10 de octubre de 2016
En Av. Balbín al 1100 una serie de utilitarios están en fila, cargando
frutas y verduras. Dos camiones con equipos de frío esperan que los transpallet descarguen de sus bodegas
los bultos y cajas de idéntica mercadería. Cuando descubro el cartel de Central
Tandil, me doy cuenta que son mayoristas. Marcos Muñoz, tiene 35 años, y su
padre Carlos con un anotador organiza este multicolor espectáculo.
"Empezamos
en 2007, veía que la verdura llegaba a Tandil en camiones destruidos y hasta en
antiguos colectivos. Y había observado el enorme descarte por el maltrato a la
mercadería. Mi padre me alentó. Empezamos despacio, y fui descubriendo los
nichos donde comprar. No todo es en el mismo lugar, y aquí en Tandil hay quinteros
que tienen muy buena mercadería, pero hay que conocer del tema. Aquí solo
cultivan verdura de hoja, el resto? hay que viajar a buscar".
Marcos tiene una de las 2 licencias sanitarias que SENASA otorgó en
nuestra ciudad para este rubro, y en la provincia sólo hay 7 mayoristas en
condiciones de estoquear frutas y verduras. Atiende el teléfono constantemente,
usa el handy con un chofer que está
demorado. En este galpón-oficina-local-frigorífico, se mueven más de 11 mil
bultos por mes: jaulas, cajones, cajas, bolsas. Según la mercadería es la forma
de empaque. Y la categoría AA -la de primera- siempre está más cuidada y tiene
menos descarte. La habilidad en el traslado y el manejo reduce el desperdicio
de un máximo del 12% a un elogioso 5%. En la de segunda calidad lo normal es 20%
de descarte.
¿El secreto?: "Invertir en frío y buena mano de obra". Marcos dice
que muchas noches quedan los camiones en marcha con el frío encendido hasta que
se pueda descargar y llevar a la cámara o armar el reparto inmediatamente.
NACEN Y
MUEREN
En Tandil hay 327 verdulerías como actividad principal y más de 130 como
sub rubros de otro tipo de comercio. También hay entre ocho y diez pedidos mensuales
para alta de habilitaciones y otro tanto en pedidos de baja.
Para Muñoz "es el negocio más
barato de armar. En cualquier garaje y con 15 mil pesos, unos fierros para
calzar los cajones, cuatro estantes y una balanza, ya estás en marcha. Pero el
descarte te mata si no tenés rotación, para eso, no podes remarcar con el 100%.
Este negocio requiere volumen de ventas, que se logra siendo bueno y barato. Si
te queda mercadería cada día que pasa vas tirando un 20% de lo que no vendes.
Te fundís en 3 meses". Muñoz tiene 8 empleados directos y 10 indirectos,
donde incluye algún flete extra, mantenimiento y limpieza tercerizada. El
cordón verde de Mar del Plata es el proveedor principal, el más cercano y de
calidad. Pero no hay de todo lo que Tandil consume. Hay que completar con Río
negro, Mercado Central y Mendoza.
Saber comprar incluye tener idea de los minoristas y su clientela. Sirve
como ejemplo que hay 4 calidades de tomates y no menos de 3 calidades de
bananas. Y para Marcos, "Tandil consume un montón de frutas y verduras" y
el consumidor -en general- es bastante sofisticado: "¡Me volví loco para
traer portobellos, limas, jengibre y cilantro! Ni sabía lo que era, imaginate,
yo empecé con los quinteros de acá, buena gente pero no son muy prolijos y
hacen todo como pueden, a pulmón. Eso si, los bolivianos le dan de sol a sol".
DE
APURIMAC A LA PAMPA, EL OTRO CAMINO DEL INCA.
Por la Ruta Nacional 226 desciendo en Lavalle pasando al costado de las
torres de Transba, paso Cagnoli y el camino me lleva a la izquierda. El cartel señala
"Darragueira" y los invernaderos a mi izquierda, ya en la curva, me indican que
llegué. No hay ninguna señal, ni número. Sigo adelante buscando la entrada
hasta que unos árboles me dejan ver la decena
de autos particulares estacionados arriba de la pequeña cuesta. Es la quinta de
David Ocampo.
En el galpón está Cyntia, con su carita sonriente redonda y chata,
sacudiendo el pelo lacio renegrido. Lo ojos desde el negro abismo me interpelan,
le cuento que estoy armando una historia. Pero no se entusiasma demasiado.
Capitalizo el tiempo observando la clientela y los precios: una atado de rúcula
recién cortada y con el triple de tamaño que en nuestros comercios centrales, allí
cuesta $5. Un enorme atado de acelga que vivió hasta ayer en el tablón del
invernadero donde paré el auto, vale $12 y el kilo de berenjenas $8. Hay cuatro
tipos de lechuga: manteca, criolla, morada y crespa, todas a nueve pesos el kilo.
Mientras espero para charlar, separo rúcula, un repollo, unos tomates y
una albahaca que podría perfumar hasta la cruz del Calvario.
