14 de febrero de 2021
Carlos Saúl Menem fue una figura central en la
joven democracia argentina que, pese a su condición peronista, gobernó el país
durante más de una década con un fuerte sesgo neoliberal plasmado en profundas
reformas políticas, económicas, sociales y culturales que constituyeron la
antesala de la aguda crisis desatada en el 2001, bajo el mandato del radical
Fernando de la Rúa.
Menem falleció esta mañana a los 90 años en el
porteño Sanatorio Los Arcos, donde se encontraba internado debido a una
infección urinaria, confirmó a Télam su exposa Zulema Yoma.
"Lamentablemente acaba de fallecer",
dijo.
El senador riojano venía atravesando
complicaciones de salud: primero estuvo internado en el Instituto del
Diagnóstico y Tratamiento a raíz de una neumonía bilateral y hace algunas
semanas debió ser internado por una infección urinario.
El caudillo riojano devolvió el poder al
peronismo en 1989 y fue la persona que por más tiempo encabezó el Poder
Ejecutivo sin interrupciones en la historia del país, tras haber sellado en
1994 el "Pacto de Olivos" con Raúl Alfonsín, el primer presidente
democrático tras la dictadura cívico-militar impuesta en 1976.
El líder de La Rioja, provincia a la que
gobernó en dos períodos, asumió la Presidencia el 8 de julio de 1989, cinco
meses antes del inicio previsto para el mandato, con promesas de
"revolución productiva" y "salariazo", pero su gobierno
estuvo marcado por una política de corte neoliberal que incluyó la
privatización de varias empresas del Estado, cambios en las leyes laborales que
implicaron la pérdida de antiguas conquistas de los trabajadores y una estrategia
de "relaciones carnales" con Estados Unidos.
Asumió el poder en medio de un proceso de
hiperinflación heredado de la administración de Alfonsín y, una vez en el
gobierno, tejió inesperadas alianzas entre el peronismo y dirigentes de
ideología liberal que hicieron sentir incómodos a muchos de sus compañeros de
tantos años de lucha.
Con Domingo Cavallo como
"superministro" de Economía, impuso un Plan de Convertibilidad que
hizo que los argentinos vivieran durante años con paridad cambiaria, en la que
un peso equivalía a un dólar, un germen -sumado a otros factores- de la crisis
económica, social y política que estalló en el 2001, cuando gobernaba la
Alianza.
Durante la gestión de Menem estallaron
múltiples conflictos sociales, la mayoría de ellos por las pérdidas de fuentes
de trabajo a causa de las privatizaciones y la precarización del mercado
laboral al ritmo del plan de flexibilización que motorizó el empresariado.
La Ley de Reforma del Estado sancionada a
fines de 1989 lo habilitó a privatizar a lo largo de esa década varias empresas
estatales, incluidas YPF, Gas del Estado, Aerolíneas Argentinas, el Correo
Argentino y el complejo minero-siderúrgico Hipasam-Altos Hornos Zapla-Somisa.
Muchos de esos procesos privatizadores, entre
ellos la entrega a manos extranjeras de recursos naturales estratégicos, fueron
los puntos más cuestionados de su gestión, al igual que la calidad
institucional, que tuvo su máxima expresión en la denominada "mayoría
automática" de la Corte Suprema, que le permitió desplegar sus políticas
sin sobresaltos judiciales.
Menem, quien estuvo preso de la dictadura
militar en las Lomitas, tomó el argumento de la "reconciliación
nacional" para firmar en 1990 uno de sus más polémicos decretos: el
indulto con el que liberó a los comandantes de la Junta Militar condenados por
múltiples y gravísimos delitos contra la humanidad.
Sus estrategias políticas y su insistencia por
lograr la reelección, alcanzada finalmente en 1995, lo llevaron a reformar en
1994 la Constitución Nacional, después de que el país entero se sorprendiera
con la firma del "Pacto de Olivos", otra vez con Alfonsín como
co-protagonista.
La nueva Constitución abrió paso a la
reelección presidencial, antes vedada; derrumbó el Colegio Electoral que hasta
entonces elegía al jefe del Estado; redujo de seis a cuatro años el período de
mandato del Presidente y aumentó el número de senadores con una garantía de
representación para la minoría, entre otros puntos.
Menem, un político de raza, de aquellos que
recorrían el país en cualquier medio de transporte para las campañas, mostró un
estilo campechano, con largas patillas y acento riojano, lo cual lo ayudó a
crecer en popularidad dentro de las filas del peronismo, al que abrazó en su
juventud.
En los años 90, algunas de sus actitudes en el
ejercicio de la Presidencia eran consideradas extravagantes, como la vez que
jugó en cancha llena al fútbol con la camiseta de selección, o cuando viajó
desde Buenos Aires hacia Pinamar, en tiempo récord, al mando de su Ferrari
Testarossa.
Pero sus políticas de Estado no fueron
toleradas por completo en el partido fundado por Juan Perón, al punto de que
durante su gobierno hubo profundos cambios en la tradicional liturgia del
partido y su mandato quedó más asociado al "menemismo", que al
peronismo como se lo había conocido hasta entonces.
Gobernó en La Rioja entre 1973 y 1976 (hasta
la llegada de la dictadura) y entre 1983 y 1989, año en que dejó la provincia
para hacerse cargo anticipadamente de la Presidencia por la renuncia de
Alfonsín, por lo que su asunción se hizo efectiva cinco meses antes de la fecha
prevista para el fin de su mandato.
Menem dejó el poder en diciembre de 1999,
cuando el peronismo, que llevó como candidato a Eduardo Duhalde, fue derrotado
en las elecciones por la coalición UCR-Frepaso que postuló al radical Fernando
de la Rúa.
En 2001 pasó seis meses en prisión en la causa
por la venta de ilegal de armas a Ecuador y Croacia, por orden del juez federal
Jorge Urso.
En 2003 intentó volver a la Presidencia y fue
el más votado en la primera vuelta de los comicios de ese año, pero consciente
de que todas las encuestas lo daban como seguro derrotado frente a Néstor
Kirchner, bajó su postulación y no se presentó al balotaje.
Al momento de su muerte ocupaba un escaño en el Senado de la Nación como representante de su La Rioja natal.
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