31 de julio de 2019
«El genio comienza las grandes obras, pero sólo el trabajo las acaba»
Joseph Joubert
Nacida en Juárez, allí se educó y convivió con sus tías que "hacían las labores" con agujas, hilos y lanas "era bordado, o crochet o tejido a dos agujas...no sé ni como empecé, creo que haciendo algo para mis muñecas... a los 7 años, por entonces era normal que las nenas hiciéramos cosas de nenas...otra época" Hace 35 años SUSANA ZAMBON (58) se casó y su vida se trasladó al campo, en la zona de Cerro Pampa (a 19 km de Vela rumbo Acelain), donde con Chachalo Iriarte formaron una familia. Su vida fue la de esposa y madre, tal y como lo cuenta "Fui ama de casa a tiempo completo, con todo lo que eso implica, además de las tareas del hogar... algo de jardín, algo de huerta, venir al pueblo de compras y hasta llevar algunos papeles para aliviar a mi marido. No necesitaba un ingreso extra, pero siempre tejí. No recuerdo un solo día de mi vida en que no haya tejido, aunque sea un ratito. A veces pienso que fue mi cable a tierra, en lugar de hacer pilates, yoga, o ir al gym... yo tejía, para mis hijos, para mi marido, los sobrinos... en fin, para la familia. Nunca se me pasó por la cabeza que alguien podría valorar mis tejidos"
Susana es calma, amena y sensible, una libriana detallista con un alto sentido de la estética, que ella niega expresando: " soy una mujer muy sencilla... me gusta escuchar la radio, dejar la tele prendida, aunque no le de mucha bolilla... los chicos ya están grandes, Mercedes (30) vive en Tandil y Juan (33) trabaja acá en el campo con su padre. Hoy la actividad pide mucha tecnología y yo ya los crie. Me quedo acá solita con mis lanas"
Susana recuerda la importancia de las llamadas "manualidades" hace 40 o 50 años. Menciona a su padre, que trabajaba en el banco y llevaba pañuelos de batista bordados; Susana tenía 12 o 13 años y tardaba días y días en hacer los monogramas. Reflexiona sobre el enorme cambio en la moda y la valoración que vuelve a tener hoy el tejido ARTESANAL. Tal vez, algo más que una moda tal vez el retorno a esa prenda única e irrepetible. Ya llevaba años tejiendo y mucha gente desconocida le encargaba trabajos. Y un día la iniciativa de su hija Mercedes empezó con las primeras fotos: "Mamá, ya tenes casi clientas fijas... y tendríamos que armar una página en Facebook, yo la voy a subir. Ella estaba convencida. Bueno, entonces sacamos unas cuantas fotos de prendas en el parque, sobre un banco de plaza. Había que buscar un nombre, y yo dije EUSEBIA, como mi madre. Así, sin que me diera cuenta empezó mi producción"
CUANDO LOS HOMBRES TEJÍAN
El tejido de punto, tal como lo concebimos hoy manual y con dos o más agujas... posee una incierta y fascinante historia. El paso del tiempo y el uso de materiales degradables como la seda o las diferentes lanas, impidieron la conservación.
Hay evidencias de piezas tejidas en seda en Egipto allá por el 600 a.C. También los persas y los otomanos se afanaban especialmente en tejer zapatos y babuchas de seda, un trabajo de hombres y muy considerado como arte menor. La literatura griega atribuida a Homero (año 650 a.C), cuando Ulises regresa a su isla después de Troya (LA ODISEA) menciona la espera de Penélope que por diez años aguarda a su marido y rey, negándose a un nuevo matrimonio hasta no terminar el tejido. Sí, ese mismo que tejía de día y destejía de noche esperando el regreso de Ulises. Los romanos valoraban mucho las técnicas del tejido, y cierto tipo de elaborado calzado hallado en las tumbas -trozos de hebras entretejidas unidas luego con puntos realizados con agujas de coser- mostró una insuperable calidad y perfección; hablamos del 600 d.C., siglo VII
Por el año 1.500, con el intenso comercio en el Mediterráneo, surgieron los CALCETEROS: expertos en tejer calcetines y calcetas. Requería una expertisse notable y solo se podía obtener el título/permiso como "calcetero" tras una serie de exámenes y evaluaciones. De las costas llegaron a las cortes y a las calles: los calceteros ambulantes -que tejían con dos hebras al mismo tiempo- usaban dos carretes en una misma tabla, que llevaban atada a la cadera. Algunos lograban 200 puntos por minuto, para ser más rápidos inventaron las cajas, donde metían la aguja derecha, dejando libre la mano derecha para ir pasando los puntos de una aguja a otra con mayor velocidad.
En la VALETA, capital de la Isla de Malta, existe un Museo del Tejido que sorprende.
Como curiosidad podemos agregar que los más finos y delicados trabajos son del XIX: chales, mitones, gorros, manteles, canastillas, bolsos, alfileteros de punto con abalorios, perlas y piedras preciosas. Los expertos aseguran que aún no se ha superado la dificultad, la fineza, elegancia y el arte de esas artesanías. Desde los guantes eclesiásticos, hasta los cojines imperiales, pasando por la camisa de Carlos I en su muerte, tejida con finísimas agujas e hilos de seda y oro... hasta las famosas zapatillas tejidas de madame Bovary. No hablamos aquí de telares, sino de tejido entrelazado uno dentro del otro, pasándolos de una aguja o palillo a otro para formar la malla; a veces con hebras de seda tan finas como un cabello.
Para Susana, el trabajo manual no es trabajo, ella lo hace con enorme placer, por el gusto de crear y ver como de sus agujas (a veces llega a tejer con agujas N°9) van saliendo trenzas, torzadas, bordes de punto arroz o Santa Clara...parejitos, perfectos, con idéntica tensión: "yo pienso que tejiendo bien las prendas no se deforman, por eso me gusta elegir a mi el material... voy y compro lo que me gusta en cantidad suficiente. Porque tiene que resultar tierno, suave y a la vez duradero, que tolere lavados y no pierda ni el color ni la forma". Eso sí, Susana es tímida y no quiere que le saquen fotos, le da mucha vergüenza, entonces nos limitamos a su contraluz en el ventanal de su casa y sus manos mágicas, esas que enredan lanas y vida. Como el refrán: "la vida es como un tejido, cada historia esta enlazada con otra y todas relacionadas"
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