25 de noviembre de 2019
por
Marcelo Bettini
Julio César Elichiribehety -ex jefe de Gabinete, ex
secretario de Desarrollo Social, histórico jefe de campaña de Miguel Lunghi-
abandonó el gobierno por segunda vez y promete que ya no regresará porque es
tiempo de dedicarse a su familia. En una conversación sin concesiones con El
Diario de Tandil reveló detalles de un pormenorizado estudio de la historia de
las elecciones municipales que llevó a cabo junto a la profesora de historia y
diputada electa Melisa Greco. Tras 16 años en la cima del poder local, repasó
los recientes comicios, la interna con Nicolini, las vicisitudes de la alianza
con el PRO, las fallas del peronismo y de su propio gobierno. Tampoco esquivó
la reflexión sobre un proyecto que lo tiene como fundador, que ya entró en la
historia de la ciudad como la intendencia más larga por voto popular y cuyo
destino, más allá del bicentenario, aparece con más dudas que certezas.
-¿Hay un arquetipo
del intendente de Tandil?
-Voy a decir una frase políticamente incorrecta: Tandil no
vota petisos. No lo tomen como un chiste ni un agravio, trato de ser
descriptivo. A lo largo de su historia, el pueblo de Tandil ha votado
mayoritariamente a varones más bien altos y de físico ampuloso, con ciertas
características paternalistas. Han sido hombres con una vida ya hecha en alguna
actividad fuera de la política, con sus cuestiones familiares y personales ya
resueltas y que por eso podían darse por entero a la gestión pública. Porque para
el intendente no hay sábados ni domingos, porque además de gestionar tiene que
ir a los lugares donde lo invitan, a las reuniones sociales, a festivales,
porque eso es construir vínculos y forma parte de gobernar.
-¿El recorrido por la
historia de las elecciones en Tandil dice algo sobre el mito de la ciudad
peronista?
-Terminemos con el
mito de que es una ciudad peronista, por favor. El radicalismo ha tenido el
doble de intendencias y eso no se da en muchas ciudades. El intendente del
bicentenario sería el número 31. Lo digo en potencial, cabe alguna duda porque
desde Dufau hasta nuestros días hubo algunos jueces de paz que administraron la
ciudad. De esos 31, doce fueron intendentes radicales que gobernaron 43 años en
total; serán 47 años al finalizar el último gobierno de Lunghi, que es y será
el intendente que más años estuvo al frente de la ciudad.
- Aún así han pasado
largos períodos fuera del gobierno
-El radicalismo gobierna cada 20 años: 1963 Pepe Lunghi,
1983 Américo Reynoso y 2003 Miguel. El intendente elegido en 2023 podría ser
radical si no se rompe esa tendencia.
-¿Ese tiempo en el
poder y esos rasgos que menciona no constituyen la imagen de un patrón de
estancia?
-¿Y cuál es el problema? Eso vota la mayoría. Fijate en los
intendentes que gobernaron tres períodos o más. Son siete y tienen acciones
convergentes. Todos ejercieron un fuerte liderazgo. Y cuánto más atrás te vas,
más se acrecienta esa figura, por lo tanto, queda claro que quienes critican
que a veces Lunghi actúa como patrón de estancia no entienden las claves de la
tandilidad.
-¿La oposición no
entiende la idiosincrasia de la ciudad?
- El peronismo no lo entiende. Nunca lo entendió. Queda más
claro con los Circuitos Electorales que dejan ver el comportamiento del
conglomerado de integración, la clase media y media alta vota el orden, votan
al tipo que les da certezas. No quieren uno más, quieren uno que resuelva los
problemas. Por eso digo que no hay peor eslogan en la historia de las
elecciones que el de Mario Bracciale cuando le ganamos en 2003. "Un vecino
más", era la frase que usaban. ¿A quién se le ocurrió semejante barbaridad? La
gente no quiere uno más, por más buen vecino que sea. Eso también es parte del
arquetipo del intendente de Tandil: Un fuerte liderazgo sumado a acciones
concretas en la comunidad y una característica física determinada. Y fueron
todos hombres hacedores. Al tandilense no le gusta quien ha vivido mucho tiempo
del Estado. Carlitos (Carlos Fernández, actual diputado nacional) es un ejemplo
perfecto de esto, no hay nadie que sepa más de municipalismo que él, tiene una
carrera brillante, pero nunca pudo llegar a la intendencia.
-¿Rompe el arquetipo
porque trabajó casi toda su vida en el Estado o porque es petiso?
-Por ambas cosas.
-¿Y qué me dice de
Raúl Escudero? Es un hacedor exitoso, eso es un ingrediente fundamental del
arquetipo.
