3 de octubre de 2020
por
Brando Bruni
No debe haber nadie del ambiente deportivo
tandilense que no conozca a Luis Quintela. Y fuera de ese ámbito, tampoco.
Pasó por varios clubes de la ciudad, siempre
dejando una buena marca, desde lo profesional y lo humano. Por eso hoy es el
protagonista de la sección "Personajes de la Ciudad".
Aunque claramente es bien tandilense, sus
primero años de vida los vivió en Olavarría. Nació en la vecina localidad de se
vino para acá a los 10 años. "Mis viejos
eran los cantineros del Club Racing y ahí estuvimos. Después, de acuerdo a lo
que me contaron, se fundieron, tenían una fiambrería que vendían los salamines
por el campo. Se vinieron a Tandil porque mi abuela tenía la casa de Chacabuco
donde vivimos siempre. Mi vieja entró a trabajar en la Clínica Chacabuco como
mucama, mi viejo trabajaba en el ferrocarril", recuerda y aclara que "la crianza más importante, a partir de
tercer grado, estuve acá en Tandil".
Pasó por el Colegio San José un año, después
siguió en la Escuela 1, la secundaria la
hizo en Normal. En cuanto a lo deportivo, jugó en las divisiones inferiores y
la primera de Ferro, y al rugby en Independiente y Camelot.
Una vez que terminó la secundaria, emprendió
viaje a Buenos Aires para estudiar Educación Física, pero antes de recibirse ya
estaba volviendo. "En el verano del 71
ya empecé a trabajar de preparador físico de la Selección de Futbol de Tandil. En ese
momento había pocos profes de educación física. Yo era muy amigo de Lucho
Mestelan que me ofreció el trabajo".
Se recibió en el 73, mientras seguía
trabajando acá.
Cuenta que en aquellos primeros años de
profesión, todo era muy diferente a la actualidad. Dice que "fue impresionante. Yo ya venía con
cambios, cuando vine a la selección de Tandil, los profes prácticamente no
trabajan de preparadores físicos. Venían con una formación de hacerlos correr,
salían desde el Estadio y se daba la vuelta al Dique, se volvía y se terminaba
el entrenamiento. Yo ya estudiaba lo que era el entrenamiento de intervalos,
pausas, y el trabajo con la pelota".
"Siempre
sostuve que el jugador del interior no podía entrenar lo mismo que el
profesional, había que darle mucho más trabajo al juego, con pelota. Si al tipo
que laburaba todo el día, tenía dos
horas para ir a entrenar y lo sacabas a correr, lo matabas. Después empezaron a
venir a otros profes manejando los mismos criterios. En el año 76 empecé a
trabajar con el Conejo Tarabini, que venía de Mónaco, un jugador profesional,
que me transmitía sus experiencias", relata y añade
que "no podíamos igualarnos con el
futbol profesional por la dedicación del jugador, la medicación, la
alimentación y esas cosas. Pero te puedo decir que a cualquier profe de acá de
Tandil, si le toca trabajar en el futbol profesional, lo hace sin ningún
problema. Yo pasé del amateur al profesional en espacio de dos o tres años, y
no tuve problemas".
Y hablando de ese pase al profesionalismo,
recuerda que después de trabajar con el Conejo acá, en el 78, "ya habíamos trabajado casi
profesionalmente con clubes como Santamarina e Independiente, llegando a
finales. En el 79 nos fuimos a trabajar en Buenos Aires con Chacarita".
El 82 fue un año muy importante también, en
ese momento se trasladó a Colombia, con Pastoriza al Millonarios de Bogotá,
recomendado también por Tarabini: "Eso me
abrió las puertas a todo lo que vino después. Tuve la posibilidad de entrenar
equipos que tuvieron grandes logros, también tuve mi acercamiento al básquet,
al rugby y al vóley. En ese momento todo lo que veníamos lo tomábamos porque estábamos
preparados".
Dice que en el país cafetero por ese entonces "era otra historia, futbol completamente
profesional. E l Pato venía de haber obtenido grandes campañas con
Independiente, muy formado en lo profesional. Para mí fue un salto muy grande. Hay
teníamos atención médica, jugadores con seguimiento alimenticio, uno trabajaba
mancomunado con otras áreas; era un trabajo de primer nivel".
La vuelta a estos pagos se dio un año después.
