23 de noviembre de 2025
En la esquina de la calle Constitución y Avenida Santamarina, todos los deseos pasteleros se cumplen
por
Noelia, de Tandil A Gusto
El año en que abrió
este establecimiento, se rumoreaba aquí y allá sobre sus productos. Se hablaba
del oficio de su creadora, se exponían gestos de sorpresa por parte de los
golosos que se acercaban a su vitrina y pensaba "¿cuántos habrán causado una buena primera impresión con el postre de
Estación en la casa de la suegra?".
Su dirección era
distinta y era la estrella de la cuadra. Algunas veces, parecía escondida entre
coches estacionados, pero la delicadeza en los detalles y los colores de su
fachada, no pasaban desapercibidos. Cada vez que ingresábamos, alguien "nos
pisaba los talones"; era un continuo flujo de personas deseosas de adquirir
aquellas destacadas preparaciones.
Recuerdo
nítidamente, la cocina que se encontraba a la vista y los cocineros que reían
distendidamente mientras batallaban con los rellenos que se encontraban en
enormes bowls de acero inoxidable sobre una mesada invadida por bizcochos.
Sentí un profundo enamoramiento por su tarta vasca que comía a desvergonzadas
cucharadas y sus scones de queso que eran ultrajados sin piedad no bien subía
al coche.
El último tiempo
en aquella dirección, Estación Delicias ya nos enviaba señales de nuevos
proyectos que supe leer con regocijo. Se habían ubicado dos pequeñas mesas a un
costado, que nos susurraban palabras de crecimiento...
Nuestra ciudad es
tierra fértil para todo tipo de proyectos gastronómicos, es por eso que me
resulta mucho más interesante recorrerla con sigilo. En la esquina de Avenida
Santamarina y Constitución, Estación
Delicias despliega su rebosante propósito. Al empujar esa enorme puerta de
vidrio, me di cuenta de que, en aquel amplio espacio, podía ser ella misma en
toda su pompa.

El día que
visitamos su nueva dirección, caía aquella lluvia finita y molesta que nos
obliga a beber tibias infusiones junto a una porción de dulce alborozo. Nuestra
comanda en la tarde de lluvia: un
canelé, un éclair y dos lattes.
Sentada allí,
mientras degustaba el sabor a intenso caramelo del canelé, disfrutaba de las
vistas que ofrece aquella extensa barra junto al ventanal. Los curiosos
entraban y preguntaban a la camarera qué contenía tal o cual preparación que
portaba nombres en italiano y en francés. Se demoraban alrededor de unos quince
minutos en decidir, dada la amplitud de la propuesta. Fue en ese momento que,
atestiguando la satisfacción de los comensales, quise escribir estas palabras.

Ésta segunda vez,
visitamos el establecimiento por la mañana. Cuando ingresamos, una de sus
camareras descendía con la bandeja en mano y una gentil sonrisa; "creo que
tienen un espacio arriba", dije.

Al subir, dos
amigas charlaban cómplices y despabiladas juntos a sus cafés y una larga mesa
con varias sillas se mostraba predispuesta para reuniones, así que nos sentamos
en aquellos confortables sillones de cara a la avenida. Parte de la propuesta
decía lo siguiente:

Al mismo tiempo
que observábamos desde nuestro lugar a las desmelenadas señoras mayores elegir
frutas de la tienda de la esquina y los vecinos de Tandil marchaban
somnolientos sobre la tibia avenida, nuestra comanda llegó a la mesa: avocado toast, éclair de crema pastelera y
dos cortados. Todo allí, simplemente funcionaba.

La tostada se
encontraba algo tibia y la yema de aquel huevo escalfado se derramaba sobre la
cremosa preparación de palta. Mi compañero de mesa, precisó algo más que solo
una servilleta para limpiar los rastros del abundante relleno del éclair.

Junto al café cortado y la música de piano, el
ambiente prometía una gran mañana y los comensales que trabajaban sobre sus
ordenadores portátiles parecían comprender el mensaje. Estación formó parte de mis mesas de cumpleaños, y de conversaciones
con familiares cercanos donde recomendé íntegramente sus productos que nos
hablan de calidad y frescura. He ido recopilando esos dulces recuerdos,
deseo que ahora sea el turno de ustedes de comprobarlo.
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