Deportes. Gustavo Marcaccio, una vida ligada al tenis y a Tandil

Gustavo Marcaccio es un ex-jugador profesional de tenis y actualmente se desempeña como Coach de tenis. Como jugador, en torneos Future consiguió 5 títulos, en torneos Challenger, sus mejores actuaciones fueron en el año 2007 donde alcanzó las Semifinales de los torneos disputados en Ciudad de México (México) y Bogotá (Colombia).

Luego, como entrenador, comenzó su relación con Tandil. Tras su retiro a mediados de 2009, fue entrenador del ecuatoriano Giovanni Lapentti. Durante 2010 y 2011 fue entrenador del tandilense Maximo González. También fue coach de Juan Pico Mónaco.

¿Cómo arranca tu relación con Tandil?

Me vinculo con Mariano Zabaleta porque es de mi camada y me llevaba muy bien. Entonces venía a Tandil algunos días a entrenar. Creo que las primeras veces que vine a la ciudad fue en el ?96, en las categorías menores. Ahí nacía la época de Guillermo Pérez Roldan, tras lo que había creado su padre, Raúl. Para los que veníamos atrás era una imagen muy fuerte, por eso de algún modo fue dejando una metodología de trabajo. Un legado. Formó un estilo y una identidad. En todos los que fuimos entrenadores, hay una escuela de Pérez Roldan en casi todos nosotros.

En uno de sus parates, Guillermo se volcó a entrenar a los mejores juveniles y a viajar con ellos, y en una de esas lo ligué de rebote. Para él era una buena motivación entrenar a grandes jugadores. Ahí lo conocí y me marcó un sello.

Luego, lo que cierra mi relación con Tandil, es que gracias a la hermana de Mariano Zabaleta conocí a quien hoy es mi esposa.

¿Cómo definís el sello que te dejó Guillermo Pérez Roldan?

Es una persona con una sabiduría enorme, un apasionado del tenis. Como cada persona que es muy buena en una cosa, ve detalles desde un ángulo que otro no. A mi me propuso ese ejercicio muchas veces, ver las situaciones desde otra óptica. A veces, uno se preguntaba cómo se podía llegar a ese análisis o cómo se le podían ocurrir esas cosas. A mi me ayudó mucho desde varios aspectos tener esa visión.

Además, era muy tajante, muy directo. Tenía su filosofía, era su estilo y tenía una convicción enorme, creía mucho en si mismo.

¿Crees que fue un adelantado Raúl Pérez Roldan?

Sin dudas. Siempre le busqué el por qué, y creo que lo benefició que no venía del ambiente del tenis, porque no estaba ?intoxicado?, ni tenía una mochila, como se dice. Estaba liberado y fue creando su propia identidad mediante estudio, instinto, ensayos, modificaciones. Allanó el camino para muchos, es lo que deberíamos hacer todos, despojarnos de la herencia y hacer lo que es conveniente y plasmar sus propias ideas.

¿Se los reconoce en el mundo?

Sí, muchísimo. Lamentablemente nuestro país está lejos en el mapa, entonces eso imposibilita a todos los interesados a venir en busca de esa referencia. Eso no favoreció para que Argentina tenga un poco más de reconocimiento a nivel mundial. Es mucho más accesible para el mundo del deporte visitar países europeos y tomar metodologías de ahí. Para la gente es muy difícil venir a Argentina, son horas de vuelo, escala, dinero, y otros factores.

¿Qué cosas tuvo como diferente Tandil para hacer la diferencia?

La materia prima es lo fundamental. Acá hay un fenómeno en ese aspecto, que excede cualquier explicación que uno quiera darle. Se termina el verso, como se dice. Es lo primordial. Estos chicos hubieran brillado en cualquier disciplina, tienen una calidad como atleta muy singular. Entonces, hay que partir de esa base, que no sé cómo explicarla. Si no tenés un dotado, por más entrenador que tenga, no será un fenómeno como los que salieron de acá.

Es difícil encontrar una fórmula?

Todos los fenómenos en el deporte son multifactoriales, cuando te querés encerrar en un canal, le errás. Nada sucede por una sola cosa, y el tenis tandilense es un caso de estos. Comenzó con la materia primera, luego con el método de enseñanza y la capacidad de los profesores. De tener la información y saber transmitirla para formar los jugadores. Hay una cuestión de efecto contagio también. Las ganas, el deseo, el hambre, la determinación en cada uno por supuesto que juega su partido. Y eso no se enseña, se siente o no se siente.

