28 de diciembre de 2018
por
Marcelo Bettini
Las tres
principales preocupaciones de los tandilenses en este diciembre de 2018 son los
perros sueltos, la suciedad y el deterioro de las calles. La afirmación tiene
cimientos sólidos en los estudios que se realizan desde 2003 a pedido del
gobierno local para conocer las demandas de la sociedad. La cuestión de los
perros sueltos y la suciedad se sostiene a la cabeza desde hace una década. Y
ambas están en relación íntima, porque mientras más perros sueltos hay, rompen
más bolsas y esparcen más residuos que luego quedan en las calles, veredas,
parques y plazas. También hay mayor cantidad de deposiciones en la vía pública.
Un perro de quince kilos excreta un promedio diario de 300 gramos de materia
sólida. En Tandil se estima una población que ronda los 32.500 canes, de
acuerdo al último censo y la proyección de crecimiento a 2018. Además, un
relevamiento de la Dirección de Bromatología y la Facultad de Veterinarias cuyo
trabajo de campo se llevó a cabo el 23 de noviembre en 553 manzanas arrojó
cifras alarmantes: Los perros sueltos son más de siete mil.
Hay consenso
basado en datos: los perros en situación de calle son el problema más
mencionado por los vecinos. Ya sea por la presencia de los animales per se, o porque favorecen que la ciudad
esté más sucia.
Tandil está
dentro del promedio de ciudades de la Provincia de Buenos con un mismo dilema
que no logran revertir. ¿Es un problema social y de educación? Sí. ¿El Estado
debe motorizar el cambio? Por supuesto.
Los actores son
varios pero las tensiones hacen difícil establecer una línea de trabajo y
sostenerla. Los más notables son el Gobierno Municipal y las asociaciones de
protección de los derechos de los animales, integradas por personas a las que
de modo genérico se llama "mascoteros" o "proteccionistas".
Estos creen que
aquellos son inoperantes. Y aquellos dicen que estos son fundamentalistas con
los que no se puede avanzar.
Con el tiempo
parecen haber logrado un punto mínimo de consenso y volvieron a sentarse a la
misma mesa. Es en el marco de la Comisión Permanente de Control y Seguimiento
de la Ordenanza 7028 (COPECOS).
De un lado
aseguran que hay avances y que se trabaja en conjunto para resolver el
problema. Del otro responden que sentarse a dialogar durante meses sin arribar
a respuestas materiales y concretas es cualquier cosa menos avanzar.
Mientras tanto
vuelan misiles en todas direcciones. Que el director de Bromatología nuevo es
como su antecesor pero con buenos modales. Que los mascoteros son
fundamentalistas y tienen una intención político-partidaria. Que los
veterinarios hacen la plancha. Que la Universidad podría hacer más de lo que
hace. Que el Municipio solo busca patear la pelota hacia adelante.
En este contexto
de desconfianza mutua se puede caracterizar como un logro que COPECOS siga
funcionando sin haber volado por los aires. Quizá sus integrantes -todos ellos-
estén transitando por una etapa de madurez emocional que les permita seguir
intentando construir soluciones en un contexto marcado por fuertes diferencias
de criterio y método. El desacuerdo, no obstante, no impide ver aquello que los
une, ya sea por amor o por necesidad, todos quieren resolver el tema de los
perros en situación de calle e instalar el concepto de tenencia responsable de
mascotas.
REGULACIÓN LOCAL
La Ordenanza 7028
(y su modificatoria 8620) trata de regular las políticas referidas a faunas
urbanas en la ciudad de Tandil y dentro de ese formato crea una comisión de
seguimiento del cumplimiento de la ordenanza. El paquete de normas se completa
con la Ordenanza 9740 sobre Tenencia responsable de animales potencialmente
peligrosos.
La 7028 incluye una herramienta novedosa si se la compara con el resto de las
normativas que tiene la ciudad; la creación de una comisión (COPECOS) que vele
por el cumplimiento de dicha legislación.
En esa comisión
se sientan todos aquellos actores fundamentales en la resolución de esta
problemática. Están el Concejo Deliberante, el Municipio a través del Director
de Bromatología, la Facultad de Ciencias
Veterinarias, el Colegio de Veterinarios y los proteccionistas, que son
aquellos voluntarios que hacen rescatismo u otras actividades en pos de
defender los derechos de los animales.
"Hubo muchos años
en que esta comisión estuvo absolutamente cajoneada, principalmente porque no
participaba la Facultad de Veterinarias, los proteccionistas y el Concejo
Deliberante", explica Santiago Romay, integrante del Movimiento Activista
Animal.
