1 de mayo de 2017
Fueron horas agitadas las que marcó el último temporal, que
en dos DÍAS -del 9 al 11 de abril pasado- arrojó sobre Tandil más de
El corolario de la lluvia fueron cuadras enteras "de bote a bote", anegamientos, largas cortadas y profundos baches sobre la infraestructura de calles de tierra. Algunas de asfalto cedieron porque la correntada arrastró material de las capas inferiores. Aunque este temporal fue de magnitud considerable, fenómenos de este tipo se vienen dando con cierta frecuencia y el resultado es parecido, aunque en oportunidades anteriores los daños fueron menores.
Pero las precipitaciones por sí mismas no generan el daño. Hay otros factores que confluyen. En la zona urbana de Tandil se pierden cada año cuatro hectáreas verdes; es decir, zonas que eran agrestes y ayudaban a regular el escurrimiento de aguas porque absorbían una buena parte, son impermeables porque se cubrieron con cemento. A modo de ejemplo, en lo que va del siglo Tandil perdió una superficie de absorción equivalente a un rectángulo imaginario delimitado por las avenidas Rivadavia, España, Santamarina y la calle Belgrano.
En medio de ese panorama el secretario de Planeamiento y Obras Públicas, Roberto Guadagna, anticipó que el Municipio "tiene en estudio una actualización del plan hidráulico de la ciudad", que consiste en una serie de proyectos tendientes a disminuir el impacto que provocan las aguas de escorrentía.
Durante el temporal del mes de marzo, con lluvias que aportaron sobre el Partido de Tandil un volumen de agua muy grande -aunque menor al de abril- el área que dirige el arquitecto Guadagna aprovechó para estudiar el impacto directamente sobre el territorio.
"Tenemos un plano inicial e hicimos observaciones que nos permitieron detectar dónde se producen los mayores vuelcos de agua", explicó el funcionario, en referencia a los sectores que la jerga técnica denomina sectores aguas arriba, en referencia a los niveles en elevación desde donde bajan las aguas que luego rompen calles y dejan zonas anegadas.
El plan está en estudio y desarrollo pero ya se conocen conclusiones diagnósticas importantes:
? La necesidad de corregir algunas trazas de escurrimiento de aguas, como la del Langueyú, a partir de la confluencia de los arroyos Blanco y Del Fuerte.
? La concreción de un sistema de regulación de cara al Arroyo Seco.
? Construcción de decantadores, para que el lodo que arrastra el agua en el período de lluvia fuerte quede depositado en esas cavidades y no obstruya las cañerías de desagüe.
? Plantear regulaciones aguas arriba en la zona de Marchini; en Juan B. Justo y Cabildo; Villa Cordobita; Barrio Mirage, Villa Italia Norte; zona norte de la Ruta Nacional 226.
? Y una gran tarea en el mismísimo Lago del Fuerte. Allí, es necesario bajar el nivel de agua habitual (pelo de agua, en el idiolecto de hidrología), "porque eso fue pensado originalmente como un dique seco para permitir regular el volumen que llegaba, pero como hoy está muy arriba tiene poco margen para la regulación pues rápidamente alcanza el nivel mayor por las aguas que bajan de las sierras".
El conjunto de obras le daría a la ciudad una mayor holgura para afrontar estos frecuentes aluviones y evitar las graves consecuencias para la calidad de vida de los vecinos y para los fondos públicos, pues la reparación de los daños es una tarea que demanda cada vez más recursos del Presupuesto Municipal.
Son obras diseminadas por toda la geografía de Tandil y deberán ser acordadas con la Dirección de Hidráulica de la Provincia de Buenos Aires, con gestión y financiamiento del Gobierno de la Nación. Guadagna advierte que son muy costosas y "requieren establecer un plan de intervenciones y un programa de inversiones de mediano plazo". El arquitecto le cuenta a El Diario de Tandil, que los relevamientos sobre la topografía de la ciudad ya fueron llevados a cabo y "permiten entender lo que está pasando a raíz del cambio de experimentó la ciudad en sus niveles de construcción entre la década del ?80 y la actualidad". La alusión a esa década no es antojadiza, toda vez que fue durante la cual se elaboró el plan de manejo hídrico para Tandil. Treinta años después es necesario tomar nuevas decisiones para el presente y las décadas por venir.
