25 de febrero de 2019
por
Mauro Carlucho
La piba se la cree. En el buen sentido de la palabra. En su
tarjeta personal se define como "muralista". A los 27 años se para de frente y
se hace cargo. Detrás de su apariencia juvenil, hay una mujer valiente, con las
ideas claras y una convicción enorme.
Nació en la Capital Federal, prácticamente en el
microcentro. Pero desde los 18 años que comenzó a venir a Tandil y hoy no se
imagina en otro sitio.
El arte está dentro suyo. Era una niña cuando empezó a
pintar cuadros y a hacer cursos y talleres. Su madre la alentó en este camino.
"Desde antes de
empezar la escuela que pinto. Pero llegó un momento en que empecé a acumular
cuadros y sentí la necesidad de hacer otra cosa. Pintar cuadros es muy
diferente a un mural, es una actividad más personal e introspectiva, además de
ser algo muy solitario. Recuerdo estar muchas horas encerrada en el taller,
veía todos mis cuadros y me preguntaba quien los iba a ver, como los vendo,
como empezar a movilizar. Ahí surge esto del muralismo. Sale buscando una
conexión con las otras personas, con los vecinos, con quien mira cuando
pintas", le dijo a ElDiarioDeTandil.
Esa experiencia en la calle, con la gente pasando a sus
espaldas, mirando de reojo, comentando, le dio sentido a su arte: "Lo que más me gusta del Street art es que
el vecino pase y vea mi obra, el contacto con la gente, es algo que antes no
tenía y no se consigue en las salas de un museo. Es otra realidad, yo
necesitaba que la gente vea mi arte, es una necesidad", agregó.
Nunca se quedó quieta. Le gusta investigar, aprender nuevas
técnicas. Su proceso formativo comenzó en la ciudad de Buenos Aires, "allá aproveché para estudiar con
profesores que me dieron el puntapié para dedicarme al muralismo. Estudié con
Alfredo Segatori, uno de los exponentes más importantes de la Argentina. Él me
incentivo, me sacó el miedo a subirme a los andamios. Estudié composición con
otro maestro argentino, Jorge Demirjian, quien me ayudó mucho en el aspecto
compositivo, lograr un equilibrio, que haya armonía. Siempre llevaba trabajos
chiquitos, de 20x30, y fue el primero que me dijo que tenía que empezar a
pintar más grande. Cuando vi el curso de muralismo se me abrieron los ojos,
¡eso es grande!", decía.
Con la decisión de dedicarse full time al Street art, volvió
a Tandil para quedarse. "Intenté hacer
el Profesorado de Artes Visuales, pero lo colgué al tiempo. Igual a todo le
saco el provecho. A cada curso, taller o clase lo exprimo al máximo. Siempre
estoy en constante búsqueda, no me quedo solo con lo que vengo haciendo",
dijo.
"Allá no pintaba
mucho en la calle. Es como que la gran ciudad mete miedo. No me sentía segura.
Estas allá arriba de la escalera y tenes que estar atenta todo el tiempo porque
te van a afanar la mochila, que se yo. La gente anda apurada. Se me hacía
difícil contactar, como que cada uno está en la suya. Pero acá, en Tandil,
enseguida me sentí diferente. Empecé a disfrutar, esto que te dije de la
conexión con la gente. Me gusta ver las reacciones de las personas cuando te
ven trabajando. Hay de todo, pero eso es lo copado. Muchos ya te conocen, te
dicen que vieron otro mural tuyo. O te hablan de otros graffiteros. Hay muy
buena onda", cuenta pausadamente. Habla lento, eligiendo las palabras.
También agacha un poco la cabeza y mira sobre los lentes salpicados de pintura.
Los graffiteros, con mucho trabajo, fueron cambiando su
imagen. Hoy, algunos se definen como muralistas. CEB entre ellos. Su trabajo es
pura evolución. Habla de su arte como figurativo, siempre en busca del volumen.
"Busco salir de la comodidad para no caer
en la misma imagen repetida. La pintura es una búsqueda personal y una búsqueda
en la imagen. No hay que quedarse en donde uno está cómodo", explicó.