Asegura que esto
se debió "principalmente a las constantes peleas con Omar Olivera, quien era
director de Bromatología".
Esa situación
llegó a su punto de máxima tensión hace tres años. "Hicimos una marcha porque
Olivera nos había impedido ingresar al predio de Bromatología. Así logramos
llamar la atención del gobierno y el por entonces concejal Adolfo Loreal le
puso su impronta para que pudiéramos reflotar COPECOS, la empezamos a hacer
funcionar otra vez y logramos algunos avances. Pudimos ingresar nuevamente al
predio donde están los perros, logramos que haya un etólogo (especialista en
comportamiento animal) y después un adiestrador para tratar de solucionar los
problemas de socialización de estos animales. Cuando ingresamos había seis
animales potencialmente peligrosos, entre ellos un dogo, dos pitbull, una
mezcla de Rotweiller, perros grandes que estaban encerrados desde hacía mucho
tiempo sin salir de los caniles. Al dogo ni siquiera se habían animado a
quitarle la cadena del cuello y lo tenían en el canil desde hacía tres años. Lo
que te voy a decir puede sonar paradójico viniendo de un proteccionista, pero
tener un perro durante años en un canil de tres metros por un metro y medio es
de una crueldad inaceptable, antes de hacer eso prefiero que lo duerman".
Esa especie de
Guantánamo canino sigue siendo motivo de reclamo pero reconoce que se
consiguieron ciertas mejoras: "Ahora con el trabajo de Franco Filipetti y de
los voluntarios por lo menos tres veces a la semana los perros son paseados y
tienen un adiestramiento que les permitiría ser adoptados si hubiera alguien
que quisiera hacerlo. Hay una ley provincial que impide la eutanasia de forma
masiva o individual, salvo por cuestiones de salud. No podría el Municipio
optar por una salida rápida, optamos por una más laboriosa que es la
resocialización. Ha mejorado la calidad de vida de los animales gracias a la
tarea de los voluntarios".
Sin embargo el
punto crítico es la mera existencia de ese predio porque es muy chico y porque
está en un lugar inapropiado. "El predio de Bromatología es un lugar horrendo
que en su momento inauguró el intendente Zanatelli con su costumbre de que todo
lo que no sabía dónde meterlo lo ponía en el Parque Industrial. Hoy es un
problema grave, pensemos que está el predio de Bromatología y de PAT, a cien
metros Produlac y a doscientos metros Cagnoli. Es absolutamente inaceptable".
Esto llevó a que el anteaño pasado en el primer festival de lucha y
concientización contra el maltrato animal se presentara el proyecto del nuevo
predio de Bromatología.
UN TERRENO Y NADA MÁS
El solar de dos
hectáreas y media donde se proyecta construir el nuevo predio para los canes es
de dominio municipal. Allí estuvo el primer relleno sanitario y tras 19 años de
clausura cumple las condiciones requeridas para construir. Se hicieron los
análisis de suelo y de agua para saber si era apto y todos los resultados
fueron favorables.
Pero "la obra
nunca empezó ni está en vistas de ser empezada, no sabemos si habrá alguna
partida destinada y se hizo un movimiento de suelo pero fue una intervención
mínima", cuenta el activista.
Hace dos años el
proyecto tenía un costo de $3 millones. Fuentes oficiales le confiaron a El
Diario de Tandil que hoy ronda los $5 millones.
"El Gobierno dice
que no hay plata para eso, pero si están planeando comprar Metan para trasladar
la sede de la administración pública no pueden decir que no está el dinero para
una obra absolutamente necesaria como el predio de bromatología".
Romay agrega que
"no es para nada una obra de gran envergadura y desde el Movimiento Activista
Animal acercamos una idea distinta, lo planteamos como un refugio abierto, que
lo hace más humanitario para los animales y menos oneroso para el Estado, y que
tenga no más de 20 caniles para los perros más conflictivos".
Ese proyecto fue
presentado al Municipio "pero no respondieron nada, hemos perdido la conexión
con el gobierno a pesar de que no queremos tirar piedras sino ayudar". Los
mascoteros aseguran que habían conseguido la donación de los árboles necesarios
y que "ya habría que haberlos plantado para tener sombra dentro de tres años".
En esa misma
línea Romay apunta que "el consorcio del Parque Industrial está muy interesado
en que los perros no estén allí y por esa razón harían un aporte de materiales
para la construcción del nuevo predio; el presidente del parque nos dijo que
tenían dos cánceres, uno es la VTV y el otro es Bromatología".
