21 de mayo de 2018
por
El Chacarero
"Hay que celebrar que hayamos salida de la
soja como única alternativa en todo el país. Hoy tenemos la posibilidad de
producir distintos tipos de trigo, cebadas forrajeras o cervecera, e incluso
apostar a la ganadería", sintetizó Fidel Cortese. El consultor fue orador de
una de las charlas de "A Todo Trigo", donde se realizó un repaso por los
diferentes cultivos de cobertura invernales y los beneficios que traen
aparejados para recuperar la capacidad productiva de los campos.
Rastrojo, materia orgánica, control de
malezas, descompactación, son muchos los aportes de los cultivos de invierno,
que cumplen un rol fundamental para mantener la calidad del ambiente en el
tiempo y otorgan sustentabilidad al sistema. "Son una herramienta que funciona
y hay que animarse a usarla", acotó Guillermo Peralta, del Conicet, que
focalizó su exposición sobre los cambios físicos y químicos en el suelo
asociados a este tipo de cultivos.
"Favorece mucho a la estructuración de los
suelos. Primero, por la generación directa de poros, luego posibilita la
liberación de carbono subterráneo y materia orgánica activa, y brinda un efecto
extra que es la protección a través de la hidrofobisidad", explicó Peralta. El
investigador añadió también que los cultivos de cobertura benefician la
actividad microbiana, disminuye las pérdidas de nitrógeno y pueden estratificar
nutrientes poco móviles como fosforo, potasio o magnesio.
"Para hacer buenos cultivos de servicio hay
que cambiar el chip. Lo ideal es innovar y animarse a sembrar nuevos y
distintos tipos de cultivos para tener una rotación óptima y diversificada",
lanzó Gervasio Piñeiro, también investigador del Conicet y profesor de la
FAUBA. El especialista reveló que con ésta práctica se renueva información en
el suelo, se contribuye al ecosistema y se mitiga el deterioro agrícola. "El
suelo está vivo y hay que darle de comer con una dieta balanceada", retrucó.
Piñeiro destacó que no trabajar los lotes en
invierno significa una pérdida enorme y es un debate ya felizmente superado. La
incorporación de cultivos como vicia, centeno, colza o rabanitos pueden ser
rentables y además generan la posibilidad de producir más gastando menos. "Es
como tener una caja de ahorro en el suelo. Debemos comenzar a mirar las raíces,
ya que una buena parte del partido de la materia orgánica se juega ahí",
advirtió.
La opinión de Peralta también fue en ese
sentido y sugirió que una mezcla o cocktail de cultivos invernales muchas veces
da un mejor resultado que trabajar con el mismo cultivo de servicio. "Hay que
tener consideraciones en cuanto a la elección de cada especie y tener en claro
los objetivos.
Porque muchas veces los productores tienen una
mala experiencia en un lote y nunca más vuelven a sembrar este tipo de
cultivos", aseveró
La cebada cervecera y forrajera también se
pueden incluir en este armado. Allí Cortese comentó las características
particulares de las distintas variedades disponibles en el mercado local. "La
cebada es muy competitiva y se ha vuelto una alternativa muy interesante para
el productor. No se trata ya de cultivos sustitutivos, porque ahora tenemos la
posibilidad de acceder a mercados internacionales con la mejor relación insumo
producto desde hace muchos años", confirmó.
A su vez, el asesor señaló las bondades de la
cebada cervecera de exportación que implica un mayor margen de ganancias: "Hay
que tener en claro dónde vamos a vender el producto, porque en el mercado
cervecero hay muchas exigencias". Por su parte, si se opta por la cebada
forrajera aconsejó no dejar de hacer monitoreo y manejo de enfermedades: "Nunca
debemos pensar que podemos descuidar el tema sanitario con la cebada
forrajera".
Por último, Miguel Mac Maney, asesor en
investigación y desarrollo, exploró las posibilidades del trigo candeal como
otra alternativa para los cultivos de cobertura. "Es un cultivo muy atractivo
que utiliza para hacer pastas secas premium. Tiene ciertos atributos de calidad
propios y distintivos, principalmente dados por la fuerza del gluten", remarcó.
El 85% de la producción del trigo candeal proviene del sudeste y sudoeste,
mientras que el otro 15% en regiones del sur de Córdoba, centro y Sur de Buenos
Aires y Tucumán.
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