31 de agosto de 2016
por
Brando Bruni
Pablo
Martínez está llegando, nada más y nada menos, a sus 35 años junto a la música.
Todo ese tiempo pasó desde que empezó a darle a la batería, hasta ahora que
está mostrando su primer disco solista. Un viaje musical con muchas escalas que
lo llevó hasta la primera del rock nacional, ida y vuelta.
NO ME DIGAS ADIÓS,
SÓLO DECIME HASTA SIEMPRE
"Empecé tocando la batería de muy chiquito,
tenía 15 años y andaba con un permiso de mi papá para poder tocar en los clubes
o en los boliches. Ya a los 17 era un baterista, tocaba con gente más grande. Y
pasaditos los 20 me fui a Buenos Aires y ya tenía un oficio y un instrumento", comienza repasando su historia
musical Pablo.
A mediados
de los 80, encaró para Buenos Aires. Un excompañero de la colimba lo convenció,
con sus ventipocos agarró el bolso y se marchó. "Quería que me pase algo más de lo que me pasaba en Tandil como músico.
Fui con ese sueño del rockero, de grabar vinilos, y al año me pasó. Me jugó muy
a favor haber tocado mucho acá en los bailes", va contando, mate en mano,
bajo una linda tarde de sol. Agrega que "en
esa época era otra cosa, un estudio de grabación era un templo. Pettinato dice
que los que se acuerdan de los 80 es porque no los vivieron, y es verdad. Era
el renacer de todas las cosas. Yo tenía
esa energía de la edad, tocaba con todos los grupos que me lo proponían, tenia
el si fácil".
Así,
mientras también laburaba en fábricas y talleres, se iba haciendo un espacio en
el ambiente. Un día, el reconocido luthier "Fanta" Beaudoux lo llamó
porque andaba necesitando quien le de a la bata en su banda. La cosa no
prosperó. Pablo estaba tocando en un grupo de música disco y la nueva propuesta
no le cerraba "por una cuestión
comercial, tenía que comer también". Pero quedó el contacto, y así llegó a
Gabriel Carambula, que había perdido el batero, que se había ido con Fabiana
Cantilo. "Después de una prueba de dos
semanas que fui un delirio, me dijeron que tenía que elegir entre ellos, Los
Perros Calientes, y el otro en el que estaba. Estuve casi cuatro años con Los
Perros, grabé dos discos de vinilo, toqué en Obras dos veces, tocaba en Canal
9, hasta estuvimos con Xuxa", se ríe mientras recuerda su entrada a uno de
los grupos que más sonó por aquella época. El tandilense entraba al rock
grande.
ROCK AND ROLL Y FIEBRE
"Conocí mucha gente muy copada", dice como quien habla de
cualquiera. Pero se refiere a esos momentos que compartió con verdaderas
luminarias del rock nacional. "Era jugar
en primera. Creo que se dio también porque le puse onda, fui a hacer eso.
Pasaron cosas muy grosas irnos de gira con Los Violadores al sur, o irnos con
Andrés Calamaro", dice y del Salmón recuerda que "me sorprendió que fuera un tipo sencillo, lo vi cebándole mate chofer
del colectivo que nos llevaba a La Plata, por ejemplo, mientras nosotros
dormíamos".
Estuvo con
Fito varias veces, y Charly García aparecía cada tanto en sus shows. Como
anécdota, cuenta que "estábamos en un
boliche que se llamaba Delay, en lo que sería el camarín, que era el deposito
de limpieza debajo de una escalera. Había bidones con kerosene, lampazos, un
grupo electrógeno y gasoil. Yo había estado atento a esa situación, se nota que
mis compañeros no. En un momento aparece Charly enojado porque lo habían puesto
en el diario como invitado y no le habían avisado, entró muy enojado con
nuestro manager. Se pone a discutir con Carambula, entonces Charly agarra una
escoba, la prende fuego con un encendedor y empieza a girarla en ese lugar. Estábamos
todos anonadados mirando la situación, en un momento tomé conciencia y le saqué
la escoba, no me fue fácil, y la apagué. Me acuerdo que el bajista de Los Perros
me cagó a pedos por haberle hecho eso a Charly, pero creo que salvé la vida de
todo el boliche".
No todo era
color de rosa, claro: "En la época que
tocaba con Los Perros, también trabajaba en fábricas o talleres. Era loco,
tocábamos en Feliz Domingo en Canal 9, y el lunes entraba a la fábrica. Los
mismos compañeros me decían que me habían visto en la televisión. La vez de
Obras fue terrible, tocamos en un festival, una situación muy de rockstar, de
pelo largo y vestido de cuero. Y el lunes, en la fábrica con el pelo atado". Pero
Pablo lo disfrutó mucho y se nota cuando lo cuenta.
ARDE BUENOS AIRES
Los
vaivenes de la vida, hicieron que Carambula se fuera a tocar con Fito Páez, desarmando,
al menos temporalmente, a Los Perros. "Yo
necesitaba seguir trabajando, no podía postergar mi carrera como músico hasta
que volviera", explica y añade que "fueron
momentos bravos, pero vi que era la hora de hacer mi música. No fue para nada
sencillo, de jugar en primera pasé a ser aguatero de un club de barrio. Fue
terrible".