-Hay que entender algo; el tema de la estatura o cualquier
otra característica por sí sola no dice demasiado, hay que mirar un cúmulo de
cuestiones que, aunadas, forman el arquetipo y Raúl no tiene el perfil de los
intendentes que ha votado hasta acá la mayoría de los tandilenses.
-¿Y en qué categoría
entraría Néstor Auza?
-Bueno, entra en la categoría de los candidatos de baja
estatura también pero lo que lo condenó no fue este hecho. Digamos que ponerse
en la vereda de enfrente de la Ley de Paisaje Protegido lo sacó de carrera.
Auza se puso en contra de la Ley de Paisaje Protegido. ¿Cómo te vas a poner
enfrente de los deseos de la tandilidad plena que es proteger las sierras? Y
ahí ves que no le sumó ni tres votos a Randazzo, no le pudo aportar nada
propio. Con Rogelio pasó algo parecido, sacó menos votos que Alberto Fernández.
Acá el único que sumó más votos que los cabezas de sus listas en todas las
elecciones en los últimos 16 años ha sido Miguel Lunghi.
-¿Hablando de Lunghi,
cuánto juega la edad del candidato?
-El último menor de 50 años fue Carlos Raúl Marzoratti en
1952. Pareciera que no se vota a gente joven que todavía tiene asuntos que
resolver en su vida privada. Se vota experiencia y eso quedó claro en la última
elección, donde Miguel enfrentó a dos personas como Rogelio (Iparraguirre) y
Marcos (Nicolini), con características similares, mucho más jóvenes que él y
que han estado toda su carrera ligados al Estado. La gente votó dos veces a
Miguel. Primero para que le ganara a Marcos y después para que triunfara sobre
Rogelio. Votó previsibilidad. Quiere al comandante del avión que acuatizó en el
Río Hudson (Chesley "Sully" Sullenberger) en una emergencia, el tipo que no
titubea, que podrá equivocarse pero es serio y labura. Que ya hizo la guita
como profesional independiente, que no se va a timbear la ciudad, no va a dar
saltos al vacío.
-Y a pesar de que se
impone la agenda de género, el sexo también parece ser un condicionante.
-En efecto lo es. La primera candidata a la intendencia fue
Dina Robagnatti de Panighetti, en 1991 y por el Modín de Aldo Rico. No llegó al
cuatro por ciento. Y este año, con la ley de paridad ya lanzada, Andrea Almenta
tampoco alcanzó esa marca. Ambas se habían destacado en el mundo productivo,
pero en la carrera por la intendencia les fue muy mal.
-En la campaña se
habló mucho de la previsibilidad que garantizaba Lunghi. ¿Qué significa, más
allá del eslogan?
-No sé si da para explicarlo mucho porque algunos no lo
quieren entender. Fijate que los chicos de 16 años que votaron por primera vez,
nacieron cuando Lunghi llegó al poder, es decir que jamás vieron a otro
intendente que no fuera él. Hay una familiaridad. El otro día estábamos tomando
una cerveza en Antonino después del acto de Globant por el nuevo edificio; pasó
una nena de once años vendiendo un bono de $100 para el viaje de egresados de
primaria. Entre todos le compramos. Agarró la plata y dijo "Gracias Miguel".
¿Entendés? Al resto ni siquiera nos registró. Lunghi es un rockstar, va a una
escuela y los pibes le gritan "¡Eh, Lunghi!". Son 16 años de gestión con logros
de un tipo al que no le han entrado las balas. Ni un solo hecho vinculado a
corrupción se le puede endilgar. Esa valoración positiva lo termina haciendo
previsible y encima tiene sintonía con todos. A pesar de ser un tipo tan rígido
ha ido flexibilizando sus posiciones y se entendió bien con todos. Veremos cómo
le va con Kicillof (Axel, gobernador electo) pero no me extrañaría que termine
entendiéndose bien.
-¿Dónde se nota más
la fricción del tiempo en una gestión?
-En los barrios como La Movediza donde la población joven es
mucho más grande que en cualquier otro punto de la ciudad. Es impresionante la
franja etaria joven... joven y "K". Hemos perdido el territorio en esos lugares.
Teníamos más presencia, le competíamos más al kirchnerismo ese terreno. El
propio Miguel lo hacía. Cuando yo estaba en la Secretaría de Desarrollo Social
salíamos hasta tres veces por semana a los barrios. En una Ducato llevábamos
desde pañales hasta pan dulce. Pero la gente lo quiere ver al intendente, si
no, tenés que tener secretarios potentes, con mucha fuerza.
-¿Y qué cambió?
