16 de marzo de 2022
Mauro Carlucho, en una entrevista aparecida en este Portal de Noticias, escribía hace un puñado de años atrás el siguiente texto sobre la tarea Solidaria de Ña Amanda, como se mencionaba su cocina.
"Todos recordamos la hecatombe que sufrió nuestro país en el año 2001, pero en realidad esos acontecimientos fueron la eclosión de un proceso que venía madurando. Quedan en la memoria, guardados con tristeza, el corralito y la corrida financiera, pero había problemas más serios, sin querer desmerecer a estos. La gente tenía hambre, no había trabajo. Se deterioraban los lazos sociales ante la impávida mirada de los gobernantes de turno.
En este contexto Amanda Luro sintió que llegaba el momento de aportar su granito de arena para ayudar a la comunidad. La chispa se encendió una mañana en el consultorio del doctor Abel Rojas.
"Un día me di cuenta que me hacía mal ver a la gente con hambre. Antes no era que no me importaba, pero en esa época se despertó algo que se transformó en esta cocina solidaria".
El primer plato que cocinó en su casa para dar a otros fueron canelones, lo decidió allí en el consultorio. Salió y se puso a hacer panqueques, el doctor participó de la travesía con una bolsa repleta de productos. Corría el año 2000 y las necesidades eran muchas. Incluso para ella que disponía solo de una magra jubilación.
Después llegó el tiempo de la organización, porque cada vez más gente se acercaba a la casita del barrio UOM para buscar pan, leche o lo que haya para llevar a sus hijos. Se hicieron numerosas campañas para juntar fondos, donaciones, algunas empresas de la ciudad ayudaron durante un tiempo. El gobierno municipal también estuvo y Amanda lo agradece, pero pareciera que nunca alcanza.
En aquella época había que pasar el sacudón y cuando hay hambre no es fácil concentrarte en un trabajo o en los estudios. Con el tiempo la cosa mejoró y Amanda fue por más, el comedor se expandió y sumaron una sala para dar clases de computación, de cocina. "Queremos ayudar a la gente para que pueda conseguir un trabajo digno, que se puedan desenvolver en la cocina y hacer rendir más la comida que llevan a la casa. No es lindo ver a la gente pidiendo", sostiene con la voz entre cortada.
En estos 17 años de trabajo ininterrumpido se ganó elogios de todos lados, el propio intendente municipal la visitó en su casa y tuvo unas cálidas palabras, destacó "la sensibilidad y calidad de persona que es Amanda, quien trabaja todos los días en su cocina para poder mejorar la calidad de vida de muchos vecinos, cumpliendo un rol muy importante para la ciudad".
Faltan herramientas, pero sobra tanta voluntad como compromiso. Si con poco, ayuda a tanta gente, imagínense con mayor apoyo. Por eso no se cansa de agradecer a los que colaboraron y vuelve a pedir ayuda, "necesitamos más socios que contribuyan, que vengan a comprar facturas, el pan. Con esos fondos podemos seguir creciendo y preparando más cosas". Hace poco se animó con un catering, también con una feria de platos en la plaza. Cualquier excusa es buena para ponerse a cocinar y darle de comer a los que más lo necesitan.
"Acá están pasando cosas muy lindas", nos manifestó Amanda por teléfono cuando nos invitó a acercarnos a la cocina solidaria. Vaya que lo era. Este proyecto emociona de solo conocerlo.
Cuando se habla tanto de las bondades de nuestra ciudad, no podemos dejar de mencionar a la solidaridad. Tandil tiene sierras, paisajes bellísimos y personas increíbles que merecen ser conocidas. Amanda es una de ellas. Lo reconoció Lunghi, esa mañana en la casita atrás de la ruta, dijo "Tandil es una ciudad única, y la razón de esto es su gente, su solidaridad, el trabajo de sus instituciones y el compromiso de todos los vecinos. Todos trabajando en conjunto para poder tener cada día una ciudad mejor".
Amanda llegó a Tandil desde Copetonas, en la zona de Tres Arroyos al sur de la Provincia de Buenos Aires. Estuvo casa con Néstor Leone y tuvo tres hijos que la acompañaron en esta cruzada.
Su misión en estos años fue trabajar por los que menos tienen. No solo desde la cocina, ya que también hace mucho que dictan cursos de informática para la gente del barrio. Rara vez la vemos en el centro, a lo sumo para participar de algún evento o para "manguear" alguna ayuda para la cocina.
Su lugar en el mundo es en el barrio, junto a su gente y los vecinos".
En las últimas horas su vida se apagó y serán muchos quienes recuerden a esa mujer con mucha templanza que en momentos difíciles se les acercó para darles una mano.
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