8 de junio de 2019
por
Mauro Carlucho
Jorge "giorgio" Ghersetti nació en Puerto
Belgrano (al lado de Bahía Blanca), pero la familia se mudó rápidamente a
Tandil atraídos por la belleza y prosperidad de lugar.
Sus padres habían llegado de Italia en el
año 1947, escapando a una post guerra que era realmente dramática.
Hasta aquí una historia habitual de
aquellos tiempos. El mundo había entrado en guerra y los países de la periferia
recibieron a miles de exiliados europeos, que escapaban del hambre y el horror.
Siempre se dice que la Argentina es un país
de inmigrantes (vale aclarar que los verdaderos dueños eran los pueblos
originarios, pero fueron masacrados en pos del "progreso") y los números lo
reflejan, ya que desde el "descubrimiento" de Colón, América fue una tierra de
oportunidades.
En el caso particular de los italianos, la
inmigración abarca un periodo de aproximadamente cien años, desde 1855 hasta
1955. Entre el primer grupo podemos mencionar a los picapedreros que llegaron a
Tandil en el siglo XIX, pero los Ghersetti lo hicieron en la última oleada, es
decir después de la Segunda Guerra Mundial.
Los historiadores Luigi Favero y Luciano
Baggio describen a los italianos llegados en ese entonces, como "de mejor
nivel de escolarización y un mayor dinamismo emprendedor". Respecto de las
actividades económicas a las que se dedicaron sostienen que mayormente se
desempeñaron en la industria y que se ubicaron más en las zonas urbanizadas que
en el campo. "Levantaron más
rápidamente viviendas, talleres y pequeñas y medianas industrias".
Este es el claro ejemplo de José Floriano
Ghersetti, padre de Giorgio, y el puntal de la familia que formaron junto a
Emilia Purgar.
A partir de la segunda posguerra es el
propio Estado italiano el que promueve la partida hacia la Argentina. En 1946
la Asamblea Constituyente definía la política de migración como un lado
esencial de la política económica y social en general.
Lo cierto es que el grave problema de la
desocupación se intentó solucionar a través de la emigración de la mano de obra
excedente; para ello, Italia buscó firmar acuerdos con países demandantes de
trabajadores como Australia y Argentina.
Nuestro país facilitó el ingreso de estos
extranjeros con leyes y convenios firmados por el Presidente Juan Domingo
Perón. Por este medio se intentó atraer a trabajadores de distintas actividades
económicas como lo eran los colonos, artesanos u operarios.
Desde 1870 hasta 1960, con algunos
altibajos en las cifras, se radicaron en el país más de 2 millones de
ciudadanos italianos y, por momentos, llegaron a ser casi la mitad de la
población del país. Se estima que en la actualidad, el 90% de la población
argentina tiene alguna ascendencia europea y que al menos 25 millones están
relacionados con algún inmigrante de Italia.
Los Ghersetti se asentaron primeramente en
Puerto Belgrano, donde ya venían con trabajo asegurado. Lo mismo hicieron otros
centenares de familias, que compartían esta dura historia del desarraigo.
"Mis
padres habían perdido todo por la guerra, hasta la familia. Cuando llegaron a
la Argentina lo hicieron a penas con lo puesto, dos bicicletas y la escopeta de
dos caños. Esta última era infaltable...", relató
Ghersetti a ElDiarioDeTandil.
La habían pasado tan fulera que apenas
querían hablar de su tierra. Sufrieron mucho y les llevó un tiempo acomodarse a
estas nuevas costumbres.
Jorge, nuestro entrevistado, nació al año
siguiente de la llegada. Su padre trabajaba como operario en la marina y su
madre se encargaba de los quehaceres hogareños.
"En
casa se hablaba en tano y mis amigos también eran hijos de tanos, asique me
costó mucho aprender el español, a pesar de que nací aquí. Mis padres tenían
más facilidad y agarraron el nuevo idioma enseguida, pero yo hasta tuve que ir
con una profesora particular porque sino no me dejaban entrar al Colegio San
José", recordó de su infancia.
La mudanza a Tandil se dio por un
ofrecimiento de José Stacul, quien era apoderado de Santiago Selvetti y se fue
hasta Puerto Belgrano para invitar a los italianos a trabajar en Metalúrgica
Tandil.
"Me
acuerdo perfecto cuando volvió mi padre y nos dijo que nos veníamos a Tandil.
