10 de octubre de 2023
POR AUGUSTO MAXIMILIANO FIORENCIS
Una historia que comienza allá lejos y hace
tiempo. Como dirían quienes en algún momento nos pusimos a relatar aventuras
bajo la atenta mirada de un niño. Serán justamente esos mismos niños los que
inspiraron a Raúl Federico a su quehacer diario durante cuatro décadas y que lo
transformó en uno de los vecinos más queridos de nuestra ciudad.
A través de esos años, las incontables anécdotas de sus vivencias como cuidador de este espacio público han quedadas plasmadas en diálogos y notas periodísticas. Sin lugar a duda su cariño manifestado en el cuidado y mantenimiento del lugar, guarda más de un recuerdo en los que en esa plaza se divirtieron. Los que corrieron, saltaron o caminaron este maravilloso lugar de ensueño. Una plaza que cobró vida de la mano de la comunidad de Tandil, para agradecerle por todos esos años que la cuidó. Un agradecimiento que queda plasmado como un tatuaje en la piel, un detalle necesario para materializar el reconocimiento. Un detalle que inspira el recuerdo de tantos momentos de sacrificio y que nunca serán mejor contados por los que pudieron vivirlos. Podrán decir que parece una historia de cuento, pues quién podría negarlo.
Una historia que tiene como protagonista a un
hombre de carne y hueso, uno que convivió con muchos de los mismos problemas
que también tenemos todos nosotros. Pero que sin embargo se hacía un tiempo
para regalarnos felicidad. Estarán los que dirán que lo de "Chiquito", como le
decían algunos, era un simple pasatiempo. La verdad que la esencia de su
vocación popular, de su pasión, la sabrá solo él. Lo maravilloso de todo, es
poder entender, qué es lo que hace tan especial a las personas que llevan una
luz tan brillante. Esa luz que iluminan al resto de nosotros con su ejemplo de
vida. Desde el humilde lugar y con todo el respeto que hoy me inspira al
escribir sobre Raúl, solo me queda agradecerle con estas palabras por todo su
empeño, por todo el sacrificio, por todo el amor que puso en su pasatiempo, en
su trabajo. En fin, en su trato con esta plaza, que fue la herramienta perfecta
para recordarnos que, como dijera alguien: "Un propósito siempre será una
brújula que nunca falla y siempre indica hacia donde está el norte".
Las caras nuevas que irán pasando de ahora en
más por esta plaza, preguntarán ¿Quién era Raúl Federico? Seguramente lo
busquen en el mágico mundo de internet y encuentren su historia de vida pero
también estoy más que seguro que desde donde sea que esté, nos hará sentir su
eterna presencia.
La que ya habita en la memoria de los que
tuvieron la suerte de conocerlo.
Gracias, Raúl. ¡Nos vemos en la plaza!
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