"Cisne, tendré tus alas blancas por un instante y el corazón de rosa que hay en tu dulce pecho palpitará en el mío con su sangre constante", dice el poeta nicaragüense Rubén Darío desde una hoja amarilla impresa en 1963 para que los ojos que la leen se preparen y luego logren ver eso que sin los lentes de la poesía parecería imposible de alcanzar. 

Ahí, en el territorio de los sueños invisibles, aparece el artista Nicolás Hernandorena con la magia de sus pinceles hechizando a niños, niñas y jóvenes de las escuelas de Tunitas y Arco Iris. "Fueron trabajos colaborativos y queda muchos más que murales", cuenta tras terminar proyectos pictóricos y educativos en las paredes de los arrabales y dice que sigue manteniendo comunicación con los adolescentes que ya no ven a la Universidad como el lugar de otros. "Voy a terminar la escuela y después me anotaré en el campus. Quiero ser el primero en mi familia con título de universitario", le confió uno de los pibes hace unos días.

Es una de las breves historias que se producen con la unión de academia y barrio por iniciativa de ambos, como la que se llevará a cabo pronto con una nueva Expo Unicen, el evento que desde la Secretaría de Relaciones institucionales se organiza para que miles de alumnos del nivel secundario conozcan las infinitas posibilidades que se abren tras la decisión de continuar con los libros en esos paraísos de la enseñanza y el aprendizaje de Tandil, Azul, Olavarría y Quequén llamados campus. 

"Hubiese sido más sencillo organizar la despedida de Maradona", suelta y ríe Bernardo Bárcena, uno de los organizadores de la movida de promoción de carreras que ya es un clásico de la agenda universitaria, mientras coordina múltiples charlas con profesores, maestras y científicos de la región.    

Ambas, como muchas más, son instancias en las que los continuadores de ese ambicioso anhelo lanzado al viento del sudeste bonaerense hace medio siglo atrás por hacedores como Zarini de la mano del pueblo, buscan sembrar llamas de pasión y progreso social e individual, chispas que se transformarán en poderosos proyectos de vida, imposibles de imaginar a través de una página de Excel, aunque se sabe que son la mejor inversión.