18 de septiembre de 2018
por
Mauro Carlucho
"Allá lejos nací, un tres de agosto en la gran urbe. En la
"Buenos Aires" como se decía antes. Más precisamente en el Sanatorio Anchorena.
O sea, soy porteño. Pero ya habitábamos los pagos del Napaleofú, partido de
Lobería en la estancia La Romelina. Lo de la "capi" fue el parto y algunos
días, para que mi querida madre Nelly pegara la vuelta para el pago. Es que
resulta que mis viejos fueron porteños hasta el día de la boda, y ahí nomás
rumbearon para la estancia de mi abuelo", le comenzó
diciendo a ElDiarioDeTandil.
Desde aquel tiempo La Romelina es el vértice desde donde gira la
cosmovisión de los Schang. Donde se reune la familia, van a trabajar, comen un
asado y en donde Goyo conecta con su escencia y su deber ser.
"Y asi fue como se armó la familia. Ernesto (Tata) Schang y
Nelly Rodríguez vinieron con sus hijos,
Mataco, Goyo y Chango. Y ahí fuimos creciendo bajo la mirada de mi vieja
y la presencia de mi padre. Al principio entre mimos de abuelos y tíos porteños.
Mis viejos eran "los del campo", agregó
rápidamente presentando a sus hermanos.
Eso de "los del campo" fue una marca que identificó tambien a
sus descendientes. La familia Schang permaneció ligada al agro por mas de un
siglo.
"Somos gente de campo. Crecimos vestidos con alpargatas, boina
blanca y bombachas batarazas. Vestimenta campera, y la verdad muy cómoda e
identificadora. Nuestros juegos eran siempre montados a algún caballo,
inventando de todo, hasta algunos peligrosos que llegaba el reto sin miramientos.
Desde pequeños el trabajo fue una constante, carneadas, regar la quinta,
atender las gallinas, conserva de tomate, juntar fardos, hacer parvas etc, etc.
El holgazán no existía en la Romelina. Con mis hermanos nos llevábamos bien, el
mayor llevaba la batuta y nosotros los seguíamos. También al futbol del domingo
se agregaban los vecinos Seren, buena gente y muy queridos por mí", dijo orgulloso de su infancia y su gente.
A los cinco años comenzó los estudios en el colegio del pueblo,
en su querido Napaleofú. Pero a los pocos años sus padres decidieron que los
hijos mayores, Mataco y Goyo, vayan pupilos al colegio San José de Tandil. "No
fue sencillo el asunto, pero a los meses salimos ante una otitis aguda que
ameritaba mayor cuidado. Así fue que todos a Tandil para seguir con los
estudios, durante la semana, porque los fin de semana y feriados, incluidas
vacaciones, nos ibamos al campo", recordó.
Asi fueron creciendo en familia, entre la educación del colegio
y la vida rural. Hasta que comienzan los otros compromisos, deportivos,
cumpleaños y demás.
"De a poco la vida se fue haciendo un poco más ciudadana.
Empezamos a practicar deportes. Primero básquet bajo la tutela del "Flaco"
Aldasoro en el club Independiente. Al tiempo vino el rugby, deporte que hasta
el día de hoy, es mi preferido. Fui jugador muchos años, en Tandil y en General
Belgrano. También dirigente y coach.
Tengo toda una vida deportiva sobre mis hombros. Puedo decir que amo el rugby", confesó sin ponerse colorado. Goyo brilló en Club Los 50,
institución que formó a sus hijos y hoy cobija a sus nietos.
"Así fueron transcurriendo los años, entre estudios, deportes y
amistades. Al terminar tercer año del secundario en mi querido y respetado
colegio San José, pasé a la Escuela Granja donde hice tres años hasta terminar
el ciclo de Bachiller Agrónomo especializado en Ganadería. Hermosa experiencia
con los Granjeros. Inolvidable", lo calificó.
"Y por acá ya hay un quiebre, la Facultad de Agronomía en INTA
Balcarce, los amores, el deporte, la política, nuevos amigos, uno comienza a
forjar un nuevo hombre, con más responsabilidades, con otra visión de la vida.
