22 de mayo de 2018
por
Mauro Carlucho
Cuando se habla sobre la importancia de los clubes sociales y
deportivos en nuestro país no es verso. Para muchos fueron y son la segunda
casa (en algunos casos la primera). La historia de los Petrucci está
intimamente ligada al club "aurinegro". Si hasta nacieron el 1 de Noviembre de
1957 en una casa ubicada justamente en la avenida Santamarina (entre Belgrano y
Pinto), a una cuadra de la "Plaza de los Troncos".
La familia estaba conformada por papá Juan Carlos (militar de
la Fuerza Aérea) y mamá Alcira Raquel, ama de casa a partir del nacimiento de
los "melli". El nucleo familiar se completaba con Liliana y Fernando (el
cholo), el más jóven de los cuatro.
Al poco tiempo, de la avenida se mudaron al Barrio Jardín.
Para ellos "la casa de toda su vida". Allí nacieron sus primeras amistades e
hicieron de la esquina de 11 de Septiembre y Maipú su lugar en el mundo.
A pocos metros de allí se encontraba el "paraíso". El Estadio
Francisco Fiego era un lugar soñado para todos los purretes que corrían detrás
de una pelota. Se había inaugurado el 30
de diciembre de 1956 con un amistoso entre la tercera división de Boca Juniors y
la primera de "Santa". Ubicado en la intersección de las calles Belgrano, Roca, Pinto y 11 de
Septiembre, contaba con cancha de fútbol, pista de atletismo y pileta de
natación. Pocos años después, y bajo la presidencia de Fiego, se inauguró la
tribuna de cemento techada y la iluminación artificial, lo que lo convirtió en
uno de los estadios más modernos de la época en toda la provincia de Buenos
Aires.
Los hermanos hicieron la primaria en la Escuela Nº 1 y la secundaria en la Escuela
Técnica Nº2. Pero su vida y atención giraba en torno al deporte.
"Tuvimos una infancia hermosa en el barrio, andábamos siempre
juntos y con un montón de amigos. Si no andábamos en la calle, estábamos en el
club", recordó Luis, ante
el micrófono de ElDiarioDeTandil.
"De
chicos, empezamos jugando al básquet en Santamarina. Creo que hasta los 17 o 18
años. Era una época muy buena del básquet de Tandil. Con mucha competencia y
actividad. El fútbol también estuvo siempre, pero tratábamos de practicar los
dos deportes. Después, cuando tuvimos edad para jugar en primera, tuvimos que
elegir y optamos por el fútbol casi exclusivamente", indicó Juan.
Se
la pasaban en el club. Fueron formados por sus entrenadores, padres y
compañeros, en un entorno saludable. El club era como una gran familia.
"En
una época, a la tarde entrenábamos futbol en la cancha y después nos íbamos corriendo
al gimnasio para
básquet", agregó Luis, quien llegó a jugar en el Fútbol de Primera División
de AFA junto a cracks como Ricardo Bochini y Daniel Bertoni, entre otros.
Desde
chicos disfrutaron crecer juntos. Los vecinos mayores del barrio dicen que Alcira
los vestía prácticamente iguales y era muy dificil distinguir cual era cual: "Eso
de que nos vestíamos iguales yo no lo digo eh. Pero sí que nos confundían todo
el tiempo. Nosotros nos divertíamos. Todavía hoy la gente nos pregunta si somos
Juan o Luis. Siempre recordamos que jugando al futbol o al básquet, cuando
hacíamos un full nos cambiábamos y el arbitro no sabía quién era uno y quién
era otro. Alguna ventaja le teníamos que sacar a ésto. Nosotros nos reíamos
mucho, sobre todo en el básquet que son varias faltas seguidas. Ahora nos sigue
pasando que saludamos a gente que no conocemos para no quedar mal. Son
anécdotas divertidas", sostuvo Juan.
Si bien los dos tienen buen carácter y son tranquilos (aunque
dicen que cuando juegan tienen una personalidad un poco más fuerte), Luis es
más serio, más reservado. Juan es mas jodón, mas charlatan.
"Tampoco es que somos iguales en todo. Con las mujeres yo era
mas lanzado, mas cara dura",
dijo Juan marcando la distancia. Pero tambien hay otras diferencias. "A Luis
les gusta el buen vino y yo lo tomo con soda. A Luis le gusta el pescado y a mi
no", agregó.