CONTENER Y REGULAR
La base de todas las obras planificadas es parecida; se trata de contener la mayor parte de la masa hídrica que se produce por los fenómenos de fuertes precipitaciones para ir regulando su escurrimiento. Esto reduce el caudal y por consiguiente la fuerza destructiva de las corrientes. "En todos los casos son retardadores en el recorrido del agua, de forma tal de reducir el volumen y tener la capacidad de ir liberándola posteriormente, esa es la idea. Hemos detectado los lugares de conflicto sobre los que hay que trabajar, ahora viene el diseño fino de cada obra".
En esa línea se impone una cadena inminente de reuniones con toda la ingeniería de Obras Sanitarias, de Pavimentación y Desagües y de Vialidad. En ellas "los vamos a poner en tema y socializar la información, en paralelo y enseguida iremos a una reunión con la Dirección Provincial de Hidráulica y de ahí empezaremos a ver la magnitud de los proyectos para determinar cuales están al alcance del Municipio y para qué otros hay que recurrir la Provincia o a otros niveles de gobierno", anticipa el funcionario.
La pretensión del área que dirige es "tener
un plan, sobre él desarrollar los proyectos, poder dividirlos en etapas y
valorizarlos económicamente por cada proyecto, todo eso en función de
establecer prioridades para atender primero las zonas más críticas".
El plazo que marca Guadagna es de unos cincuenta días. Es
decir que a mediados de junio "tendríamos que tener resuelto todo este
modelo para armar".
EL DIQUE, UNA CUESTIÓN SENSIBLE
Todo lo relacionado con una intervención sobre el espejo de agua es susceptible de generar un impacto social y repercusiones políticas. "Es complejo y sensible el tratamiento, la presentación del tema y también lo es presupuestariamente", admite el secretario de Estado, pero apunta que "es necesario porque si no lo hacemos no contamos con un escenario de regulación en esa zona de la ciudad". El primer escollo no es el agua por sí misma sino la parte que no se ve. "Hay que sacar lodo hasta tener agua limpia para luego poder drenar. La realidad es que va a seguir siendo un dique con agua, hay que mantenerlo como lago pero sería deseable que tenga menor nivel que el actual, alrededor de un metro menos de espesor de agua".
Explica que al bajar el nivel habría más costa, mayor capacidad de acumulación de agua en el embalse durante las grandes lluvias y menor posibilidad de desborde, "algo que hoy no tiene porque está al límite".
En cuanto a este tema avanza con pies de plomo e insiste en
que no hay que convertirlo en un dique seco, porque sería una agresión
ambiental y también atentaría contra las actividades recreativas, turísticas y
económicas que se han ido formando alrededor de la existencia del espejo de
agua. "Será un dique con lago, con un espesor de agua menor pero también menos
barro. Es un tema muy sensible pero tarde o temprano hay que abordarlo porque
impacta fuertemente".
LA MISMA LLUVIA
No se puede soslayar uno de los asuntos que más da que hablar
en la comunidad: el volumen de las precipitaciones. Que llueve más es un
comentario corriente y lo asocian al cambio climático. Pero los especialistas
no están de acuerdo. "No ha cambiado, no es que ha empezado a
llover más", dice, tajante, el meteorólogo Gustavo Czop. "Si
vamos a los valores se observa que estamos dentro de la media anual de lluvias,
con las fluctuaciones habituales. Si mirás datos estadísticos de los últimos
treinta años y trazás una línea, los valores están dentro de la media".
Entre las fluctuaciones que menciona el profesional apunta lo ocurrido en los años 2014 y 2015: "En 2014 hubo una seca terrible, tuvimos alrededor de la mitad de lluvias de la media, mientras que en 2015, por el contrario, casi llegamos al doble de la lluvia promedio". Por este motivo Czop explica que, en el mediano y el largo plazo, hay un equilibrio que se mantiene.
Señala que los fenómenos de "El niño" y "La niña" operan sobre estos cambios bruscos. El primero trae un exceso de lluvias y la segunda, profundas sequías. A su vez, ambos fenómenos pueden ser de variada intensidad.
"Lo que noto es que está cambiando la forma de llover. Las
precipitaciones se dan más concentradas, son más violentas y en períodos muy
breves. O sea, tal vez sean lluvias de
Hay dos tendencias grandes, una culpa al hombre por los cambios del clima y otra sostiene que son procesos de miles de años que están en marcha y que se repiten en ciclos tan largos que no podemos medirlos y no tenemos información para comparar. Nuestros registros poseen datos acumulados -a lo sumo- de doscientos años. El propio Servicio Meteorológico Nacional fue creado en 1872, cumplirá 145 años.