-El gobierno ha ido agotando la cantera, casi a la partida
de Carlitos en 2009. Digamos que hasta 2011 fue nuestra mejor época. Vos pensá
que el peor Tito Maggiori, el más neurótico, era mejor que cualquier secretario
de Desarrollo Local que vino después de él. Mario Civalleri como Secretario de
Obras Públicas. Carlos Fernández jefe de Gabinete. Yo mismo en Desarrollo
Social. Imaginate que en el primer gabinete el flaco Frolik era secretario de
Legal y Técnica, ¿con qué funcionarios podés superar eso? Era un gabinete de
experiencia, con amor propio, el affectio societatis se dio después de la
primera gestión, cuando nos demostramos que ninguno quería fracasar en lo
individual.
-Nadie quería ser el
eslabón débil de la cadena...
-Es que veníamos de De La Rúa, del 2 por ciento de Moreau,
nos decían que los radicales sólo servíamos para hacer oposición y Miguel nos
arengaba y nos llenaba la cabeza, nos decía que teníamos que demostrar que el
radicalismo podía gobernar. Teníamos hambre y amor propio, habíamos estado 17
años comiéndonos los mocos fuera del gobierno, desde que Américo (Reynoso)
entregó la intendencia a Gino Pizzorno. Por esa razón todos llegamos después de
los 40 años, estuvimos casi dos décadas en una travesía por el desierto
comiendo anchoas.
-Volviendo al
presente. ¿Por qué cree que no ganaron en algunos barrios donde hicieron récord
de obra pública? ¿Es la tesis de que 'el asfalto no se come'?
-Esta ha sido una campaña muy difícil porque hubo que luchar
con miradas reduccionistas. Dentro del gobierno hay un sector más duro, antiperonista,
que protesta porque perdimos. Y yo les pregunto ¿cómo saben que no nos votaron
si antes de los circuitos electorales no teníamos información por zonas? ¿Y si
resulta que en realidad sacamos más votos que antes? ¿Y si perdimos por un
puñado de puntos en Movediza, Villa Aguirre o Tunitas y antes perdíamos por
más? Y no hay que olvidarse de que íbamos con Macri en la foto y era difícil de
convencer al joven que no consigue trabajo o a la familia que no llega a pagar
los servicios de que vote esa boleta.
-¿Y por qué no
promovieron el corte?
-Porque teníamos que retener el voto de Marcos Nicolini que
estaba más asociado al PRO, entonces, si nos volcábamos por el corte corríamos
el riesgo de ganar dos votos K y perder cuatro votos PRO. Mirá que nosotros hemos
hecho otras campaña cortando boletas con guillotina, pero en esta, si bien
hicimos una apuesta vecinalista, jugamos dentro del espacio cien por ciento.
Hasta intendentes del PRO salieron con videos explicando el corte. Esta vez, en
buena medida por la interna, nosotros estuvimos obligados a hacer un
equilibrio. La alianza con el PRO no solo nos quitó identidad, también perdimos
votos.
-¿Qué tensiones de
gestión se pueden detectar rumbo al bicentenario?
-Hay una aparición de emergentes sociales y el gobierno
tiene que ir adaptándose a las demandas de la sociedad. A partir de 2008 o 2009
empezamos a tener un punto de conflicto con Pirotecnia 0. Y si bien Tandil
Brilla convoca multitudes, el reclamo por el cese de los fuegos artificiales
llegó para quedarse y hay que tenerlo en mente. El Tiro Federal nunca fue
problema hasta que la ciudad creció y lo terminó rodeando, incluso con un
colegio al lado. El tema de los mascoteros enlaza con la pirotecnia, con
políticas sobre tenencia responsable de mascotas y castración. Bueno, yo jamás
imaginé que iba a ver 300 personas marchando con sus mascotas para reclamar. Yo
estaba tomando un café en Rana Baris y los observé... ¡Una señora llevaba una
jaula con un canario y otra traía una tortuga! Y hay reclamos quizá menos
multitudinarios pero también son emergentes, como los del colectivo LGBTQ o
Flor Julia, corriendo por la calle Belgrano agitando un consolador como
bandera. El Consejo Económico y Social lo impulsó Facundo Llano y podríamos
habernos negado, pero por ahí el tipo iba armando asambleas y lo terminaba
imponiendo. No hay que tomar la decisión cuando ya estás rodeado por el
conflicto. El caso de Piñera (Sebastián, presidente de Chile) lo muestra claro.
Mandó a reprimir y dijo que estaba en guerra, no pudo leer que había otra
sociedad subyacente que tenía demandas. Ojo, esto ténganlo en cuenta: Se
termina imponiendo la agenda social. El Estado siempre corre de atrás pero
tenés que ir corriendo cerca para, llegado el momento, implementar los cambios
que reclama la mayoría. Si dejás que la agenda se te imponga, estás perdido.
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