10 de marzo de 2022
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Charly García, Gustavo Cerati, Andrés Calamaro
y otros próceres del rock argentino siempre supieron armarse de grandes músicos
para sus bandas. Uno de ellos, presente en discos y shows emblemáticos, es
Fernando Samalea, quien desde la batería formó parte de la historia.
Con esta trayectoria, Samalea forjó también
una amplia carrera solista y se formó en otros instrumentos como el bandoneón.
Como si esto fuera poco, se puso a escribir y tomar fotos, contando la historia
del rock desde adentro.
Con todo este bagaje encima, se puso a
recorrer el país dando charlas, por el gusto de encontrarse con gente, y este
sábado le toca pasar por Tandil.
Charlando con El Diario de Tandil, comenzó
explicando su relación con la ciudad, dijo que "además de algún viaje en la niñez, simbolizó lo que fue la primera
gira musical para mí, tocar fuera de
Buenos Aires, justo cumplí 17 años allá. Fuimos con el Grupo de Alberto Lucas a
tocar en la legendaria sala El Teatrillo". Más abajo en esta nota, se puede
encontrar el relato en primera persona de esa experiencia.
Adelantando lo que sucederá el sábado, comentó
que "esto de las charlas, además de que
soy un viajero empedernido y me encanta conocer lugares y músicos, es una forma
de agradecimiento ante tantos privilegios que me dio la música y todas esas
posibilidades. Se me ocurrió hacer este tipo de charlas, que tienen una búsqueda
sociológica, sin que sea demasiado pretencioso, como para conocer músicos,
compartir ese par de horas. No son ni conferencias ni clínicas, diría que
aprendo más de lo que doy. Todas las charlas son distintas, depende de las
personas que participen".
La elección del Castillo Morisco como punto de
encuentro, no es para nada azarosa. Fernando cuenta que "recordaba de mi primera gira una foto que tenemos en el Castillo
Morisco. Ese lugar tiene una connotación fantasiosa que relaciono mucho con mis
libros de la niñez, como las versiones infantiles de Las Mil y Una Noches,
Julio Verne o Salgari. En mi imaginario lo quise recuperar, e intento que cada
una de mis charlas sea en lugares especiales, que tengan una mística
particular. El Castillo me parecía mágico".
"Soy
muy de, a la manera de la Invención de Morel, ver la estela de las personas o
lo misterioso del paso del tiempo. Va a ser mi chance de volver a estar parado
en ese lugar que estuve en 1980 en mi primera gira. Por otro lado, la
connotación europea del lugar, la panorámica magistral del lugar, son cosas que
pueden fomentar la naturalidad en la charla", detalla.
La reunión no tiene ningún guion. En las distintas
charlas se tocan temas muy diversos, desde su carrera musical a cuestiones
filosóficas. "Esto no es un trabajo, es
un emprendimiento ad honorem que hago por el gusto de viajar", señala.
Más tarde en su visita a la ciudad, realizará
una Jam e Manhattan Instrumentos Musicales: "La premisa es viajar en moto, que las charlas sean gratuitas y hacer
una jam con músicos locales, que siempre es maravilloso y te da sorpresas re
lindas".
Más allá de las charlas, Samalea sigue
haciendo de todo. Participa en conciertos de La Portuaria, se dio el rencuentro
de La Titanic haciendo versiones arriesgadas de temas de rock de los 60 y 70, toca
en el grupo de Michelle Bliman y con el francés Charles Youngerson, mientras se
prepara para viajar a París en el verano europeo. "Lo agradezco y no es nada que me haga pasar malos momentos tener muchas
cosas. De hecho, pierdo mucho tiempo, yendo a bares o cafecitos, paseando en
moto por zona norte. Al tener la dicha de no tener que trabajar cumpliendo un
horario, soy mucho de pasear, de fomentar el ocio creativo. Intento que la vida
no sea una obligación tras otra", explica el músico.
Viendo hacia el futuro, dice que "ante el
misterio absoluto de lo que significa la vida, no puedo saber que pasará. Lo
que intento, es tirar una buena a los demás y ayudar lo más que se pueda, hasta
que poéticamente se acabe. No tengo un plan en particular, sino que el propio
hecho de hacer vaya abriendo puertas y la vida vaya sorprendiendo con nuevos
caminos".