Armamos las maletas y viajamos 12 horas en tren desde Bahía Blanca. Al llegar,
primero nos alojamos en el Hotel Edén y después fuimos a parar a la quinta de
los Fidanza, donde hoy se encuentra el Club Nahuel. Vos no te imaginas la
alegría y la emoción que le agarró a mi madre cuando llegamos a la estación.
Veía las sierras y se le llenaban de lágrimas los ojos. Le hacían recordar a su
tierra", nos contó también muy emocionado.
Nuestra ciudad ya había pasado por el boom de
la piedra y se estaba posicionando como una importante capital de la
metalmecánica. De allí las travesías que hacían los visionarios como Selvetti
para buscar mano de obra capacitada.
La historia a partir de aquí es común a
muchos europeos que "hicieron patria" en la Argentina. Fueron un factor
determinante en el desarrollo de la industria y aportaron su rica cultura en la
sociedad.
"Hay
imágenes que nunca se me van a borrar de la memoria. Son historias que me
marcaron para siempre. Por ejemplo cuando íbamos los sábado al correo, que
estaba en España y Alem. La primera semana del mes iban todos los tanos y los
españoles a mandar las cajas para Europa. A eso no me lo olvido más. No solo
porque era una diversión para mí en aquel tiempo, sino por lo que significaba
para ellos", dijo.
Giorgio recuerda con alegría los encuentros
en el Manantial de los Amores o en la quinta San Gabriel. Hasta 500 italianos y
descendientes se reunían a comer y hablar de su tierra. "Alguno aparecía con el acordeón, otro con la guitarra, la mandolina,
el violín y mi padre llevaba la armónica. ¡Parece que los estaría viendo!,
cuando cantaban alguna canción de Italia se les quebraba la voz, no te das una
idea como extrañaban su tierra. Con esas cosas te dabas cuenta lo que significa
el desarraigo y el estar lejos de tu patria", mencionó.
Su padre llegó a ser Jefe de Mantenimiento
en Metalúrgica Tandil hasta que en el año 1968 fundó Técnica Ghersetti, otra
firma que supo quedar en la historia de nuestra metalmecánica.
Trabajando arduamente, Ghersetti logró
darle calidad de vida a su familia. Compró su primera casa sobre Avenida
Rivadavia y Giorgio recuerda patente aquella época: "Habían salido unos créditos muy buenos y los tanos se metieron de
lleno. La zona de Rivadavia, Alberti y Constitución estaba llena de italianos.
Todos laburantes. Al mismo paso que levantaban las casas por su cuenta, se
encargaban de la infaltable quinta. Todos producían sus tomates, competían a
ver quién hacía mejor la salsa o el chucrut. Había un sentimiento de comunidad,
de tirar todos juntos. Ahí surge el Club Italiano en un terreno de calle Mitre.
Los mismos tanos fueron a levantarlo con sus manos y se transformó en un
importante punto de reunión".
Más adelante, cuando corría el año 1980 y
la situación económica era un descalabro,
José Floriano Ghersetti decidió volver a Italia.
Había hecho lo imposible por mantener el
plantel de empleados, pero la Argentina tiene esos vaivenes que son difíciles
de asimilar.
"La
enseñanza más importante que me dio mi padre fue la de no bajar los brazos,
pero esa vez no lo pudo soportar. Y mirá que ya tenía nietos para disfrutar en
Tandil, pero no soportó la situación y se volvieron los dos a Italia. Mi padre
falleció 8 años después en Roma y luego la trajimos a mi madre". Se le corta la voz y se detiene. Parece que los estuviera viendo.
Quizás caminando por las sierras, uno de los paseos favoritos, o cazando en los
campos, el hobby predilecto de aquellos tanos.
"Doy
gracias de haber caído en Tandil. Esta ciudad está bendecida, no hay duda de
ello. Pero mucho de su historia está relacionada con los inmigrantes que
vinieron a trabajar y se rompieron el lomo para salir adelante. Por eso se me
antojó hablar con ustedes. A 70 años de la llegada de mis padres, quería
reflejar la importancia de los inmigrantes y la gente que hizo tanto por
Tandil", finalizó.
Vale la pena este recuerdo. El caso de los
Ghersetti es solo un ejemplo de la historia de este país. Gente de trabajo, con
arraigo e identificada con este bello valle entre sierras que nos cobija.
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