Camino entre dos estructuras de madera, palos y plástico, utensilios
extraños y redes de PVC que gotean. El
perejil por allí es como yuyo.
La familia se vino de Bolivia a inicios de los ?90. Primero a la zona de La
Cascada y luego al acceso de la Base Aérea, pero no había reparo y el viento
rompía los plásticos todo el tiempo. Su abuelo trajo a toda la familia, seis
hijos. Entre ellos el padre de Cyntia que tenía 12 años. Ella me muestra los
tablones de acelga y las infinitas hileras de repollos, puerros, cebollín,
verdeo, apio y perejil.
Ya están plantados los tomates, que asoman por los agujeros negros del film
que cubre la tierra elevada para concentrar el calor, y veo los PVC
serpenteando con los spots de goteo. "Los plantines los hacemos nosotros, con
semillas certificadas, los transplantamos hace 20 días, y ahora hay que cuidarlos
de las heladas, es la peor época. Esta noche seguro que nos turnamos, pendemos
fuego en esos tambores y cada tanto le tiramos verde para hacer humo, para que
no baje la helada. A veces prendemos gomas. Los turnos son de 3 horas y no se
salva nadie de la guardia! Cuando estén mas altos hay que hacer surcos porque
los tomates viven inundados".
Tienen pozo de agua y una bomba potente. Cyntia me acerca a la estructura
de los almácigos, hay riego por aspersión fina y gruesa. En el desorden de
gomas, plásticos rotos y bidones azules, detecto bolsas de fertilizantes y le
pregunto sobre los plaguicidas: "Papá es como mi abuelo, a lo antiguo,
usamos nicotina y aceite emulsionable. Además salen muy caros. Aquí somos 17 en
total, hemos ido a la escuela y mis hermanos manejan el reparto, tenemos 3
camioncitos propios? Ahí viene la awicha".
En lengua aymará awicha es
abuela. Chiquita, enjuta, chueca y con las típicas faldas coyas. El pelo
renegrido atado en una trenza infinita y una sonrisa a mitad dentada. La miro y
en un intento indecente le estiro la mano -Kamisharaki,
awicha- Se sorprende y responde -"waliki,
waliki".
La nieta le dice que estoy escribiendo una historia, y nos sentamos en un
tablón. A puro silencio logro desentrañar que viene del valle del Lluta. Cuando
me dice "Zapahuira", le
pregunto -¿del tambo del orégano?- Sacude la cabeza y me mira con los ojos
agrandados: "¿Sabe usted de eso?".
Le respondo casi con pudor: Algo, awicha, anduve por allí, entre
llaretas y nubes a
Nazaria tiene más de 90 años, no sabe bien, los nietos bromean: "Éramos
chiquitos y la awicha ya decía que tenía
Nunca volvió al altiplano y no le interesa. Me inquieta saber qué
extraña, qué desearía ver, oler, tocar de su Bolivia natal. Piensa un rato,
mucho rato y dice: "El silencio de las nubes altas". Insisto, si pudiera elegir un olor, un sabor, algo que comer,
Nazaria, ¿qué elegiría? No me di cuenta, vi la lágrima justo cuando las arrugas
de sus dedos la quitaban casi del borde de la boca. Bajó la cabeza y sacudió la
mano diciendo: "El olor de los limones del Qullu (montaña) y el orégano de Sopachuy".
Antes de dejarla ahí sentada con sus misteriosos pensamientos, tengo que
rendirme ante un ADN que responde al Inca, a Manco Capac, al Inti, y a Mama Ocllo.
No es casual que laboren la tierra ni que persistan en cultivar el verde.
Cyntia adivinó mi intención de pedirle una foto y me atajó: - No, por
favor?ella cree que le roban el alma-. Pensé en su origen, allá en la puerta
del sol en el templo de diez milenios en el altiplano andino, Nazaria es
tiwanaku.
Me asaltó la reflexión y asocié el dato que el 80% de los cultivos de
hoja verde en el cinturón de Bs As, Rosario, Mar del Plata, Córdoba y Mendoza están en manos bolivianas.
En ninguna gesta nuestros gauchos comieron verduras ni cultivaron
zapallos o arvejas, pero en toda la historia del inmenso legado inca, sus
descendientes han cultivado la tierra inclinando su cuerpo y hundiendo sus
manos en la tierra de sol a sol. De Inti a Inti. Y así siguen las cosas, sin mucho
cambio.
CINTURÓN
BOLIVIANO Y VERDE
Retomando la calle, Pujol gira pasando por la otra planta de Cagnoli, y
justo a la altura de El Molino, la curva a la izquierda nos ubica en
Chapaleofú, un tironcito más y dobla a la derecha: calle Buenos Aires. Otra vez
los invernaderos. Unos y otros y otros.
La quinta de los Mejía y los Guevara ni siquiera tiene entrada, un palo
con cadenas amenaza el limite incierto. Hace ocho años que alquilan estas
Se acerca la hija menor de Sonia y me lleva de la mano para que vea las
acelgas en recolección, se aferra del alambre y logro pescarle la expresión
pura con la remera rosa típica de sus 5 años.
