8 de febrero de 2020
por
Alejo Traiani
Ezequiel Escudero, representante del Movimiento Activista Animal, analizó la situación actual respecto a la problemática de maltrato animal, dijo que 'es la base para la violencia entre humanos' y se refirió a la denuncia contra el intendente y el director de Bromatología por la falta de respuestas.
¿Están con mucho trabajo?
La verdad que sí, venimos con mucho trabajo. Aunque lo decimos de una forma muy genérica, cualquier persona que pertenece a una organización de tercer nivel como la nuestra, entiende esta cuestión como un trabajo desde lo genérico, pero cuando uno lo profundiza, la realidad es que es una constante interpelación a estructuras.
Cualquier ONG es el emergente de cuestiones a resolver, que no son resueltas por una estructura general, que incluye al ciudadano de a pie hasta el propio Estado y la ausencia de políticas públicas.
¿Qué acciones están llevando a cabo hoy en día?
El ADN del Movimiento Activista Animal está vinculado con interpelar las fallas dentro del sistema, entendiendo esto como una estructura. Como organización, nuestra principal tarea no tiene que ver con la concepción básica del proteccionismo, sino que nuestro enfoque está en otro lugar. De ahí, que se han generado algunas fricciones con el Estado y sus áreas competentes que tomaron estado público, porque nuestra función hoy está relacionada con el incumplimiento sistemático de las leyes vigentes. Tandil tiene dos ordenanzas referidas al tratamiento de la fauna urbana, que son las 7028 y 9740, que esta última habla de la tenencia responsable de animales potencialmente peligrosos.
Nosotros hacemos hincapié en estas ordenanzas para ver dónde está el foco de esta problemática que hoy tiene a Tandil como una de las ciudades de la provincia con mayor descontrol en población de perros, y que próximamente pasará con los gatos.
Nuestra función es generar una disputa contra la estructura y realizar un señalamiento respecto al incumplimiento de reglamentaciones que existen. Acá no hay ausencia de leyes, que sería mucho peor, estamos hablando de leyes que no se cumplen, es un riesgo institucional que está mal no señalarlo.
Cuando uno habla de la problemática de fauna urbana, referida a animales domésticos, es un tema de salud pública, porque el área competente es Bromatología y Zoonosis, perteneciente al Sistema Integrado de Salud.
Siendo generalista, la gente ha tomado conciencia respecto al cuidado animal. ¿Por qué ves que no pasa lo mismo con el Estado?
Si tenemos que ver el vaso medio lleno, es cierto que la concientización en la gente ha aumentado, de hecho tiene antecedentes a nivel internacional, y también se han introducido en los dogmas preexistentes en lo que tiene que ver con la filosofía del derecho, que hoy pasan de simple recomendaciones a los Estados, a avanzar a un tramo donde es obligatorio y necesario el ajuste en las legislaciones de protección animal. Los animales dejan de considerarse una 'cosa' para el derecho, porque son seres sintientes, 'animales no humanos'. Esto produce un cambio a nivel social, que ocurre cuando el Estado se pone al frente, o cuando la sociedad organizada fluye y genera estas nociones, que le generan una presión al sistema.
Ahí es donde nosotros estamos generando esta interpelación sistémica y confrontativa, porque es la etapa donde hay que confrontar, los procesos de cambio rara vez se llevan a cabo en términos 'pacíficos'. A la estructura hay que estimularla, con argumentos, pero también confrontarla. Yo siempre digo que hay que llevar la pluma y la espada.
El Movimiento Activista Animal sentó un precedente en la forma de reclamar. ¿Tuvieron avances o respuestas positivas?
Cuando uno va a la estructura estatal, no solo no hemos visto avances, sino que estamos entendiendo esta cuestión en términos de retroceso.
Nadie puede negar en esta ciudad que los perros en la calle son un problema, pero el principal inconveniente que tenemos hoy es que la referencia en términos municipales, que es Bromatología y Zoonosis, niega sistemáticamente esta cuestión y al no considerarlo un problema, no pone el foco como tal. Nosotros planteamos todo lo contrario: no podés gestionar lo que no podes medir, porque no sabemos cuántos perros tenemos en la ciudad.
