23 de noviembre de 2019
Previo a las elecciones, pedías que
lo que pase, sea lo mejor para todos. ¿Qué lectura hacés hoy con un nuevo
gobierno electo?
Creo y tengo
la esperanza de que el gobierno que asume no genere más divisiones de la que ya
tenemos. Una buena gestión sería lograr más acuerdos, dialogar más y confrontar
menos. Intentar armonizar una sociedad que viene bastante golpeada.
Todos aquellos que se dedican a la política deben tener una mejor disposición,
profunda, como seres humanos, para lograr acuerdos mínimos que nos permitan una
convivencia sin confrontaciones violentas.
Para ningún país es bueno que la gente salga a las calles a pedir cosas que,
con estos acuerdos que digo, se podrían haber logrado.
Hay que apostar con una visión positiva.
El deseo es claro. ¿Pero qué chances
ves de lograr armonizar una sociedad que vive en un River-Boca constante?
Difícil,
pero no imposible. Los grandes acuerdos que se deben dar son en el Congreso,
que es donde verdaderamente deliberan los que supuestamente representan a la
población. Si eso no es así, y los demás poderes no cumplen con su rol, no va a
haber esperanzas.
Cada uno, ya sea en el poder que esté, no puede salir de ese rol. Tienen que
tener un compromiso en función a los objetivos que una nación necesita.
Tiene que haber voluntad de querer hacerlo, si no, no tiene sentido. No es
bueno para nadie vivir confrontando, los adolescentes no pueden recibir ese
ejemplo de los mayores.
Es un gran desafío.
¿Crees que en las urnas se reflejó
ese deseo de 'armonizar'?
No hay una
explicación, si dijera que la hay estaría mintiendo. Algunos que se denominan
analistas políticos, tienen una visión muy reducida, muy mezquina. A lo mejor,
por quedar bien, no dicen las cosas que deben decir. Hacer un análisis político
no es describir la realidad.
Me hablaste de que los políticos no
nombran nunca el 'bien común'. ¿Eso se da porque estamos tapados de problemas?
Porque hay
mezquindad. Para lograr el bien común, se tienen que dejar algunas cosas de
lado. Eso nos va a dar una comprensión de que estamos dispuestos a resignar
cosas para lograr el bien de cada uno. Ahí tiene que haber un equilibrio. Si
no, esta sociedad está destinada a enfrentarse.
He escuchado declaraciones que no están destinadas a ese objetivo. No hay
prudencia. Los políticos tendrían que volver al sentido de la prudencia para
ser más hábiles y tener más y mejores respuestas.
¿Por qué acá no 'explotamos' como
pasó en Chile, Bolivia o Ecuador?
No podemos
decir que no vaya a suceder. Estos últimos movimientos son recientes, pero hay que
ver cuál es el fondo de Argentina sobre estas problemáticas. Nuestro país nunca
se introdujo en los problemas ajenos.
Primero debemos tener en claro lo que queremos, tendríamos que estar preparados
para contener a la región, y no esperar que sea al revés.
Vivimos en un país y rodeados de otros que tienen paradigmas de la modernidad,
y deben cambiarse. Los políticos no se han dado cuenta que las sociedades han
cambiado, que tienen nuevas exigencias. Pero no hay la suficiente imaginación
para salir de estos paradigmas y salir a buscar lo que la sociedad necesita.
¿Los políticos no tienen la
imaginación o no se arriesgan a ponerla en práctica?
Para mí, no
la tienen. No sé si no se animan, sería un gran desafío, producirían una
transformación, la sociedad estaría mucho más tranquila y depositaría su
confianza en quien los representan. Ha habido períodos breves en que estas
cuestiones se han manejado, pero rápidamente se alejaron.
La sociedad debe involucrarse más, es la controladora de quienes nos representan.
No podemos delegar, eso pertenece a un paradigma antiguo. Hay que reemplazarlo
con un nuevo concepto democrático, todos están atados al Siglo XIX, aun
aquellos que se dicen progresistas.
¿Qué habría que cambiar para dar ese
paso al 'hoy'?
Habría que
hacer una restructuración de las instituciones. Observar bien si realmente
cumplen el rol que deben, más precisamente los poderes de la nación, nosotros
vivimos en un país muy presidencialista. Si no definimos bien el rol de cada
poder, vamos a seguir en el Siglo XIX.
Todo esto requiere de una gran humildad, hay que dejar de lado el 'yo tengo la
verdad' en todas las cuestiones. Quienes definen el futuro de las personas,
deben tener humildad.
Pareciera algo muy difícil de lograr.
Hoy en día el Congreso no se pone de acuerdo en temas menores...
Muy difícil.
Esos problemas o temas menores que aquí se generan, en otros países ni siquiera
lo discuten, salen naturalmente si tienen que salir. No es necesario llegar a
una discusión de tal magnitud, todo genera confrontación.
¿Qué naciones ves que hayan avanzado
con estos paradigmas de los que me hablas?
Los Países
Bajos, casi todos. Algunos de Europa central, también. Son países que han
tomado estas cuestiones con seriedad, se pusieron en claro consigo mismos.
Vieron qué cosas hacían mal, donde debían mejorar, y lo hicieron. Lo hizo la
sociedad.
No tienen esa angustia permanente que tenemos nosotros, de qué nos puede pasar
mañana.
Vuelvo al concepto de 'bien común', nadie se sienta a fomentarlo en Argentina.
Yendo a tu área, la educativa.
Pasaron las dos campañas y no hubo propuestas al respecto.
Nada, no
hubo nada. Primero que nada, hay que reformular la formación docente. También,
construir las escuelas de otra manera desde el punto de vista arquitectónico.
Estas dos cosas van a ir mejorando, a los docentes, a los alumnos, y a su vez
todo el panorama.
El gobierno debe hacer una fuerte inversión, y personalmente creo que debe
volver la doble escolaridad. Un chico no puede estar cuatro horas únicamente en
la escuela. Está expuesto a otras cuestiones que no tienen que ver con el
saber. La formación de una persona es algo complejo.
Para cerrar: ¿Qué balance hacés del
año que vivimos?
Ha sido un
año de profunda preocupación para todos los argentinos. Mucho desconsuelo,
desencanto, desesperanza. Es como que se hayan apagado algunas luces.
Lo lamento por los argentinos, que no se lo merecen. Lo defino brevemente como
un año gris.
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