"Pero Buenos Aires tiene esas cosas, al año
salgo a cantar mis canciones, se empezó a juntar un grupo y se formó la banda
Los Dados Vueltas. Ahí hice mi música, fue un proyecto propio. A los tres años
de estar tocando mucho en Capital y en la Costa, tuvimos un contrato con Warner
Music. Nos iba muy bien, después nos agarró los fines de los 90, fue terrible,
no pudimos sostener el proyecto. Buenos Aires estaba en llamas. Imaginate si
era difícil para un médico, para un músico, y encima pobre, era una cosa
espantosa", va
resumiendo.
Así y todo,
eventualmente se juntaban y hacían algo, incluso en 2006 un grupo de España
editó una canción de Los Dados.
VOLVER A CASA
Iniciaba el
siglo y Pablo planeaba la vuelta a las sierras. Dice que "empezaba aparecer internet, las personas podían grabar sus CDs en la
casa, cosa que ahora es tan común. De alguna manera, si bien no estaba mal
económicamente y con trabajo, sentía que iba a poder hacer lo mismo que hacía
en Buenos Aires, desde Tandil. Cuando vine, me olvidé de todo eso, me casé, tengo
una familia, la vida dio otro camino".
Pero nunca
iba a dejar de tocar. "Después armamos
La Bomba, que de alguna manera solo era a nivel comercial, un grupo de fiestas
que tenía que ver con la necesidad de trabajar. Había dejado al artista",
expresa, y dice también que, tal como lo hace ahora, acompañaba a otros
artistas, ya sea desde la batería o la viola.
"Recién ahora, casi 20 años después, puedo
hacer lo mío. O lo que me pasa de tocar con el grupo Ella Mintió, en Buenos
Aires, es algo que tiene que ver con todo esto. Escuché un video en Facebook de
estos chicos, me convocaron para tocar, me pareció difícil al principio, pero
propusieron algo posible. Entonces estoy yendo una vez por mes a tocar con
ellos, y soy su baterista. Con ellos, éramos amigotes en la época de Los Perros". Así, además de estar afincado acá,
se está reencontrando con Buenos Aires.
HOY ES HOY
Hace un
tiempito, se dio el gusto de editar "Hoy", su primer disco solista. "Las canciones que tengo en el disco, la
mayoría, son de cuando tenía 18 años. Son muy tandilenses y creo que busco eso.
Trato de irme un poco de lo normal. Era una materia pendiente que tenía",
dice, feliz. Define lo que hace por su cuenta como "música popular". "Todavía estoy buscando mi estilo, aún no
lo encontré, eso es lo divertido. De hecho, las canciones para el segundo disco
son más raras", va planeando.
Hablando un
poco más de "Hoy", dice que "tiene dos
años pero me sigue gustando, eso es algo que no me lo esperaba. Lo tuve
pendiente durante muchos años, me la pasé tocando con otra gente y postergando
mis proyectos. Con este disco me saqué las ganas".
Y para
seguir festejando, el 17 de septiembre prepara una gran presentación en La
Cautiva (Yrigoyen 882): "No voy a estar
solo presentando mi disco solista, esa es una de las cosas más copadas".
Allí estará con Apolín en guitarra, Mariano Milán en batería y Juampi Martínez
en bajo. Además, habrá varias cantantes con las que estuve trabajando este año
y una batería de murga. "La idea es
hacer algo grande, lindo, con mucha gente amiga", recalca. Incluso estará
presente la que ahora también es su banda, Ella Mintió.
CUIDA BIEN AL NIÑO
En el show
que prepara para el 17, va a estar rodeado de músicos con lazos familiares.
Apolín, su primo; Mauricio, su hermano; Silvia del Rabal, su señora y Juampi, su
hijo. Y del chiquilín hablamos un largo rato. "Lo admiro mucho a Juampi. Me parece que toca muy bien y le dedica un
tiempo importante a la música, eso hace que tenga habilidades y un talento muy
groso".
"Cuando era chiquito, un día dije que iba a
dejar la guitarra a mano, aunque siempre fui muy de cuidar los instrumentos. A
partir de ahí, los chicos tuvieron la guitarra como un juguete. Juan Pablo
empezó tocando la batería, yo le recomendaba que hiciera otra cosa. Tocó la
guitarra, y un día me compré un bajo, así que de alguna manera lo fui llevando.
El loco esté se empezó a copar con el instrumento, se puso a estudiar y ahora
está como un bajista profesional", dice y hay que ir pidiendo un babero.
Juampi se está
por ir a estudiar a La Plata, pero no se puede evitar planterla la situación de
la historia repetida, ¿Qué pasaría si le pinta, como a papá, irse a ser
músico?: "Le diría que además del oficio
de músico tiene que tener otro para complementar los primeros años, que fue lo
que hice yo. Yo lo apoyaría, no tendría problemas, pero que estudie algo antes".
UN LUGAR CON PARLANTES
Pablo
encontró "otra manera de hacer ruido",
además de para sobrevivir. Se dedica al arreglo y fabricación de parlantes, un
trabajo que le permite hacer música y, obviamente, está muy relacionado.
"En Buenos Aires entré como pintor de soplete en una fábrica de parlantes. Aluciné. Siempre me llamó la atención la electrónica, ver eso me pareció algo mágico, y es el día de hoy que me tiene hipnotizado. Parece que se nota que me gusta, porque tengo mucho laburo, no solo reparo sino que también fabrico. Es otro trato el que tengo con los músicos, yo conozco el uso que se le da a un parlante en un escenario".
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