Se especializan en tomates y separan ellos mismos las semillas, los
cherrys y los redondos son los más requeridos. No hacen perita "porque no
rinden y se apestan enseguida".
Tienen más de diez variedades de zapallos: zucchini, redondo, anco, verdes,
turcos, tipo brasileros, más grandes o más chicos. Están sembrados en muchas
etapas, para que vayan rotando. Me sorprende ver hileras de habas y arvejas a
punto de brotar. Es tiempo de floración.
No tienen camión propio, pero un fletero les hace el reparto. Idéntica
matriz para el bombeo del agua, los PVC de riego y al fondo, los hombres de la
familia preparando los tambores para el humo que ataje una eventual helada. Vida
sencilla para inmigrantes silentes y laboriosos.
Continuar unos
Altamirano es el jefe de otra unidad familiar productiva que conforma el
cordón verde de Tandil. En mi búsqueda identifico dos productores más en la
zona del Paraje El Gallo. Todos del mismo origen y con prácticas similares.
No son invernáculos nuevos ni de última tecnología. Basta con sencillos palos,
maderas, clavos y plástico de 200 micrones. Ninguno tiene calor para forzar la
floración o la madurez y lo artesanal sigue limitando un potencial desarrollo.
Una visión casi escondida de las economías regionales que se construyen desde
las familias, inmigrantes incansables que fatigan la tierra en pos de maravillosos
productos frescos y fundamentales para la canasta familiar.
NO SON
CARAS LAS VERDURAS
Comemos lo que comemos, y es seguro que podríamos alimentarnos mejor. Algunas
equivalencias ayudarán a comprender.
Un alfajor vale 14 $ , una banana 1,80
Con lo que cuesta un cucurucho de helado: $ 42, pesé 36 naranjas de
primera calidad, que significan 18 chicos comiendo una naranja en el almuerzo y
una en la cena.
Un postre de chocolate o vainilla, (vienen en pack de dos) tiene 120 Grs
y cuesta $14, reemplazarlo por 2 kiwis pequeños (1,60$ c/u) y un chorrito de
miel, significa que por el valor de un postre se logran 3 porciones de 150 grs, con mas vitaminas C que un
cítrico, que además tiene magnesio y fibra. Retomando el discurso de Muñoz, pienso
en la sofisticación tandilense.
Algunas consultas me recuerdan al inefable Alfredo Murno, en el Quincho
del Independiente a inicios de los ?70 cuando por primera vez aparecieron por
estas sierras las "cerezas jubilée" flambeadas y los "frutos rojos" sobre Mouse
de vainilla. Una novedad.
En los ?90 el Hotel Torino y la magia de un chef inolvidable Florentino
Almeoz, incorporó verduras grilladas y el toque de jengibre, lima o ruibarbo.
Salsas elaboradas con productos orientales y postres con "maracuyá", que nadie
sabía ni qué era ni de dónde venía. Pero el sabor y la magia del color no
fueron indiferentes.
Así las cosas, hoy en los asados se asan verduras y se preparan papas o
batatas al plomo, con aromáticas que ocupan lugar en las cocinas, macetas y balcones.
Los wok ofrecen el desafío de verduras con trozos de pollo o carne, y
condimentos asiáticos. No todo está perdido.
DONDE
COMPRAR MENOS CÓMODO PERO MUCHO MÁS BARATO
Es un paseo por la periferia cercana, no más de
Un tercio de lo que pagamos habitualmente y la frescura de estar recién
cortado, vale el paseo.
Trabajan todos los días, de lunes a sábado, y a veces los domingos a la
mañana. Un viaje al mundo productivo con enormes beneficios. Tal vez un cambio de hábitos para mejorar las
vitaminas de una dieta sana.
No puedo obviar la última reflexión de Muñoz, "con carne sola no
arreglamos nada, no es sana y le faltan muchos nutrientes y las vitaminas más importantes. Hay
mucho mito con el precio de frutas y verduras. Y nos hemos creído que podemos
comer tomates en invierno al precio de diciembre, o cerezas en julio al precio
de enero".
Ya no se mencionan las frutas de estación, esas que tienen menor precio y
se cultivan en forma menos profesional, sin floración forzada y por tanto con
precios significativamente menores.
Marcos insiste: "Los chicos deben comer frutas y verduras, una manzana
de la mejor calidad vale $2,30; son 2 caramelos Butter Toffie. Una bolsa de snacks
de
Para quedarse pensando y decidir dar una vuelta por el cinturón verde
tandilense, limpiando la cabeza de marketing
y haciendo verdadera ingeniería alimentaria con genuinas y antiguas-nuevas recetas.
El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, saliendo de una posada sin
comida le dice a Sancho: "La abundancia
de las cosas, aunque no sean buenas, hacen que no se estimen, y la carestía,
aun de las malas, se estima en algo".
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