Fernando Samalea estará brindando su charla
este sábado 12 de marzo a las 16 horas en el Castillo Morisco. A las 19:30
horas será la Jam en Mahattan (Chacabuco 873). Las entrada es gratuita y los
cupos limitados, pudiéndose hacer reservas al teléfono 2494592953.
LA HISTORIA
DE LA PRIMERA GIRA DE SAMALEA EN TANDIL EN PRIMERA PERSONA
¡Al fin
sucedería mi primera gira musical y podría tocar fuera de Buenos Aires!
El 30 de noviembre de 1980, el grupo de
Alberto Lucas a pleno -que completábamos el tecladista Pollo Raffo, el
guitarrista Jorge Minissale, el bajista Marcelo Torres y un servidor-, montó un
bus rumbo a la ciudad de Tandil.
Entre chanzas e ironías, tras seis horas que
parecieron doce, estrechamos la mano del joven organizador, quien estaba
aguardándonos diplomáticamente en la terminal tandilense.
Esa misma noche ocuparíamos el escenario de El
Teatrillo, una pequeña sala ubicada dentro del subsuelo de la Biblioteca
Rivadavia, en San Martín al 500. Hacía honor a su nombre, no pudiendo albergar
a más de ochenta o noventa personas sin que alguien debiese ser sacado en
ambulancia.
Compartiríamos con un grupo local llamado
Becuadro, que hacía muy bien lo suyo, y generosamente me prestaron la batería.
Era con doble bombo, tenía ocho tom-toms y cuantiosos platillos. ¡Me sentí Carl
Palmer!
Acababa de cumplir diecisiete años y estaba
como en una nube. Carne habitual de cinematecas de culto, fomentaba mis
fluctuaciones mentales leyendo a Gurdjieff, Pedro Ouspensky, Castaneda y Alan
Watts o libros sobre espiritismo del francés Allan Kardec.
En cuanto a lo musical, disfrutaba muchísimo
del combo de mis admirados compañeros y de los pocos esquemas a la hora de
ejecutar esas canciones. Sentía un estado magnífico de libertad y aprendizaje.
El compositor Alberto Lucas comandaba el show,
hablando con naturalidad por el micrófono y acompañándose con una acústica
Ovation. Pollo, delante de un sintetizador Crumar y un clavinet apoyado sobre
una mesa de bar, ocupó sin querer medio escenario. Tocó con un pañuelo
cubriéndole la cabeza y fue toda una excentricidad.
Nos quedó una hermosa sensación al bajar del
escenario, transpirados y felices: la de cuando la música vive en sí misma y
colma las emociones.
Para nuestra sorpresa, al día siguiente leímos
una reseña relinda del concierto en el periódico local.
Además, paseamos y nos fotografiamos al aire
libre, recorriendo el cerro Centinela, el enorme embalse y el Lago del Fuerte
-donde posamos con cascos de motociclistas-, así como el Parque Independencia,
antes de trepar hacia el Castillo Morisco y contemplar la panorámica ciudadana,
desafiando las leyes de gravedad con arriesgadas posiciones sobre sus barandas.
De repente, alguien tomó la instantánea para la posteridad.
Al atardecer, también parodiamos la fotografía
del grupo Yes incluída en su álbum "Relayer", donde el quinteto ocupa
un asiento de piedra. Por supuesto, nos ubicamos en coincidencia con el
instrumento y posición de cada uno de ellos.
Como si se tratase de un combo escolar, diría
que permanecimos juntos durante el 100 % de la breve estadía en Tandil, haciendo
nuevos amigos y juntando muchas sonrisas. Dudo de que hayamos dormido mucho...
Este
próximo sábado 12 de marzo estaré en Tandil, compartiendo una nueva
"Charla Informal" y otra jam con músicos locales.
Preciosa
ciudad de las sierras de Tandilia, rodeada de valles, cerros, forestas,
embalses, leyendas, piedras movedizas, caminos misteriosos y parques como el
Independencia, con su portal de granito en plan
"románico/renacentista".
Allí
mismo, en su cima, se alza el maravilloso Castillo Morisco -donado por la
colectividad española en 1923-, donde haremos el encuentro ante la panorámica
de la ciudad.
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