19 de agosto de 2016
por
Rodrigo Podestá
"Es una larga historia la del Hogar, en 1923 se funda este lugar como un hospital y comenzó a funcionar así hasta que luego se transformó en el asilo de ancianos", cuenta Marcelo Abalos, encargado de residentes del Hogar, "y luego también funcionó como un Hogar de Niñas. Las que fundaron la institución fueron las Damas de la Caridad del Sagrado Corazón de Jesús, ellas eran un grupo de mujeres de la sociedad de Tandil que dedicaban su tiempo a recibir y acoger a todas las personas que eran solas, que no tenían recursos. Con los años la comunidad siempre colaboró, el Hogar siempre fue un centro de donaciones por parte de la gente porque siempre fue una obra de bien abierta a todos. Luego con los años, las hermanas de la Misericordia, quienes llevaban la dirección del lugar, no le pudieron dar continuidad, ya que eran muy mayores, y deciden retirarse y enseguida las Damas de la Caridad abrieron la posibilidad para hacer una gestión de otro tipo, y entonces el Hogar empieza a tomar otro rumbo y desde el año 2014 ellas se contactan con la Asociación Civil Santo Domingo, que es la Asociación que hoy tiene el colegio y un instituto superior, abocados a la educación pero con el objetivo de abarcar a la persona en todas las etapas de la vida, y se decide tomar este legado de las Damas para continuar con esta obra", agrega Marcelo.
Gracias a esta nueva etapa, hoy el Hogar puede seguir con sus tareas y cuenta por estos días con 52 residentes, los cuales pueden vivir ahí, en esta amplia casa donde reciben alimentación, tratamiento, atención permanente y pueden participar de distintos talleres, actividades y salidas.
"Lo que fue cambiando a través del tiempo también fue la mirada, cómo se mira a la tercera edad", explica la Lic. Vanesa Bruno, trabajadora social del Hogar "San José", "antes se veía como un lugar para los más necesitados y ahora se ve más como un Hogar, y a las personas de la tercera edad como personas activas y como sujetos de derechos, no como un depósito de viejos. Se fue corriendo la mirada y trabajamos con un equipo interdisciplinario de profesionales desde lo clínico, social, terapéutico, nutricionistas, médicos, estamos todos trabajando y apostando a otra mirada desde la tercera edad".
Para todo el equipo, esta nueva mirada sobre las personas mayores es fundamental para revalorizarlas y demostrar que en esta etapa de la vida se pueden desarrollar muchas actividades y nuevas experiencias: "la gente viene y advierte las actividades que hay en el lugar, las visitas que hacen instituciones y escuelas las hacen porque tienen el interés de despertar la conciencia en jóvenes y en adultos sobre la tercera edad, y vienen con una actitud solidaria. Hay muchas escuelas que vienen con la idea de que los chicos aprendan y se formen, y puedan tener una experiencia solidaria y darle mucho valor a eso. Para nosotros la visita de jóvenes e instituciones ayuda mucho a la vida de los residentes, ya que hay muchos que no tienen familiares y empiezan a generar estos vínculos", explica Abalos. "El cambio general es positivo para ellos, para ambos, para el que recibe y el que lo da, ellos cuentan sus experiencias de vida, les encanta contar sus historias de vida a los más chicos, y los chicos escuchan. Lo disfrutan mucho ambos lados, a través del juego, juegan a las cartas, cuentan historias, escuchan música, tocan la guitarra, es muy positivo para todos", agrega Bruno.
Un lugar de encuentro
Los caminos de llegada de los residente son variados, puede ser por un familiar o un vecino que se acerca a averiguar porque ya no pueden sostener la situación de esta persona en su casa. "También trabajamos mucho con Desarrollo Social donde hay un área de Adultos Mayores y ellos se comunican con nosotros cuando les llega un caso para dar ingreso a esta persona a través de PAMI, y también a través de Curaduría del Poder Judicial, hoy tenemos personas que tienen un curador oficial, son personas que al no ser capaces de decidir por sí mismas necesitan una persona que es el curador. Entonces son ellos los que solicitan el ingreso", explica Bruno.
Para aceptarlos se cumple con todo un proceso de admisión, donde es evaluada la persona que va a ingresar a través del equipo de trabajadores sociales y enfermería, se evalúa lo clínico y lo social, se hace un informe y se resuelve en equipo. "El criterio es tener en el Hogar las condiciones para sostener a la persona que va a ingresar, por ejemplo, patologías psiquiátricas severas sabemos que no podemos sostener entonces sabemos que no va a ingresar porque no es un lugar apto. En eso va variando el ingreso y el decidir el sí o el no, lo definimos en equipo básicamente para darle la mejora calidad de vida a la persona que va a ingresar", cuenta Bruno.
Dentro del Hogar, viven en distintas habitaciones de acuerdo a su situación, si son autoválidos, si necesitan más ayuda, para promover el diálogo entre ellos al estar en una misma situación. También a la hora de comer los dividen según sus características para que no haya errores o equivocaciones y tengan una buena nutrición. Además, hay distintos talleres, huerta, ciclos de cine, juegan a la lotería y al bingo. Salidas a la ciudad, hay sábados de tertulia y se programan paseos, como por ejemplo a Vela.
Otra forma de vincularse con la comunidad la realizan a través de pasantías que realizan los estudiantes de distintas instituciones en el Hogar, como por ejemplo el Instituto de Educación Física, la Carrera de Psicopedagogía, de Trabajo Social, de Acompañamiento Terapeútico, donde cada uno presenta un proyecto para trabajar en un área.
"También organizamos eventos especiales, por ejemplo el Día de la Primavera o el día del Adulto Mayor donde viene alguien a cantar, hay algún espectáculo, también se festejan los cumpleaños una vez al mes de todos los que cumplen, y ellos lo disfrutan un montón, hay algún show o espectáculo y se come un poco más a lo grande", cuenta Bruno.
"Hoy vemos que no es muy tenido en cuenta el Adulto Mayor, sobre todo los que están en situación más vulnerable. Nuestra población presenta un deterioro físico importante y psíquico, a nivel social nos parece que falta un poco de toma de conciencia de lo que es la tercera edad", explican, "hoy las expectativas de vida se han prolongado y llegar a los 80, 90 años supone llegar en otras condiciones y hoy la ciudad no está preparada estructuralmente para sostenerlos. No hay muchos lugares para albergarlos. Estas personas necesitan un acompañamiento para bañarse, para cambiarse, para comer, y esto se lo puede dar una institución. Las familias también cargan con muchas cosas, con miedos, con angustias, con esto de "lo estoy abandonando", entonces es sentarse con la familia y sostener a ambos, al que ingresa y a la familia. Por ejemplo, hay casos como el mal de Alzheimer donde los hijos nos dicen para qué voy a venir si ya no me reconoce, pero le decimos que venga igual porque en algún punto la persona conecta, y si dejás de venir también lo siente", explica Vanesa.
"El acompañar a las personas en esta etapa de la vida es un desafío a revalorizar las pequeñas cosas y apuntar a sensibilizarnos con el otro, porque hoy la sociedad apunta a que las cosas se resuelvan más rápido, vivimos todos muy acelerados, hipercomunicados, pero a veces estamos faltos de lo esencial. Es una etapa donde deben ir aprendiendo que van perdiendo capacidades, y requiere tanto amor y dedicación esta etapa como otras. Hay mucha riqueza en esta etapa de la vida que hay que aprender a descubrirla", agrega Abalos.
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