Sociedad. Colegio San Ignacio y el momento más duro para una maestra de alma

Tandil, El Libro de Oro, y procuraba rastrear los comienzos de los nuevos colegios privados de finales del siglo veinte. Marta Meineri no sólo me abrió las puertas de la Institución, sino que en aquella entrevista, cuyos párrafos transcribimos líneas abajo, recreó no sólo el espíritu con que nació el Colegio sino que trazó un paradigma del alumno de la Institución. A la hora de narrar el génesis del colegio, historió: La educación siempre me apasionó y en un momento muy difícil para la escuela en general comencé a pensar en cómo ayudar desde mi lugar. Así que lo primero que hice fue preguntarle a mi hermano Félix si podíamos emprender juntos un nuevo desafío y conté con todo su apoyo. Luego compartí el proyecto con Inés Romeo, porque trabajábamos juntas en la Escuela Nº 1, y también con mi hermana Ana María, y con Graciela Aracil, a la que había pensado como directora de Jardín y así empezamos, me contó Marta Meineri al comienzo de la entrevista. El colegio debe su nombre al año en que se cumplían los 500 años de la evangelización. La profesora de historia Cristina Luchesi acercó la idea de bautizarlo con el nombre del jesuita San Ignacio de Loyola no porque fuéramos confesionales pero sí católicos, me aclaró Marta, y, como todo nombre, habrá de marcar con un signo de identidad el concepto del colegio: Cuando uno lee la vida de San Ignacio y sus ideales sobre la educación llegamos a la conclusión de que le dimos el nombre correcto, además de que San Ignacio de Loyola nos ayudó mucho en todo este tiempo, señaló. Hay que decir que el colegio abrió sus puertas con una matrícula asombrosa: 179 alumnos. Creo que ayudó mucho mi condición de maestra de alma, sugirió su fundadora. Hacia el final de la entrevista, al hablar de la educación, Marta sostuvo que los problemas los tenemos los grandes, no los chicos. Ellos hacen cosas maravillosas a partir de las nuevas tecnologías, pero sobre todo a partir de sus propios intelectos. De las muchas formas con que los compañeros, familiares y amigos de Josefina Olesen podrán recordarla, cabría evocar el último fragmento de la entrevista, cuando Marta definió el paradigma del egresado del Colegio San Ignacio de Loyola: Son chicos muy curiosos, que pueden abordar cualquier tipo de texto y que defienden mucho sus ideas. Es probable que la doble tragedia ocurrida ayer marque para siempre, como todo dolor ineluctable, un muy doloroso antes y después en la comunidad del Colegio San Ignacio. Así, creemos, lo será también para Marta, esa maestra progresista e innovadora que fundó un mundo propio y que hoy resiste la pena de la mano de tantas almas rotas por el desasosiego.

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Santamarina

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