17 de diciembre de 2018
"La ciencia se puede aprender de memoria, pero la sabiduría no"
Laurence Sterne
Al borde de la ruta 30, entre pinos y lavandas él espera mi
llegada. Sin prisa y con la cadencia de valorar el tiempo ganado y el tiempo
perdido.
Carlos Cepeda
(65), nació en capital y allá por 1967 recaló en nuestras sierras donde vivió
parte de su juventud y egresó del secundario nocturno. Aquí conoció a su amor
de siempre: Olga Santiago, que lo
acompañó en su regreso a Buenos Aires para el sueño de estudiar en el
Conservatorio de Arte (hoy el IUNA). Aquí, trabajaba en El Centinela Seguros, y
recuerda el gesto de Edgardo Camuña que le consigue traslado a la empresa en
Capital, y allá van. Nacen sus dos hijos varones entre un delicado equilibrio:
trabajo y estudio. No fueron tiempos sencillos: "No vengo de un hogar donde
hubieran libros o bibliotecas, tampoco cultura lectora, pero desde los
infinitos instructivos de los seguros, subrayando, resumiendo, nació una
curiosidad de coleccionar arte, textos interesantes, lo que fuera. La facultad
me abrió la cabeza, pero solo podía acceder a los fascículos comprados en los
kioscos que cada semana te prometían una COLECCIÓN de algo. Así, lentamente me
fui armando una biblioteca, de cajas y pilas de fascículos. Un librito de
ENCUADERNACION español que vi en un canasto de ofertas fue el principio. Creo
que desde chiquito cuando pasaba las tardes en un cine continuado - a modo de
guardería- desarrollé un interés por todo, así mi juventud en los '70 pasó por
la guitarra, como nos ocurrió a todos... que rasguñamos las piedras, le pusimos
ojos de papel a una muchacha o acunamos una biblia -que jamás leí- pero que Vox
Dei me hizo cantar"
Así las cosas, y teniendo que resolver qué hacer con los
fascículos y las cajas, inició la aventura de encuadernar. Buscar los insumos
lo conectó con expertos y así fue aprendiendo, lo guiaron sin querer al dejarlo
espiar un mundo fascinante. Carlos dice que nunca sabrá si fue generosidad
verdadera o si fue condición para poder vender los productos que se necesitan
en la tarea. Su suegra se había fracturado y alguien debía cuidarla, así se
armó un tallercito móvil y descubrió algunos secretos. Las tapas, que las
editoriales te entregaban cada tantos fascículos, eran lo más caro: con sus
lomos de letras doradas, hermosas... pensar en hacerlas "artesanales" era muy
complicado. Aprendió la jerga del oficio y el valor de lo exquisito junto a la
escasez de aquello singular.
ESE LENGUAJE
DESCONOCIDO
CAPRICHO: Gasa
engomada que une el lomo
CAPITEL: cinta
cuyos bordes recamados con hilos de seda multicolores, remata la cabeza y el
pie de los lomos
PAPEL GUARDA:
Según las épocas -más o menos barroco- es la cobertura interna de la tapa que
se continúa en una hoja libre antes de la portada. Suele ser de calidad valiosa
y muy estimada
HILOS Y CORDELES: los
hay de LINO, 4 cabos, 12/4, 18/3, para
las costuras de los cuadernillos y sus uniones debe ser de fibra natural, de
diferente grosor y resistencia,manejable (el poliéster no sirve) Hay también de ALGODÓN o CÁÑAMO, encerados o parafinados.
CINTA HILERA: es
el eje del encuadernado, hecha de tejido especial para fijar con hilo cada
cuadernillo en una costura de arriba abajo y de abajo hacia arriba.
COLAS: las hay de
origen animal (hechas de cartílagos cristalizados) que se calientan a baño
maría, las hay vegetales y vinílicas. Todas tienen PH diverso, el incorrecto
puede corroer el papel.
TEJUELO: el trozo
de lomo de otro color, destacado y generalmente con las letras doradas que
identifican autor, título y tomo
NERVIOS:
salientes en el lomo que -para los libros de calidad- son parte del estilo de
la encuadernación. Se logran con cordeles o cordones colocados en el conjunto
de cuadernillos
La charla con Cepeda de desenrolla con un té de frutas y el
recuerdo de sus primeras tarjetas que repartió en los kioscos que vendían las
colecciones de Atlas, de la revista FLORA, o un manual para PESCA, hasta las
maravillosa HISTORIA UNIVERSAL... Un boom que le permitió acelerar su expertisse.
