24 de abril de 2018
por
Mauro Carlucho
La historia comenzó hace mucho tiempo. Quizas antes
que Jorge naciera. Su padre fue domador, su hermano marcó una época, los
payadores cuentan sus hazañas. Pero antes, también, hubo otro domador que
influyó en esta pasión por los caballos, "tucuta" Schang, quien fue
el gran referente de los hermanos Aristegui.
Mal que le pese a muchos argentinos, la doma es una
pasión que atrae multitudes. En el campo empieza como un juego, subiendo a
terneros o novillos bravíos. Pero esto no es nada si lo comparamos con los
reservados que aguantó nuestro personaje.
Jorge Aristegui nació y se crío en el campo.
Enamorado de los caballos y ese folcklore tan característico de la pampa
húmeda. "Soy el menor de seis hermanos, 2 varones y 4 mujeres. Mi primer
escuela fue la N° 27, recuerdo que ibamos todos a caballo. Pero como mis padres iban cambiando de
trabajo fui pasando por tras esfuelas como la de Napaleofú, despues la N°6 de
San Antonio y terminé septimo grado en la escuela de la Base Aerea, siempre en
la zona de Tandil. Yo iba a la escuela y ayudaba a mis padres en el campo.
Todos teníamos que trabajar", le dijo a ElDiarioDeTandil.
Los paisanos trabajaban de sol a sol, a la espera
de algún festival que los reúna. Ahí aprovechaban para usar sus mejores pilchas
y demostrar sus destrezas en el campo de doma. En ese entorno surge Jorge
Aristegui. Sin saber que algún dia se transformaría en leyenda.
"Desde chico que me gustan los animales y la doma.
Siempre andabamos haciendo travesuras con los potrillos o montando algún
petiso. En aquel entonces nuestros amigos eran los primos. No había internet,
telefono, nada. Apenas una tv en blanco y negro", contó sobre su infancia. Vivió una infancia sana, en donde la mayor
travesura era domar un ternero en el tambo y sin querer, tirar el tarro de
leche recién ordeñado.
A los 18 años le tocó el servicio militar y
aprovechó para lograr la independencia. Al salir de la conscripción no quiso
volver al tambo y se empleó en una estancia de la zona. Para esa época ya
andaba entre palenques y reservados.
"Yo empecé con la doma por ir a verlo a mi hermano
y en el campo siempre practicás. Aunque no te dediques a la jineteada, montás
en el campo para ver que es lo que pasa. Pero una vuelta estábamos en una jineteda
con los primos y faltaban montadores. Entonces me anoté para ver que pasaba.
Resulta que saqué el segundo premio en clinas y eso que era la primera vez que
competía. También me gané unos pesos y me gustó la idea. Ese fue mi comienzo
como jinete", recordó.
Para ser un buen jinete de doma no alcanza con la
valentía. Hay que tener técnica, fuerza y saber llevar el animal. Pero así y
todo, sigue siendo una disputa despareja. El animal es más grande y más fuerte
que cualquier hombre.
Jorge lo supo siempre. Un reservado se llevó la
vida de su hermano, pero ni esto detuvo sus ansias de seguir por este camino.
Lleva la doma en la sangre y de alguna forma su hermano lo acompaña en cada
jineteada.
"¡Qué te puedo decir de mi hermano! Guardo los
mejores recuerdos. Él me enseñó los secretos de ésto. Fué quien me hizo mis
primeras espuelas, me prestaba todo porque yo no tenía nada. Él fue un grande,
sacaba premios en todas las domas, de los mejores jinetes que he visto. Yo,
como podía, trataba de seguirle los pasos", indicó.
Luego agregó: "Mi hermano fue mi espejo. Mi maestro. Yo quería ser como
él. Pero nuestro ídolo de la infancia fue tucuta Shang. El mejor jinete que se
ha visto por aca. Era amigo de nuestro padre, muy querido por nosotros. Muchos
dicen que era un viejo loco, pero para mi fue una gran persona, un loco bueno
", dijo hablando de sus antepasados.
Sus padres no estaban contentos con esta desición
pero tuvieron que aceptarla. Su padre había sido domador, pero dejó de joven
para dedicarse a su familia. "No es fácil dedicarse a esto. A los patrones
no les gusta, porque podes estropearte feo y el lunes tenes que volver a
trabajar. A los 24 años clasifiqué por primera vez a Jesús María y mi patrón no
me quiso dar las vacaciones para ir a representar a la provincia de Buenos
Aires. Para mi era muy importante y fui igual, cuando volví tenía el telegrama
de despido", remarcó. Aristegui tenía claro que quería de su vida.
El Festival de Jesus María es el certamen mas
importante de Sudamérica. Jinetes de toda Argentina, y países vecinos, sueñan
con solo competir. Jorge Aristegui es el máximo campeón y referente absoluto.
Esto dimensiona lo que representa nuestro Personaje de la Semana.
Fue campeón en todas las categorias. Tiene 10
coronas en total. Una con basto y encimera, una de grupa y ocho en crina
limpia. Además de tres subcampeonatos y un tercer puesto. Hablar de él son
palabras mayores.
