4 de junio de 2021
Antes
que sea tarde
Siempre fue necesario pensar la relación entre la sociedad y la naturaleza
de la que formamos parte. Pero en los últimos años la multiplicidad y gravedad
de los problemas lo ha vuelto urgente.
¿Qué mundo estamos viviendo? ¿Qué dejaremos a las futuras generaciones? No son
preguntas retóricas. Son la diferencia entre la vida y la muerte. La pandemia
es un grito que debemos interpretar como
una manifestación del desequilibrio ecológico.
De lo global a lo local, del lugar al
mundo, lo que hacemos y dejamos
hacer altera los procesos que sustentan
la vida del planeta y la nuestra en particular. ¿Por qué?
Las palabras economía y ecología tienen la
misma raíz: Oikos, casa. Economía debiera ser" la organización de la casa".
Pero lo que avanza desde la revolución industrial es una desorganización, que
se ha vuelto cada día más veloz, más intensa y más injusta. Poner la
mercantilización y el lucro por encima de todo y considerar a la naturaleza y a
otros seres humanos como instrumentos al
servicio de la ganancia y de un progreso mal entendido, está dejando a este
mundo insalubre, degradado, cada vez más impredecible.
En Tandil, un lugar donde convivimos
cotidianamente con la maravilla, siguen realizando las explosiones que saquean
los cerros, siguen fumigando con
agrotóxicos, siguen destruyendo los suelos, organismos vivos de los cuales
dependen nuestra alimentación y la de tantos seres vivos, siguen degradando
la biodiversidad, destruyendo el hábitat de las especies con las que
convivimos y el de nuestros hijos. Siguen
negándose a hacer una política integral de residuos basada en la
separación en origen, y por lo tanto, utilizando recursos de todos para
enterrar gran parte de los residuos domiciliarios para beneficio de los
concesionarios. Siguen buscando aparentes soluciones con maquillaje verde pero
preservando el corazón de los negocios.
Siguen llevando servicios a zonas
elitistas y se hacen obras a paso de
tortuga en los barrios donde sería adecuado orientar el crecimiento de la
ciudad. El plan de ordenamiento dice que hay que contener el avance urbano
sobre las Sierras, pero es exactamente lo contrario a lo que se promueve
aprobando o dejando hacer.
Las Sierras de Tandil son pequeñas,
valiosísimas, islas de biodiversidad, las rocas más antiguas de la Argentina,
nacimiento de las cuencas hídricas, principal área de recarga del acuífero del
que se abastece Tandil, muy vulnerable a la contaminación. Y como si esto fuera
poco, ya desde hace varias décadas la ley de ordenamiento provincial dice que
no se puede construir donde no hay agua o posibilidad de gestionar
adecuadamente efluentes, pero todos vemos como se multiplican las casas cada
vez más alto. Siguen promoviendo una ciudad para vender, una marca, un
intangible del negocio inmobiliario y no
la ciudad donde vivimos y donde es
necesario garantizar el acceso justo al
hábitat.
5 de junio. Siguen incendiando, haciendo
caminos y construyendo sobre las Sierras. Que las generaciones futuras no
tengan que decir alguna vez: aquí hubo un paraíso y lo perdimos.
Es hora de parar, antes de que sea demasiado
tarde. Y de que todas las personas
hagamos el esfuerzo de repensarnos y repensar lo que hacemos como seres
supuestamente inteligentes con nuestra única casa común.
Asamblea en defensa de las Sierras de Tandil
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