Además de encuadernar los fascículos, comenzó a restaurar.
En los '90 ya había encuadernación industrial que HISPAMÉRICA
innovó en el mercado. Carlos relata esos años como tiempos frenéticos: "Yo
tenía contactos para el dorado de los lomos con letras móviles en oro 24K y
orofix que daban una apariencia maravillosa, estaba entusiasmado con la
restauración...pero el negocio era encuadernar los fascículos por entregas, por
tanto, había armado una red de gente que me cosía y encolaba, y yo terminaba
con las tapas que la editorial proveía hasta con el papel de guarda perfecto.
Así llegábamos a 300 o 350 libros por mes. Una locura. Hasta que colapsé y Olga
me arrinconó: vamos a Tandil, vivamos como vivamos y que los chicos tengan otra
crianza...en libertad. Así nos vinimos definitivamente en diciembre de 1998"
Como capricorniano, programa todo, y busca superarse. Porque
sí nomás...y no importa las veces que haya que probar: "Hoy quedamos pocos
encuadernando, ya es una especie de hobby para desafiarse con algún ejemplar
antiguo y fantástico: una Biblia de familia, un Quijote con esquineros de metal
con 100 años de antigüedad, una Divina Comedia. A veces con tapas de cuero, o
entelados que hay que reponer. Conseguir buenos papeles marmolados -que se
hacen al agua- no es fácil. Recoser cuadernillos con hojas dañadas o
directamente separadas, es toda una tarea. Una encuadernación de calidad lleva
firma, y hay famosos como Eduardo Bouzas, que en el segmento de "encuadernación
rústica" se lo valora como a un platero o un soguero... él trabajaba en su taller
y usaba cuero marroquí, lo más caro y exquisito,
las guardas con papeles marmolados al agua, y el dorado de los tejuelos era
manual con tipo móviles y oro 24K. Yo hago algo mucho más sencillo, pero cuido
la mística del oficio. De todas maneras, pide mucho amor, porque es un trabajo
que no se puede cobrar como debería. Hay que hacerlo si en verdad te gusta, si
tenés ganas y ¡si estoy de humor! Tengo que pensar en hacerme cargo de un daño
ajeno a ese libro descuidado, con el desafío que vuelva a ser un libro elegante
y perfecto, y no importa si es grande o chico...debe inspirarme, porque al final
ese trabajo no te lleva a ganar una fortuna, aunque lo hagas según las "reglas
del arte" tiene un límite económico. Por eso selecciono y rechazo...o ¡me doy el
lujo de esperar el tiempo necesario para juntar las ganas!"
Carlos y Olga son los dueños del polirrubro frente a la
plaza en Pinto 460, su ingreso fundamental. Siguen día a día entre papeles y
artículos de librería, fotocopias, anillados y también: encuadernado de tesis.
Hay dos nichos que actualmente
piden encuadernación especial: las ESCRIBANÍAS, que por obligación legal
deben encuadernar los registros anuales en forma tradicional y LAS TESIS DE
UNICEN, que se solicitan cosidas, con tapas duras y por triplicado.
Cepeda separa sus trinchetas y
pinceles, mientras las prensas y sus guillotinas esperan en un rincón. Los
papeles cuelgan cavilando la llegada del libro indicado junto a frascos y más
frascos de colas y pegamentos, reglas, maderitas, soportes. Un escenario
diverso para este profesor egresado del Conservatorio de Nacional de Arte Dramático,
que se emociona con su colección de revistas de Rock, sus cómics, el jazz y la
sensibilidad de valorar las joyas que van desapareciendo.
Equilibra sus palabras y une la expresión corporal con su
testimonio: "He achicado sensiblemente mi biblioteca, no quiero juntar mucho. La
edad me enseñó que un libro leído ya cumplió su función: FUE LEÍDO. Ahora le
toca el turno al que no lo leyó. La rueda no debe detenerse...porque la evolución
está en que siga girando. Siempre"
N de la R: Si conoce un vecino que tenga un hobby o una dedicación totalmente alejada de su profesión u oficio, envíe un mail: berestainhelena@gmail.comN de la R: Si conoce un vecino que tenga un hobby o una dedicación totalmente alejada de su profesión u oficio, envíe un mail: berestainhelena@gmail.com
Es bueno conocer cuántas cosas hermosas podemos descubrir y disfrutar.
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