Otra de las corrientes dice que el clima se está asemejando al de los trópicos y esto también se condice con la concentración de estas lluvias fuertes que estamos viendo en los últimos años.
Czop asegura que hay mitos. Por ejemplo, cuando la gente
dice ?fríos eran los de antes, cuando se
congelaba el lago?. "Seguro alguna vez escuchaste eso",
manifiesta el meteorólogo y enseguida pregunta: "¿Cuántas veces se congeló el
lago? Una vez. Pero la gente que fue testigo lo tomó como una referencia
cuando, en realidad, fue un fenómenos aislado". También dicen los mayores que las heladas eran más severas. "Tampoco
es verdad", derriba el mito el entrevistado y aclara: "Lo
que pasa es que cambió la cantidad de construcciones y cemento, las heladas se
dan en lugares más descampados, para ver esos efectos hay que irse a las
afueras. No cambió el clima, vemos un impacto diferente porque hay más cemento
a nuestro alrededor. Para que haya escarcha en los coches que quedan
estacionados afuera tiene que caer una helada terrible, y hace una década, con
menos construcciones, se veía más a menudo. Pero los datos revelan que el clima
no ha cambiado como la gente cree".
Pero, ¿No es verdad que cambió el clima de la ciudad por la formación del lago? "Ese es otro mito y no tiene ningún sustento porque la masa de agua es muy pequeña para generar el impacto que le asignan, es cierto que en las inmediaciones hay un par de grados menos que en el centro de la ciudad, pero es un microclima y en la zona muy cercana".
"EN EL MUNICIPIO NO SABEN NADA"
A Indalecio Oroquieta nunca le preocupó la corrección política. Está claro que las relaciones públicas no son su fuerte pero es una de las personas con mayores conocimientos teóricos y empíricos en Tandil cuando se trata de hablar de diques, entubamientos y desagües.
Oroquieta crítica que sucesivos gobiernos agreguen dependencias en los ministerios porque "son solo para meter gente en vez de mejorar el trabajo, mientras que a Hidráulica nadie le da pelota, se acuerdan de Hidráulica cuando llueve". Y, cuando el agua cayó no todos saben cómo actuar: "Después están los que, cuando hay agua, quieren meter máquina y lo que hay que hacer es observar cómo se comporta el agua, hablar con los habitantes más antiguos de la zona y recién entonces proyectar la solución".
Cuando se habla del impacto de las fuertes lluvias en el Tandil actual opina: "Puede ser que haya cambiado pero las obras no se hacen para las crecidas más grandes porque sería costosísimo, se encaran obras para el máximo de lluvia de 30 años, obras más grandes que eso son solamente el Ramal H o el dique del Lago del Fuerte que se hicieron para la máxima crecida en cincuenta años y en cien".
Y sobre esta obra acota que quien la proyectó "fue director de Hidrología en el 74 y trabajaba conmigo, un hombre que sabía muchísimo, también lo tuve como profesor en la universidad de Bahía Blanca".
Pero antes de pensar en el dique de Tandil se hizo una obra que, vista a la luz de los acontecimientos posteriores, nunca tuvo sentido. Se trata del dique que se ubica "atrás de la quinta de los curas y el campo de tiro a la hélice", que se construyó a mediados de la década de 1950, "cuando no se conocía la hidrología y se usaba el método empírico en vez del científico".
La obra nunca se usó para el fin que fue creada, es decir,
frenar una crecida como la que provocó la inundación de 1951. El error de cálculo
surgió porque "todos decían que la inundación del '51 del Arroyo del Fuerte había
venido de lo que hoy es el club del Banco Provincia". Pero la
equivocación no se haría evidente sino hasta años después merced a un largo
estudio de ingeniería hidráulica conducido por el profesional que mencionó
Oroquieta. Puso estaciones fijas de medición en varios puntos de los arroyos y
tomó datos durante tres años. Tras un largo proceso de estudio de los datos
recogidos en esas estaciones concluyó que "la
inundación se produjo por una lluvia de
Tras acotar que el dique del Ramal H tiene capacidad de
regulación hasta
Indica el ingeniero que "tiene una especie de gran tubo en el cauce original del arroyo, que se debía utilizar para mantener siempre el nivel y contener en el embalse el exceso, que se iría liberando despacio". No recuerda quién ni exactamente por qué, pero "alguien cometió el error de ponerle arriba una compuerta, que se controlaba desde esa plataforma que está del lado del agua". Tras ese error sucedieron otros, en cadena: "Cerraron la compuerta y se empezó a llenar el lago con las crecidas del arroyo, a pesar del informe que envió la Provincia de que no debían hacerlo. Empezaron a manejar la compuerta y un día se rompió el tornillo sinfín y quedó abajo. Ahí ya empezaron con actividades náuticas, pesca y hasta hicieron un balneario. Para completar el desaguisado, del lado de la ciudad al tubo lo rellenaron con hormigón, por lo tanto, si se quisiera recuperar la capacidad del embalse habría que usar una carga explosiva para abrir ese paso de agua".
