400 cuadras cuando en el mercado se pagaba $
81.500 por cuadra".
Doce años después
de aquel último contacto con Carlos Kirchner y José López, de haberse frustrado
la obra de 300 cuadras y de que en el mismo acto quedaran clausuradas para
Tandil las puertas del Ministerio de Infraestructura, el funcionario local cree
que se está haciendo justicia con las detenciones de Lázaro Báez, Julio De Vido
y José López porque -asegura- integraban un sistema de corrupción enorme y
transversal con fondos públicos. Paradójicamente, recuerda que López "parecía
un tipo normal y hasta nos pidió una mano con un medio pariente que tenía acá
en Tandil y que andaba sin trabajo. Si. Parecía un tipo normal".
LA GENÉTICA DEL
CHOREO
Carlos Santiago Kirchner está procesado en la causa que
investiga una matriz de "corrupción en la obra pública" y el juez Julián
Ercolini le trabó embargo por $ 10.000 millones. A diferencia de otros ex
subsecretarios indagados en la causa, no obtuvo la falta de mérito. Es porque
la Justicia entiende que fue una "pieza clave" para permitir que Lázaro Báez
obtuviera 52 contratos viales por más de $46 mil millones.
Fue procesado como parte de una "asociación ilícita"
destinada a "cometer delitos" para apoderarse ilegítimamente y de forma
deliberada de los fondos asignados a la obra pública vial, en principio, en la provincia
de Santa Cruz", a favor de Lázaro Báez, el amigo y socio comercial de los
Kirchner.
Su defensa insiste: "Sólo es portador de apellido, no tuvo
nada que ver, sólo ocupó un cargo". Pero no logra por ahora desligarlo de la
estructura de expedientes y contratos que terminaron en manos del Grupo Austral
"plagadas de irregularidades", como señala el procesamiento.
Es que en la etapa de instrucción de la causa se analizó una
gran cantidad de documentación, la firma de Carlos Kirchner era reiterada:
expedientes, autorizaciones para liberar pagos, notas, y más documentos que
derrumbaron la estrategia de la defensa. "Todo pasaba por sus manos, no
era menor su puesto", replicaron varios ex funcionarios ante el Juez.
Un dato no vinculado con la causa sirve para dar una idea
del nivel de colonización del Estado en beneficio personal: la Unidad de
Investigación Financiera (UIF) investigó el patrimonio del primo de los
Kirchner, por "ocultar bienes" y por no poder explicar el incremento
de su riqueza. Es que en 2005 tenía una casa y dos autos y al dejar el gabinete
tenía cinco inmuebles, cinco vehículos y una empresa que compró propiedades por
$ 48 millones.
EL BARRIO QUE NO FUE
"Les dije que eran unos delincuentes y me trataban de loco
que me oponía por oponerme a los Kirchner, pero ahora digan que tenía razón"
vociferó el dirigente justicialista Juan Mario 'Choli' Pedersoli cuando se
encontró con algunos periodistas y les hizo saber lo que pensaba. Era 2006 y el
dirigente local ya hablaba de una banda organizada para robar los recursos del
Estado.
No ahorró calificativos Pedersoli e incluyó al primo Carlos
Santiago, cuya función parece haber sido exclusivamente ir en busca de negocios
que dejaran dividendos para sostener el proyecto Nacional y Popular.
Lo ocurrido en Tandil con las 300 cuadras de asfalto se
replicó en otras localidades del país con distinta forma. Si lo intentaron en
esta ciudad con un gobierno de otro signo político, más aún en Ayacucho, donde
por ese entonces gobernaba el justicialista Darío David.
Fue el propio Carlos Santiago Kirchner quien se acercó al
jefe comunal de la localidad vecina para proponerle la construcción de un
barrio. En ese momento, dicen que Darío David se sintió emocionado porque
"necesitábamos muchas viviendas en Ayacucho".
De acuerdo a lo que manifestó el propio ex jefe comunal,
"vos sabés lo que era poder traer un barrio en ese momento. Eran 50 casas, 50
familias con techo". Como no podía ser de otra manera, querían definir todo y
tener confirmaciones para poder anunciarlo.
Pero el ofrecimiento venía en un contrato con letra chica:
de las 50 casas sólo se construirían 30 y el dinero de las 20 restantes se lo
quedaría Carlos Santiago Kirchner.
"No puedo permitir que me haga esta propuesta, no puedo
creer que el propio primo del presidente sea quien me esté queriendo coimear,
no lo acepto", respondió David y retornó a Ayacucho masticando bronca y con las
manos vacías por no aceptar formar parte de una lógica de corrupción que
terminó institucionalizada y sistematizada.
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