Uno puede decir que 'castramos diez perras', pero tiene que saber de qué universo habla. De diez mil... y, vamos flojos. De cincuenta... un poco mejor. Pero no sabemos un número, porque nadie lo tiene medido.
Uno como Estado, tiene que ser rápido de reflejos y llamar a las organizaciones como las nuestras, sentarlas para participar. Pero primero admitiendo que lo que te están planteando es real, porque si se sigue negando, nace el foco de conflicto.
Si les niegan un problema visible, ¿qué los motiva a seguir?
Creemos en la constitucionalidad, entendemos el rol que debe ocupar una organización de tercer nivel, su responsabilidad al interpretarse, en oportunidades, como un interlocutor válido. Lejos del anonimato, somos una persona jurídica.
Esta problemática es un tema que nos compete como sociedad, hace no mucho, un dogo mató a una persona. Y no pasaron mayores catástrofes porque la fortuna estuvo del lado de las víctimas, podríamos estar hablando de un descontrol y desidia.
Nos planteamos seriamente cambiar esta estructura. Nos motivamos naturalmente por el sentido de protección, hablando románticamente por 'amor a los bichos', el perro de la calle me duele. Yo entiendo al que los echa porque les rompe las bolsas en la vereda y entiendo a la que se endeuda con el veterinario porque rescata mascotas en la calle y no sabe que más hacer. Esto habla de una sociedad bárbara, estamos en el Siglo XXI, no podemos hablar de una ciudad modelo donde subyace una desidia absoluta en términos de maltrato animal.
También hay que aclarar que cuando hablamos de perros, no nos referimos únicamente a él, es la punta de un iceberg. Cuando uno va a un barrio considerado periférico, se encuentra con un perro con toda la desidia sobre el lomo, pero además ve marginalidad, violencia de género, desempleo, falta de educación. Ojo, no nos comamos el verso de la ciudad modelo.
Estamos a tiempo de atender esta cuestión puntual de la fauna urbana y doméstica, porque el paso siguiente desembocará en la visibilidad de otros problemas, que ya hay gente que los está señalando. Estamos hablando de una ausencia sistemática.
Personalmente, veo que de Tandil no se habla, la gente se queja de la provincia y del país, pero a la ciudad no se la toca. Creo que primero debemos mirar para adentro, el compromiso nace en uno.
Me hablaste de unas setenta denuncias en un año. ¿Cómo los asesoran y que herramientas tiene la gente para denunciar?
Una de las maneras es ir a Bromatología y hacer la denuncia de forma personal, pero muchas veces ante el resultado negativo recurren a nosotros, que hacemos una preconstatación de la presunción de contravención de alguna de las dos ordenanzas.
Nosotros hicimos una denuncia presentada en la Unidad Fiscal de Azul contra el Ejecutivo, a cargo de Miguel Lunghi y Bromatología, director de Bromatología, por 'retardo administrativo', que es un delito tipificado para funcionarios públicos. Lo que hacen, es diluir el origen de lo que se presume una contravención. Ejemplo, si yo denuncio que tienen un perro atado en un balcón sin agua ni comida, y Bromatología tarda veinte días en constatar la denuncia, es lógico que el animal ya no esté con vida, por lo que ese retardo tiene una afectación directa, que reduce el origen a cero de lo que generó esa denuncia.
Próximamente nos inscribiremos como particulares damnificados para ir aportando material a la causa y no dejar que las cosas se cajoneen. El fiscal pidió documentación a finales del año pasado, lo que significa que la causa está en marcha y que le encontraron sentido.
¿Tienen antecedentes de este tipo de denuncias?
No, en líneas generales no. Existen antecedentes de organizaciones que han llevado a cabo amparos que la Justicia provincial avaló. En Quilmes, por ejemplo, redujeron la tracción a sangre, que generó que conviertan motos abandonadas en carros que después les regalaron a cartoneros.
Todos debemos entender que es una problemática transversal, no hablamos solamente de perros, sino que se descubren nuevos inconvenientes. El maltrato animal es la base para el maltrato entre humanos, lo dicen expertos. Un tipo que maltrata un perro no es un angelito con las personas, es un violento en líneas generales.
Hay que intentar ser más civilizados y reconocer que esto es solo la punta de una cuestión más profunda.
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