Oroquieta traduce: "Es un dique regulador, y la capacidad de
regular se la da el embalse, pero hoy está lleno, es muy poco lo que puede
regular, en seguida el agua alcanza los vertederos de arriba".
Para empeorar el cuadro -asegura el ex funcionario- todo lo que arrastra el agua cuando baja de las sierras es material aluvional. Entonces, es básicamente piedra, no hay casi arcilla, que podría sacarse aunque sería un proceso muy costoso. "Pero sacar el material aluvional es imposible", dice taxativo y se resigna: "La macana ya está hecha. La situación es así y, si pasa algo más grande, el agua irá por arriba".
No le parece viable el plan del gobierno local de disminuir un metro el nivel de agua para ganar capacidad de embalse. "Habría que restablecer la compuerta y controlarla con mano férrea, pero quedaría un pantano porque es prácticamente nula la factibilidad de dragar. ¿Dónde lo ponés? Y es material que no sirve porque no tiene arcilla".
Es claro que no le gusta el proyecto, por eso insiste cuando
opina que "no hay nadie que sepa nada en el Municipio, Guadagna es arquitecto, no
sabe de hidrología. ¿Para qué lo van a bajar? Que no toquen nada porque con un
metro menos de agua aparecen las islas de barro. Van a hacer un despelote
bárbaro. ¿Qué van a hacer con el
material del fondo? Además, Hidráulica no se los va a permitir. Que lo dejen
como está".
CALLES VENECIANAS
El ingeniero cree que la cantidad de agua que cubre las
calles cuando llueve se debe en buena parte a sumideros obstruidos. Recuerda
que "antes
había una cuadrilla de Obras Sanitarias para inspeccionarlos y limpiarlos
porque la gente tira basura y también se tapan con bolsas. Son casi 500
sumideros en Tandil, hay que revisarlos y limpiarlos periódicamente. Esto donde
hay desagües, y donde no hay se debe estudiar cómo sacar el agua y hacerlo
antes de pavimentar".
Para el ex intendente se trata de poner personal idóneo en
las áreas claves. "Tienen uno que sabe mucho pero lo mandaron a Vialidad, un desperdicio
porque realmente sabe". Se refiere al ingeniero Sebastián Pedro. "Ese
tipo fue el que hizo las reservas del Arroyo Medrano en Buenos Aires para que
no se inundara mientras estuvieron haciendo la obra que encaró Macri y resolvió
el problema. Ese es el que sabe de Hidráulica y tendría que haber ido a Obras
Sanitarias en lugar de Allasia. Ese muchacho sabe mucho, no sé para qué lo
pusieron en Vialidad".
Tal vez sirva cerrar con una reflexión del naturalista, botánico, geógrafo y perito Dr. Francisco Pascasio Moreno: "Sirve luchar en medio de una rabiosa tormenta, comprender lo que ocurre y trabajar sobre tanta energía que podríamos utilizar cuando vuelva la calma. No se combate la naturaleza, el hombre gana cuando la comprende, la comparte y la aprovecha"
COMPARTE TU OPINION | DEJANOS UN COMENTARIO
Los comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de sanciones legales.
Solo suscriptos
Solo suscriptos
14 de mayo de 2025
Solo suscriptos
Solo suscriptos
14 de mayo de 2025
Solo suscriptos
Solo suscriptos
14 de mayo de 2025
Solo suscriptos
Solo suscriptos
14 de mayo de 2025
Solo suscriptos
Solo suscriptos
14 de mayo de 2025
Solo suscriptos
Solo suscriptos
14 de mayo de 2025