Estos logros, además, fueron refrendados en La
Pastora (nuestro festival local mas tradicional) y en los palenques mas
competitivos del pais. Por eso la leyenda y su eleccion como Personaje de El
Diario de Tandil. Aristegui fue y es un embajador de la ciudad.
Referente de jinetes jovenes e ídolo de multitudes.
Cuando el locutor anuncia que Aristegui está por subir al caballo, la gente
deja inmediatamente lo que está haciendo y posa sus ojos en este criollo nacido
en Tandil. No importa que se pase el asado o que se enfríe el mate. Ver
jinetear a Aristegui es un espectáculo que paraliza cualquier campo de doma.
Pero pese a esta fama y trayectoria, se siente mas
reconocido en otras provincias que en Tandil, en varias fue distinguido como
"huésped de honor". Aquí, el ex intendente Zanatelli lo recibió en una
oportunidad, Nestor Auza organizó una cena homenaje y el Concejo Deliberante lo
distinguió en otra ocasión. "Me siento reconocido por la gente que me rodea,
que es lo mas importante", deslizó.
Hoy sigue ligado a la actividad y se lo puede ver
en los festivales mas renombrados: "No dejé de domar, deje de participar por
los premios. Pero sigo montando domingo a domingo, sigo haciendo montas
especiales o montas de exhibicion", comentó sobre su presente. Tambien se
lo puede ver a traves de muchos videos en youtube y leer relatos épicos de sus
proezas. Este articulo vale para que los más jovenes descubran a un gaucho que
hizo historia y marcó el camino de unos cuantos.
Por último hablamos sobre las críticas que reciben
las jinetedas por las protectoras de animales y otras personas anónimas,
Aristegui tiene clara su postura: "Yo pienso que toda esa gente está
equivocada. Antes que suspender las jineteadas hay que suspender los
frigoríficos. Ahí matan yeguas, potros, padrillos y nadie dice nada. Creo que
tendrían que empezar por ahí. Además, los caballos de jineteada son los que
mejor vida tienen. Trabajan muy poquito, están en los mejores campos y se
reproducen, incluso mueren en el campo. Nadie se pone a pensar en los caballos
de estancias, que cuando se hacen viejitos o se lastiman, los cargan para el
frigorífico directamente. No les importa que trabajaron 15 años en ese lugar y
dieron el servicio que dieron. Como no sirven mas, en vez de jubilarlos los
mandan a frigorifico y con eso compran una vaca mas. ¿Que es mas triste?",
finalizó.
La historia de los Aristegui atravesada por un
caballo
Lo llamaban "El Zorro". Su historia es un mito para los domadores.
Participó en 157 jineteadas y solo Aristegui pudo vencerlo, aunque algunos
digan lo contrario. Pasó sus últimos años descansando en Cascallares, donde lo
visitaban niños y adultos.
Comenzó a ser un mito en 1978, cuando en el
palenque lo esperaba el gran Tucuta Schang, el mejor montador de todos los
tiempos, según los especialistas de la doma. Sin embargo, El Zorro pronto se
deshizo de él: ya en el segundo salto se lo sacó de encima. A partir de eso,
comenzó a atraer de a miles a los fanáticos de la doma en distintos lugares del
país.
Todos querían estar presentes cuando alguien
venciera al tordillo de 640 kilos y puro músculo. Lo intentaron domadores
célebres como Ismael Santamaría, Chito Maldonado y Luis Romero, pero fue en
vano.
La fama de indomable de El Zorro fue creciendo
tanto que por intentar domarlo, los jinetes cobraban entre 7.000 y 10.000
pesos.
Un día apareció la creencia de que El Zorro era un caballo asesino. Eso
ocurrió en la tarde del 11 de septiembre de 1983, en Tres Arroyos. Allí, el
jinete Carlos Aristegui lo pidió en el palenque.
Inmediatamente, en un par de saltos, El Zorro le
quitó las riendas de la mano. El domador iba y venía sobre su lomo. El pecho de
Aristegui chocó con la cabeza del caballo, una de sus piernas se quebró en otra
abalanzada y quedó colgado de la estribera. No pudo con El Zorro ni con sus
heridas: murió en el intento.
Años más tarde, en Necochea, Jorge Aristegui quiso
vengar a su hermano Carlos, domando a El Zorro. Unas 25.000 personas asistieron
al silencioso duelo. Nuestro paisano logró su cometido y aguantó las embestidas
del reservado. La gente invadió el campo de doma para abrazarlo y saludarlo en
un momento tan especial.
El legendario caballo también tenía otra cualidad. "Era
líder de la tropilla. Cuando viajábamos - recuerda Passarotti, su dueño - ,
si El Zorro no bajaba primero del camión, no lo podía hacer ningún otro
caballo. En el campo era reacio al agua ajena. Y si él no tomaba, no tomaba
ninguno".
Después de tirar domadores en 157 jineteadas, El
Zorro se alejó de las pistas. Fue en Bragado, el 13 de abril de 1997. Ese día,
la mitad de los pobladores de esa ciudad del oeste de la provincia de Buenos
Aires lo despidió con una ovación interminable. El Zorro muere el año 2000, en
Cascallares. Es un Mito Criollo.
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