3 de agosto de 2016
Está en el centro del escándalo acusado de ser el cajero de
Daniel Scioli, su presunto testaferro en varios negociados, a tal punto que se
lo acaba de sindicar como que era "el De Vido de Kirchner" para el ex
gobernador de la provincia de Buenos Aires. Y lo último que se sabía de él tuvo como epicentro
otra denuncia por un presunto desfalco millonario al Banco Provincia, ventilado
el domingo en el programa de Luis Majul. Una fotografía de Guillermo Scarcella, acusado de regentear "cajas negras", acompañó buena parte del envío televisivo sobre una denuncia que desde el
entorno de Scioli acusaron como "falsa".
Lo cierto es que el tandilense enfrenta una
época turbulenta, quizá la peor etapa que le haya tocado vivir desde que
alternó sus varias actividades al momento de irse de nuestra ciudad: de aquella enseñanza
del tenis que le permitió contactarse con la elite de los jueces federales (el
magistrado Canicoba Corral es uno de los habitués a los asados en su campo en
Tandil), al ejercicio de la profesión de abogado, la política, el empresariado,
la función pública, y hasta la dirigencia deportiva: es vicepresidente de
Santamarina.
Todo este combo pareció venirse abajo con la derrota de
Scioli frente a Macri y una denuncia de Elisa Carrió que lo colocó en un lugar
de difícil retorno. Desde entonces, Scarcella no aparece por Tandil, al menos
con la ostensible visibilidad de otras épocas cuando alternaba sus paseos sobre
el empedrado tandileño a bordo del Mini Cooper o el Porche que le compró a Diego Maradona, de acuerdo a la pasión
que observa por los automóviles de alta gama. Pero la novedad asegura que en
estos últimos días también practicó el arte del pugilato informal. Tres fuentes
dignas de crédito señalan que el ex funcionario fue protagonista de un fuerte
encontronazo en un muy famoso shopping porteño con un conocido empresario de
nuestra ciudad. Ofuscado quizá por la amplia divulgación mediática que ha
tenido su caso, testigos aseguran que Scarcella, tras unos zamarreos y afines
con su oponente, le estampó una frase que parece natural de su propio sello
dialéctico: "A vos no te voy a cagar a
trompadas acá, sino en Tandil, en la plaza del centro, para que te vea toda la
ciudad", le habría dicho a boca de jarro.
La escena de cuasi pugilato quedó ahí por varias razones. La
fuente, con previsible sarcasmo, sostiene que que ninguna organización quiso
fiscalizar un combate desigual en cuanto al pesaje de ambos contendientes
tratándose de que uno es un peso pesado neto y el otro un clásico boxeador de
peso welter, y por eso mismo muy rápido de manos.
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