A modo de
síntesis se puede decir que desde el reinicio de COPECOS "se avanzó mucho pero
nos quedamos muy trabados".
Los proteccionistas
caninos están seguros de que "el Municipio tiene que dar más, nosotros no somos
funcionarios y trabajamos ad honorem,
porque tenemos una pulsión especial".
Y agrega Romay.
"Le metemos una cantidad de horas y el Estado a veces se aprovecha de eso y
permite que haya proteccionistas que tienen 60 perros en una casa abandonada y
eso tampoco está bien".
Para aclarar su
posición agrega: "No queremos perros en la calle, no somos proteccionistas que
venimos con la idea de que haya una cucha en cada esquina. El perro en la calle
sufre, vive solamente seis años en promedio, tiene una vida cortísima. Pensar
que es de otro modo es abonar a la idea del callejero de Alberto Cortez, pero
eso es poesía, la realidad es bien distinta".
MICROCHIPS PARA TODOS
Romay dice que en
Europa en general y puntualmente en España, Holanda e Inglaterra "están todos
los animales chipeados".
La importancia
del microchip es que permite identificar al dueño y hacerlo responsable de su
mascota. "En Tandil tenemos una norma de animales potencialmente peligrosos que
ordena que sean chipeados, pero no hay intención del Estado Municipal de
controlar el cumplimiento de la ordenanza. No hay voluntad política. Lo vengo
denunciando hace dos años y están apareciendo consecuencias. Hace cuatro meses
un San Bernardo le comió la cabeza a un chico, ahora tenemos que lamentar que
un Dogo mató a una mujer. Para tener un animal de estas razas tenés que tener
un psicofísico aprobado; integrar un registro; el animal tiene que estar
chipeado. Desde el punto de vista jurídico, vos sos responsable de la cosa. No
le prestás el auto a cualquiera porque si atropella a alguien la culpa es tuya.
Si un perro se escapa y lastima a alguien, ¿vos creés que el dueño va a parecer
y se va a hacer cargo si el perro no está chipeado?".
En las
prioridades este miembro del Movimiento Activista Animal anota "la habilitación
del nuevo predio y un sistema ordenado de denuncias sobre perros mordedores o
potencialmente peligrosos".
Sobre esto último
critica que no se puede hacer por Internet ni por teléfono y que una vez que
las pocas denuncias que se cristalizan pasan al Juzgado de Faltas, no hay
respuesta acorde a la problemática. "Las estadísticas son absolutamente
negativas, no hacen ni una sola multa cuando la ordenanza 7028 impone penas en
dinero de hasta 200 veces el sueldo de un empleado municipal".
NO SOMOS TAN DISTINTOS
Durante mucho
tiempo se pensó la problemática de los perros sueltos como una variable que
caracterizaba a Tandil, pero los profesionales veterinarios y quienes trabajan
en salud pública saben que es un mal de las sociedades modernas más allá de la
ubicación geográfica. En otro extremo del planeta, la ciudad china de Huangshi
restringirá a partir de 2019 la posesión de mascotas: un perro por familia.
Héctor Darío
"Tati" Fernández es el secretario general del Colegio de Veterinarios,
representante en COPECOS de esa institución desde que se creó la comisión
originada en la ordenanza.
Él es quien
comunica que los perros en situación de calle tienen en vilo a Tandil como a
cualquier ciudad de la provincia de Buenos Aires. "Nosotros tenemos la
representación de 14 distritos y en todos es un tema que preocupa. Hoy me
parece que no escapa a ninguna ciudad importante. Mar del Plata, Olavarría,
Azul, Bahía Blanca, 25 de Mayo, Pergamino, Lincoln, Luján... todas tienen el
problema".
Un informe
reciente de la Autoridad de Cuenta Matanza Riachuelo (ACUMAR) indica que el
conurbano bonaerense hay 6 millones de perros en situación de calle.
Una solución
integral para estos grandes temas requiere participación ciudadana y eso es más
difícil cuanto mayor es la densidad de población, como si en conglomerados
urbanos más grandes se diluyera la noción de responsabilidad social y se
atenuara la conciencia ciudadana.
A pesar de las
críticas que se hacen al gobierno local desde las entidades proteccionistas
Fernández cree que no se debe ver el escenario en términos de blanco o negro.
