7 de agosto de 2018
por
El Chacarero
"Si me consultan desde hace cuánto siembro
girasol, es como si me preguntaran qué edad tengo", admite sonriente Rubén
Agretti, un referente y pionero junto a su familia en la expansión del cultivo
en la región del NEA. Por su larga y destacada experiencia, el productor fue
seleccionado por ASAGIR (Asociación Argentina de Girasol) para contarles en
primera persona a sus colegas de la zona cuál es el paquete de manejo indicado
para aprovechar al máximo el rendimiento del girasol en la región.
Su historia con el girasol comenzó en la
niñez, cuando junto a su padre cosechaban el cultivo con tijera en mano. En esa
época no existían híbridos y la flor amarilla iba conquistando cada vez más
preponderancia en toda la región, a la par que la producción de algodón iba
perdiendo terreno. "Nuestros suelos son poco receptivos a la humedad y si hay
exceso de lluvias, se encharcan o erosionan. Y por los períodos en que se
desarrolla, el girasol nos da mayor seguridad y con un costo de cosecha no tan
alto como otros cultivos. No va a rendir como la mejor soja, pero seguramente
va a ser mejor que la peor soja", explica.
Junto a su hermano, Agretti trabaja un campo
de 800 hectáreas, entre lotes propios y alquilados, ubicado en Lanteri, a 30 kilómetros al norte
de Reconquista, una ciudad del nordeste santafesino, a la vera de la Ruta
Nacional 11. "Ahí nací y crecí toda mi vida. No me expandí a otras zonas",
aclara. Un poco más de la mitad del terreno se dedica al girasol, mientras que
en la superficie restante se siembra básicamente soja. "Detrás del girasol
generalmente hacemos alguna gramínea, como maíz o sorgo, para incorporar un
poco de materia orgánica y darle pelea a la maleza de hoja ancha", precisa.
Durante la última campaña una gran porción de
la zona del NEA fue afectada por Downy Mildew y el campo de Agretti no fue la
excepción. Sus rendimientos cayeron hasta un 25%. "Tuvimos 1500 kilos de rinde
por hectárea, cuando nuestro promedio histórico es de 1800 y en algunos años
podemos superar incluso los 2000", comenta. Por eso apunta un par de
recomendaciones y detalles a tener en cuenta para evitar ciertos dolores de
cabeza: trabajar sobre suelo limpio; realizar una buena fertilización con
fósforo y amónico; y tener una correcta densidad de planta.
"Siempre pecamos por tener mucha densidad de
siembra que es innecesaria. Mi experiencia indica que entre 46 mil y levemente
debajo de las 50 mil plantas por hectárea a una distancia de hileras de 52
centímetros, es más que suficiente", puntualiza el santafesino. En tanto, la
fecha de siembra debería ser en la
primera quincena de agosto, porque luego comienza la época de los chaparrones
más fuertes en la zona y se corre riesgo de planchado en la siembra. También
para fines de agosto y principios de septiembre es el momento en que aparecen
orugas y polillas que afectan directamente al cultivo.
En cuanto a la elección de híbridos, Agretti
se inclina por materiales de punta y que ya hayan demostrado su eficacia en la
zona. "Soy bastante clásico en ese sentido. Siempre busco el rendimiento, pero
sobre todo la estabilidad y la sanidad", aclara. Las características que
persigue el productor es que la planta posea buen pie y anclaje para evitar
vuelcos ante vientos o tormentas. "En cuanto al ciclo, siempre hacemos una
combinación de cortos con largos, porque en los primeros podemos luego hacer
algo de maíz o sorgo para combatir las malezas", detalla.
Por último, la aplicación de herbicidas es una
herramienta que el experimentado productor nunca deja de lado. Históricamente
ha utilizado acetoclor y pre-emergentes para el control de malezas de hoja
ancha, de acuerdo a cómo han sido afectados los lotes. "Ocasionalmente también
usamos graminicidas selectivos cuando se escapa la hoja fina y últimamente
estamos probando de a poco con CL porque cada vez hay más malezas rebeldes",
concluye.
De cara al futuro, Agretti es bastante
alentador pese a los sinsabores que dejó la pasada campaña. Junto a su hermano
tienen perspectivas de incrementar aún más el porcentaje de siembra que se
destina al girasol. "Luego de la gran sequía que tuvimos en el verano, pasó un
aguacero muy grande en pleno otoño que dejó muy buena humedad. Y si el girasol
tiene clima seco arriba y humedad en el pie, se nos presenta un muy buen
año", finaliza.
Fuente: ASAGIR
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