Trabajó en Racing de Gardey, pasó por Loma Negra de Olavarría y luego ya se
quedó acá: "ya había sentado las bases
acá, habíamos formado la familia con Graciela, ya no era mi intención irme. Aparte,
acá me empezó a ir muy bien, empecé a tener posibilidades en casi todos los clubes
de Tandil, empezaron a salir cosas importantes. Trabajé con Daniel Romeo,
cuando salimos campeones con Santamarina, después estuve en Grupo, tuve suerte
de haber trabajado en lo mejor y lo que estaba en auge".
"El
futbol de Tandil de ese entonces no era el de hoy. En ese momento se pagaba muy
bien, a todos, no solamente a un cuerpo técnico, los jugadores a veces cobraban
más. Se traían jugadores de afuera, el cuerpo técnico eran empleados del club, teníamos
utilero, masajista. Se podía vivir del futbol. Los clubes tenían dirigentes que
invertían para ganar un torneo o entrar a un regional. Hasta el 2000, más o
menos, fue así. Después, los clubes dejaron de pagar y el nivel de competencia
bajó al no haber inversión. En Tandil hay un éxodo importantísimo de jugadores
a la zona, a ciudades donde les pagan bien y se van",
agrega y sigue diciendo que "hoy el
futbol en Tandil tiene un gran desarrollo de juveniles e infantiles, con técnicos
de primer nivel como Memo Depietri, Cholo Petrucci, Vasco Aramburu; muchachos
que trabajan muy bien con las divisiones menores. Tandil es una de las ciudades
de la zona que más aporta al futbol profesional. A los jugadores de Tandil los
vienen a buscar de todos lados, eso es por la seriedad con la que se trabaja en
los clubes, lo hacen muy bien todos".
Sobre la actualidad futbolística, suma que "La Unión Regional a algunos les puede
molestar, pero a mí me gusta, le da la posibilidad al jugador de viajar, a los
chicos principalmente. Así se mejora. Lo que se necesita es un apoyo económico más
grande. Estoy seguro que cualquier jugador de Tandil, si tiene un entrenamiento
acorde al futbol profesional, estaría en los mejores niveles. Por eso digo que
Santamarina es nuestro espejo, se necesitaría que la gente lo ayude más. Necesitamos
que Santamarina tenga la explosión a nivel nacional, que las divisiones
inferiores puedan ir a competir a Buenos Aires".
Y hablando de los más chicos, con quienes
también trabajo, remarca que "el futbol
formativo y la detección de talentos, me encantaron. Tuve la posibilidad de
recomendar a muchos jugadores que después triunfaron en el futbol argentino. El
entrenamiento de futbol se tiene que hacer con la pelota, lo sostuve desde que
me recibí. Si al chico no lo dejas jugar y expresarse, es muy raro que después
progrese. Soy un acérrimo defensor del juego, se tiene que aprender jugando,
sin olvidarse de la formación física. La educación no tiene que ser dirigida,
menos en el deporte. Hoy en día se ha perdido mucho eso. Yo trasladaba mucho
del potrero al entrenamiento, eso me dio el reconocimiento de mucha gente. Aparte,
me he preparado siempre, estudié mucho".
Si se le pide elegir un logro deportivo entre
todos los que obtuvo, reconoce que no puede. Señala que "todos fueron importantes. Salir campeón acá a nivel local, salir campeón
con la Universidad a nivel nacional y sudamericano, con Grupo haber jugado
regional, con Santamarina entrar al Nacional, campeón con Alumni de Juárez,
campeonatos con Uncas de rugby, dirigir a Galotto en básquet, boxeo con Cesar
Villarruel que salió campeón sudamericano, haber llegado a finales con Racing
de Olavarría, la primera vez que me fui a Colombia; no tengo uno que sobresalga
sobre el resto. Recuerdo todos con cariño, si algo les remarco a los jugadores
el primer día, es que como nos vemos ese día, espero que nos veamos durante
muchos años. Eso me pasa con todos los que trabajaron conmigo, me encuentro y
hay un abrazo de por medio".
Por último y saliendo de lo estrictamente
deportivo, hablamos de lo social. A él, como a varios de su generación, lo
conoce toda la ciudad, entre a donde sea, alguien lo va a saludar. Dice que "eso es un poco por vago también, andábamos
por todos lados. No había grandes diferencias. Digo siempre que como todos íbamos
la escuela pública, no había ninguna elite. Estaba con los chicos más ricos de
Tandil, o con el más pobre, éramos todos iguales, íbamos a los mismos lugares. Salíamos
todos de un mismo lugar y teníamos entrada a todos los lugares".
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