Por otro lado, uno de afuera ve que el tandilense es unido, se quieren y se ayudan. En el tenis pasó lo mismo, se fueron colaborando uno con el otro. Ese es un factor muy considerable y hay que ponerlo en la mesa para hacer la evaluación. Si él puede, yo puedo, es un contagio que sirve solo si está a mano. Y acá pasó.

Lo de colaborar es muy importante?

Doy un ejemplo. Mariano Zabaleta tiene una generosidad que nadie toma magnitud. Lo que hizo por el tenis no lo sabe nadie, y en silencio. Siempre demostró interés por ayudar al que sea, pasando la barrera de Tandil, sin esperar nada a cambio. Lo hacía por una cuestión de generosidad absoluta. Es un tipo del que muchos han aprendido, dejó un legado desde lo humano enorme.

Es un líder silencioso para toda esta generación. Es muy difícil de medir, a lo mejor pierdo la objetividad hablando de él porque lo quiero mucho y me ayudó muchísimo, pero siempre se mostró para dar una mano, para enseñarte el camino, para facilitarte etapas, o lo que sea. Y de generosidad, también hablo de tiempo. Porque es fácil para algunos ser generoso con cosas materiales, pero él te da su tiempo.

¿Qué nos podés decir de Machi González?

Su carrera es gloriosa. Tiene una riqueza enorme. Vivió etapas difíciles como una rotura de ligamentos cruzados, que justo fue cuando yo arranqué a entrenarlo. Quizá es mi mayor logró como entrenador, porque él no sabía si iba a volver a jugar. Zabaleta lo ayudó unos meses y ahí lo agarré yo. Al año estaba top 100, ganando el Challenger de Santiago.

Fue una emoción enorme que haya ido a los Juegos Olímpicos, porque no sabíamos si podía volver a jugar e hizo un esfuerzo enorme. Mostró sus ganas y con el tiempo esas actitudes se valoran mucho más. Como entrenador me enorgullece participar de ese pequeño porcentaje que intervino en su recuperación.

Y cómo jugador?

Es muy completo. No me gusta caracterizarlo, pero es un guerrero por sobre todas las cosas. Tiene una capacidad de ataque muy buena, de hecho lo demuestra en el dobles. Un gran jugador de tenis, muy habilidoso.

Ojalá que luego de gastar sus últimos cartuchos en singles, apueste fuerte en el dobles y pueda pelear torneos grandes.

Cuando llegaste a entrenar a Mónaco también tuvieron un gran momento?

Fue una emoción, que la asocio al cariño con la ciudad. Acá también tiene su aporte Zabaleta, porque siempre me acercó a los jugadores, me recomendó como entrenador. Tener a un top ten a un jugador que uno entrena es impensando, y en pocos años me pasó. Pico tuvo una carrera en la que fue construyendo ese logro, que fue meterse entre los diez primeros del mundo. Yo fui el último, el que lo agarró en ese momento justo, pero todos los que fueron parte de su trayectoria tienen un mérito enorme. Si uno se encierra solo en el momento que llegó, hay un error.

¿A Pico cómo lo definis?

Él es otro guerrero que tiene una frialdad en la cabeza increíble. Este deporte tiene muchos puntos importantes, el tipo de tanteador hace que las falencias mentales afloren en todo momento. Pico tiene una capacidad para sobreponerse a las dificultades. Además, sabía aceptar cuando estaba nervioso y cómo reponerse.

Por otro lado, físicamente tiene una genética impresionante, potenciada por su profesionalismo. Tuvo una enorme disciplina en su carrera con los entrenamientos y alimentación que hicieron que pueda desplegar su potencial físico.

Por último, definí a Juan Martín del Potro.

Un crack. Un jugador de una jerarquía, en todos los aspectos, notable. Técnico, táctico, físico, emocional. De los que no hay. A veces uno se olvida de la jerarquía que tiene por sus idas y vueltas con las lesiones, entonces cuando vuelve y logra algo como lo que logró, vuelve a darse cuenta lo que es. Es una suerte para el tenis argentino tenerlo, inyecta pasión en todos lados, es lo que necesitamos como deporte para seguir creciendo.

Ojalá que siga arriba, pisando fuerte para que el tenis pueda tener el crecimiento de tenis. Porque después de él, no sabemos que puede haber.