"No sé si echaría culpas al Municipio, aunque entiendo que los resultados no
son los que uno quisiera, pero cuando se planteó la necesidad de un compromiso
de Fiscalía para que ante las denuncias aplicaran multas o tareas comunitarias,
no tuvimos eco. Tengo que reconocer que el Municipio ha ido mejorando su
compromiso. El director (de Bromatología, Federico Sánchez Chopa) ha tomado
desde un principio el hecho de comprometerse y tratar de ir cambiando la situación.
Hemos logrado un buen diálogo con la gente que está en las protectoras, pudimos
sentarnos todos a dialogar, pero no logramos cerrar el círculo".
Entre lo que aún
falta apunta hacia afuera del círculo que se reúne en el marco de COPECOS. Su
dedo nos señala a nosotros. A todos nosotros. "Días atrás recorrimos seis
manzanas de Sans Soucí para hacer un relevamiento y contamos 40 perros sueltos.
La gente no asume el compromiso. Perros que tienen dueño están en la calle. Por
más logística y deseo que uno tenga, la multiplicación de las mascotas nos
supera".
Precisamente,
sobre el ciclo de reproducción se trabaja mucho desde Bromatología "pero nunca
se termina".
Asegura que "ni
siquiera una campaña de castración masiva puede revertir el problema sin educación
de los propietarios de las mascotas".
Revela que en EE.
UU. "entrás en una clínica veterinaria por primera vez y te preguntan qué vas a
hacer con el animal". Y agrega: "Si no lo vas a usar como reproductor te dan un
tiempo prudencial para castrarlo, luego, van y te multan si no lo hiciste. Hay
un sistema y un compromiso de los veterinarios que actúan como agentes de
control de la ley".
Rosario
implementó que los policías de la ciudad lleven un lector de microchips. Esa
parece una buena medida y "lo conversamos en COPECOS, pero primero hay que
poner en marcha una política de implantación de microchips de identificación
para todos los perros de la ciudad".
"NO PODEMOS PEDIRLE A LA GENTE QUE ELIJA ENTRE
PONERLE MICROCHIP AL PERRO O PAGAR LA LUZ"
El director de
Bromatología, Federico Sánchez Chopa, coincide en el diagnóstico: hay que
construir el nuevo predio y avanzar en la identificación de todos los perros de
la ciudad. Pero a la hora de implementar esas políticas choca con la escasez
presupuestaria de su área y con la situación económica general.
"La complejidad
se genera a partir del compromiso social y la responsabilidad que hay que tener
cuando adoptamos una mascota, muchos no entienden que cualquier decisión que
tomen sobre esa mascota va a tener un impacto en la sociedad. Además, no
estamos en un momento de exigir que la gente haga este esfuerzo. Si en la calle
me dicen «no tengo plata para comer»
no les puedo pedir que les pongan un chip a los perros. Lo que uno aprende
cuando está al otro lado del mostrador (en la función pública) es que la frazada
siempre es corta, si te tapás los pies te destapás la cabeza".
El costo de un
microchip para identificación canina es de unos $300. Incluyendo el servicio
del veterinario puede salir alrededor de $500.
A pesar de este
escenario, Sánchez Chopa cree que en Tandil "estamos un poco mejor que en otras
ciudades porque el equipo de castración hace más de cinco mil intervenciones
por año".
El número es
elevado pero está lejos de alcanzar y la explicación es simple: "Si solamente
el diez por ciento de las perras que hay en la ciudad tiene cría en un año, a
cinco cachorros por hembra nos da
alrededor de 8 mil animales nuevos, por encima de los 5000 que llegamos
a castrar".
Anticipa un
proyecto para reforzar esa tarea con estudiantes avanzados de Veterinaria.
"Está proyectado que el año que viene haremos cuatro eventos de castración con
los estudiantes, obviamente bajo supervisión de docentes y de Bromatología,
utilizando las instalaciones del hospital de pequeños animales. Nosotros
estamos castrando 20 perros por día en el quirófano móvil y en el predio del
Parque Industrial. Tenemos dos equipos diarios y vamos a evaluar a fines de
febrero si podemos implementar un tercer turno".
El funcionario
también busca una alternativa para que los veterinarios de la actividad privada
colaboren con uno o dos turnos por semana para que accedan personas de bajos
recursos.
Con respecto al
nuevo predio jura que "es el objetivo principal que tengo en mi área". Dice que
además del terreno ya tienen gran cantidad de materiales "pero necesitamos
hacer girar la rueda y los tiempos del sistema son lentos".
Sánchez Chopa lo
resume así: "En la gestión uno termina eligiendo prioridades, o cambiar el gas
del hospital y los ascensores o el predio de bromatología; todo es necesario y el
predio lo es, pero hay cosas más urgentes".
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