En
lo que sí son iguales, es en el culto a la amistad. Eso es sagrado y se mantuvo
inalterable en todos estos años.
"Somos muy amigueros, tenemos muchos amigos y nos gusta
disfrutar de eso. Somos de salir mucho. Asados, reuniones y peñas. Con el
deporte uno confraterna y para nosotros es sagrada la amistad. Con algunos nos
conocemos de toda la vida. Con Julio Varela, por ejemplo, nos conocimos a los
17 años porque él era periodista y cubría el fútbol local. Hoy seguimos
compartiendo muchos momentos, muy seguido nos hace un asado en su casa", nos dijo Juan, con su característico tono
risueño.
La barra de amigos siempre encuentra una excusa para
reunirse. Un café en el centro, un asado en lo de Julio. Allí estarán Cachi,
Tatalo, El Flaco, El Gato, El Colo, El Negro, Aldo, Estiufo, Nanan, El Loco, El
Viejo, Porfilio, Raulito, Leo, Chiche, Chirola, Nacho. Seguro hay alguno más
que quedó en el tintero. Por las dudas piden disculpas anticipadas para evitar
berrinches.
No son de los típicos "enfermos" de mirar todos los partidos,
pero está claro que son futboleros de pura cepa. Quizás una herencia de su
padre, quien fue un recordado formador de juveniles en la institución
centenaria.
Luis tuvo la oportunidad de jugar en el fútbol grande, en un
equipo de Independiente de Avellaneda que quedará en la historia.
"Debuté en Santamarina en
el año '76 y fuimos campeones invictos. Después viene Independiente de
Avellaneda y nos compra el pase a Roberto Riganti, Hector Arrieta y a mí.
Tuvimos la suerte de estar un par de años brillantes, en donde ganamos dos
campeonatos nacionales y la verdad que fue una experiencia enorme, valiosísima.
Porque si bien yo tenía 18 años, es inenarrable la experiencia que vivimos ahí.
Y esa experiencia fue un logro que era muy difícil de conseguir porque en esa
época los jugadores no se iban al exterior como ahora, entonces los equipos
siempre jugaban con los mismos jugadores . Y eso me cimentó después como
jugador. Yo despues jugué en Independiente Rivadavia de Mendoza en el Nacional
del 79-80, salimos campeones con Santamarina en el año 85. Eso fue histórico.
Imaginate nosotros, que nos criamos ahí adentro. Salir campeón en tu club, con tu hermano y
clasificar al Nacional. Fue lo máximo", resaltó Luis.
Juan
hizo la mayor parte de su carrera en Santa y también jugó en otros clubes del
interior. Sin celo alguno, disfrutó tanto como Luis el paso de éste por el
fútbol grande.
"Fue
impresionante. Me iba a Buenos Aires para verlo. Entrabamos gratis a todos los
boliches. Imaginate, ¡con 18 años en la Capital!", agregó Juan.
Ambos
supieron conjugar las dos esferas. El futbol era importante, pero no estaban
dispuestos a sacrificar su vida por ello.
Hoy,
son padres de familia y abuelos (Juan está en camino). Luis trabaja en el Banco
Nación desde hace más de 20 años y su hermano es mas "busca". Se encarga de
cuestiones inmobiliarias, temas de salud, viajes y alguna otra "cosita" que va
saliendo.
Santamarina
todavía los sigue reuniendo. A veces el fútbol senior y otras veces cuestiones
ligadas a la vida societaria de la institución. Es un amor que los unirá hasta
el fin de los días.
"Es difícil dimensionar
todo lo que significa Santamarina en nuestra vida. Pasé mi vida acá. Fui
hincha, socio, jugador, director técnico, dirigente. Estuvimos, junto a otros
amigos como Tati Silva, Tito Mastronardi, Muri Ferrari, el Pollo Pérez, Emiliano Mouilleron, Fernando Vergel, entre otros, para refundar el club
después de la quiebra en el año 1999. Ahora el club está en una división muy
importante del futbol argentino y también progresando en lo institucional, con
el predio centenario creciendo. Ese grupo de amigos revivió a Santamarina. Uno de los
objetivos que nos planteamos era revivirlo. Y lo revivimos. Y mucha de esa
gente quedó en el camino, montón de amigos que colaboraron. ¿Que mas te puedo
decir de Santamarina?", se terminó
preguntando Luis.
Con esa pasión viven y
disfrutan. Los hermanos Petrucci son dos verdaderos Personajes de nuestro
Tandil.
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