Y un año bendito llega el título de Ingeniero Agrónomo y con él, el vacío. A
buscar trabajo, tarea nada fácil", agregó
rapidamente.
Catamarca, su "amor imposible"
Cuando habla de "su" Catamarca se le iluminan los ojos. Pisó y
se aquerenció en aquella tierra lejana: "El destino me acercó a Catamarca,
mi amor imposible. Donde conseguí conchabo en un tambo como encargado. Sin
dudas que me enamore de sus callecitas, sus brisa, sus bombos y guitarras, la
Virgen del Valle, los changos y chinitas, locros y tamales y muchos etc mas.
Hermosa provincia".
Quedó marcado a fuego. Sus años en las laderas de la Cordillera
de los Andes forjaron el hombre que es hoy. Catamarca está en sus letras y en
su historia.
Como él mismo nos cuenta con palabras que se vuelven poesía, "la
vida pega golpes de timón y un día pego la vuelta para el pago". Y sigue: "Ya
tenía novia y andaba con ganas de casorio, asi que el trabajo era ley. Entre en
la escuela Granja, logré una beca internacional para toma de datos y otros
asuntos en proyecto. Hasta que llegó la beca del INTA como extensionista rural
en la ciudad de Rauch. Y ahí nomás le volee la pata al destino y llego el laburo
y el casorio. Comenzaron a nacer los pichones, Juan Marcos y Ángeles, y a los
dos años me trasladan como jefe de agencia de extensión en la ciudad de Gral.
Belgrano. Ahí nace el último hijo, Carlos María. Estuvimos 15 años caminando
las calles y los campos de esa región, entre el trabajo oficial y la actividad
privada".
Agrónomo, escritor, poeta, viajero. También se comprometió con la Unión Civica
Radical y acompañó organizaciones que nuclean a los actores del agro. En los
pagos de Belgrano "fui secretario del comité radical, secretario de la
Asociación Rural, represente a los chacareros ante el municipio, y coautor del
club de rugby de Gran Belgrano y de la Unión de Rugby de la Cuenca del Salado,
en observación".
Pero el que se va sin que lo echen vuelve sin que lo llamen, "luego
de aguantar el embate de cuatro grandes inundaciones por el Rio Salado en
1994, pegamos la vuelta a Tandil. Siempre trabajando como Ingeniero
Agrónomo y también llegue a ser tres años vicepresidente y tres años presidente
del CERBAS INTA. Centro Regional Buenos Aires Sur. Consejo que abarca la mitad
de la Provincia de Buenos Aires con cinco estaciones experimentales a cargo,
una de ellas la de Balcarce. También fui presidente de la Asociación
Cooperadora de la Escuela Granja por dos periodos", enumeró.
El adios y la pluma
"Hasta que un día, el más triste e inesperado, fallece
repentinamente mi hermano menor Chango. Creo que hasta hoy, fue mi Hiroshima", nos cuenta, y nos conmueve.
"Acá comienza otra historia con un aire renovado que hace que el
futuro siempre exista. A los tres meses de ese fatal acontecimiento comencé a
escribir, serán nueve, diez años,
supongo que lo hice para menguar el dolor. Y el vértigo se hiso presente. Una
carrera impensada y una acción continua. Cinco libros escritos, participación
de varias antologías nacionales e internacionales, como
Italia y Colombia. Presencia literaria en España, Italia, Chile, Colombia,
Cuba, encuentro de escritores varios en Argentina,(Catamarca, Salta, Neuquén ,
Mendoza, Entre Ríos, Córdoba, Bs As, CABA) y recitales poéticos en Roma,
Madrid, La Serena, La Habana, Cartago, Palmira, Buga, Roldanillo, Cali,
Tinogasta, Salta, San Fernando del Valle de Catamarca, Tandil, Mar del Plata,
etc, etc", describe el torbellino que desató
su historia como escritor.
Sus referentes son Lorca, Neruda, Herrera, Hernández y "muchos
amigos nuevos con una pluma maravillosa. Asi es mi vida hoy día, además de
seguir trabajando en el campo y feliz de poder producir alimentos para el
mundo", finalizó su perfil de hombre íntegro y seguro de sus convicciones.
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