Ese movimiento constante la hace mirar al futuro. En esa
sintonía, ve un gran potencial en la ciudad. "Puede llegar a ser una referencia a nivel nacional o
internacional. Me encantaría que Tandil se convierta en un museo al aire libre,
donde camines por la calle y veas arte por todos lados. Que las instituciones y
los edificios más importantes estén pintadas como la Casa del Deporte. Que
Tandil sea cada vez más reconocida por el talento y por la belleza que tiene,
porque no son los murales aislados, son en su contexto natural. Por ejemplo lo
del Parque del Origen, que lo pintamos en relación al entorno".
"Ojalá que la ciudad llegue a estar tan pintada que
se puedan hacer tours para los turistas y generar más movimiento. Yo tengo
muchos proyectos y espero que siga creciendo. Se necesita más apoyo. Porque más
allá de que la movida sigue creciendo, la seguimos peleando muy de abajo. Imagináte
lo que se puede generar sumando más gente. Empresarios que quieran embellecer
sus empresas, comercios, vecinos que quieran darle color y arte a sus paredes.
A veces la gente nos colabora y otras veces no alcanza. Pero, para nosotros, lo
importante es pintar y estar en actividad. Que las cosas circulen. Si te quedas
quieto te estancas. Hay que estar en movimiento", repite.
Sus obras más grandilocuentes son la mencionada en la sede
municipal de deportes (al lado del Anfiteatro) y en las oficinas de la
Dirección de Juventud. Donde, además, se brindan cursos y talleres relacionados
al graph, el dibujo y el Street art. Allí los grandes referentes son Gonzalo
"moneda" Llanos y CEB, la contraparte femenina del equipo.
"En el programa "Arte
Joven" colaboro con Moneda, pero también le doy un taller de graffitis a un
grupo de abuelas en el geriátrico. Una experiencia increíble. Ellas ya tienen
sus nombres de graffiteras y les encanta. Hacemos los bocetos en papel, también
dibujan mandalas. Están re enganchadas", advierte.
Por estos días, los encontramos trabajando en la esquina de
Alsina y Sarmiento. Allí, Moneda y CEB, están frente a una pared de 5 metros de
alto. Para no entrar en discordia, cada uno tiene su espacio. Camila le dio
vida a una mujer de mirada inquietante. En esta etapa, su obra tiene un fuerte
arraigo en la mujer. En los rostros femeninos. "No sé explicarlo del todo. Era una cuenta pendiente. El rostro está
muy presente en el arte urbano. Pero quería seguir con mi estilo. Yo soy
expresiva, me cuesta seguir las líneas, salpico mucho, no soy nada
perfeccionista. En ese contexto empecé con los rostros. Y lo de las mujeres,
tampoco sé si tiene una explicación. Es una impronta. Porque no soy de calcar y
seguir algo. Siempre surge mi estilo", comentó.
Sentados en la Plaza Independencia, CEB comenta que quiere
estudiar Gestión Cultural. Habla de hacer una gran pintada con todos los
muralistas y graffiteros locales. Tiene en claro por donde va el camino.
"Creo que hoy no
alcanza solamente con ser artista, yo me considero una mujer emprendedora. Leo
acerca de negocios, estudié un año administración, sé de marketing, estrategias
de venta. Uno como artista tiene que aprender a colocar su producto en el
mercado. Podes hacer una obra de cerámica hermosa, pero si no sabes cómo
venderla, no tenés nada, solo esa pieza hermosa en tu casa. El lado comercial
es otra parte importante del arte, saber porque es importante pintar, porque
conviene un mural. Es saber comunicar una idea y mostrarle al otro lo que uno tiene
para ofrecer. No es solo pintar bien", le dijo hace un año a Brando
Bruni en la sección de Cultura de este mismo medio gráfico.
Usted se equivoca si piensa en los graffiteros como vándalos
nocturnos. Acá hay mucha cabeza, hay estudio y preparación. También hay un
profundo amor al arte reflejado en una simple pared olvidada. Vaya quijotada
poética.
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