20 de marzo de 2017
El recital de Olavarría convocó a 300 mil almas, fue el más
multitudinario del Indio Solari y también el último. La organización esperaba
esa cantidad de gente y también el intendente Galli, quien montó el bravo toro
buscando rédito en año electoral y cuando la bestia lo revolcó por el piso
culpó a los hermanos Peuscovich por haberle mentido. El ministro Ritondo
preparó un operativo con policías para la mitad del público porque también a él
lo pasaron por la banquina (qué fácil se engaña a un ministro, ¿no?). Lo sabía
el Indio, que siempre redobló la apuesta a una convocatoria sin par que lo
convirtió en mito viviente y le permitió juntar todos los millones de una sola
vez, con un puñado de canciones al año (la mayoría de Los Redondos, que es lo
que siempre fueron a buscar los fieles). Parado ante el tsunami de ricoteros,
hijos, padres y abuelos, intuyó, quizá, que esta vez se habían pasado de rosca
con la cantidad de gente. Cuando la infraestructura desbordó y aparecieron las
fisuras de la organización -de toda la organización- apeló a su don de profeta
y reprochó: "¿No habíamos quedado en que nos íbamos a cuidar entre
todos?". Convocó gente como para poblar tres ciudades intermedias en
un terreno y les pidió que se cuiden. ¿Su capitalismo culposo le impidió ver
que él debía velar por la multitud que lo hizo multimillonario?
Y en el medio la grieta. Porque la política también juega sus fichas en
este asunto. Hasta el músico cavó un poco más profundo en la previa del recital
cuando pidió tener cuidado de "oscuros intereses" deseosos de que
algo saliera mal. Es más cómodo que hacerse cargo de invocar una fuerza
imposible de controlar.
El modelo de negocios detrás de esta lógica es claro, un show por año
para recoger todos los dividendos juntos y, al mismo tiempo, alimentar con
misterio el mito mientras se instala la idea de que el próximo podría ser el
último y el más grande. Vender entradas, fletar colectivos con todo el combo,
proveer la cerveza, pagar lo menos posible por el predio y tratar que los
municipios se hagan cargo de las secuelas: mugre, heridos en los hospitales,
disturbios, transporte para fletar a los varados. Y dejar entrar a todos, con o
sin ticket. Aunque no paguen entrada son parte del fenómeno multitudinario que
hace que los demás sí la paguen. Organizar para la mitad sabiendo que asiste el
doble -por cuestiones impositivas, de marketing o lo que sea- es muy peligroso.
"Y ahora tiro yo, porque me
toca". El Indio, los que lo venden y los que deben velar por los
ciudadanos apostaron mucho tiempo al todo o nada en el casino de la desgracia. "Te has fugado, me hago humo, den la
alarma. Ensayo general para la farsa actual, teatro antidisturbios".
Hasta que un día dejó de saltar la banca.
LA
PRIMERA ÚLTIMA VEZ
Justo al mediodía del 30 de enero de 1969, en la azotea de la mítica
APPLE Records ocurriría algo inusitado. Hoy diríamos "una última misa". Los
Beatles estaban grabando el
álbum Let It Be, pero
suspendieron para cargar los instrumentos al 4° piso del edificio en el N° 3 de
Saville Row Street -centro de Londres- y por 42 minutos tocaron desde la
azotea canciones nuevas y viejas. La sorpresa de transeúntes, oficinistas y
vecinos asomados a las ventanas o estirando el cuello sin comprender, hizo que
llamaran a la policía, que subió a pedirles "cesaran el ruido molesto". Nadie podía creer que eran ellos y menos
imaginar que ese sería el último concierto en vivo de la banda. Los debates
dentro del grupo eran insostenibles: no tenían buen sonido en los vivos. Era
imposible llegar hasta el final de los asistentes, no había más tecnología
disponible. Habían cerrado la gira en EEUU con conciertos ante 25 mil personas,
al fondo la acústica era pésima y los graves no llegaban. Era el fin de una
etapa, no se podía estafar al público.
Hoy sabemos que 20 columnas de sonido y enormes pantallas de LED repican
el escenario y golpean el cuerpo con el ritmo a todo volumen y puede
oírse a más de
Los problemas técnicos se arreglan con tecnología.
Son los
problemas sociales, humanos y morales los que requieren una prestación de
sensibilidad generosa. Por tanto, son mucho más difíciles de corregir. No
alcanza con una misa.
EL
INSTANTE DEL BIG BANG
El mérito de la cultura ricotera es el de juntar en un único punto, en un
solo instante, una incontenible energía que estalla en el pogo más grande del
universo, como si fuera un Big Bang musical, integrando todos los estratos, es
un fenómeno artistico, cultural y y sociológico.
Pero allí se juntan las virtudes y los vicios. Y como siempre, todos los
males de la caja de Pandora pueden más que la mística, aunque haya amor, el
mensaje rebelde resulta peligroso. También convergen en ese átomo de un
concierto con 300 mil almas las diferencias, el alcohol, la escasa educación,
el cansancio, la bronca y la desigualdad. Cohabitan por unas horas todas las
edades, las provincias y los barrios, múltiples
culturas, infinitos saberes de presencias y ausencias. Ese mágico micro-punto hace coincidir lúcidos con
borrachos, jóvenes con mayores, resignados con rebeldes, confortables con
desahuciados, calmos con rabiosos. Parecería ser que el gran talento de Carlos
el Indio Solari transforma todo, iguala todo y crea una inmensa sensación
de equidad: la "mística ricotera".
Pero nada es gratis, las entradas se pagan y parte del juego es saber que
al final igual van a entrar sin entradas porque, como dicen en la jerga, "dan puerta a la quinta canción" . Para que todos puedan
alimentar el mito al participar del pogo, una sacudida ajena a la realidad, tan
ajena que enajena.
Y el tiempo pasa y el negocio construido con enormes recaudaciones de
shows retaceados, escatimados, casi selectos? pero con el marketing de "Para
todos, loco", con la muletilla "cuídense entre ustedes, acá la cana no
entra", y así todo es posible por
un rato. Y el líder es el líder que sacude las entrañas de la oligarquía y de
los ricos, endiablando a los poderosos que poseen todo, esas de Las babas
del Diablo: "son babas del Diablo
que enredan a tu generación, son las que distinguen al pez chico del pez
grande".
Y el agite sigue. Y quienes conocemos la otra cara de una vida cómoda en
una fastuosa casa que ocupa una manzana en Parque Leloir, los que sabemos lo
que tomó y comió cuando el año pasado se alojó desde una semana antes en Amaike
SPA en nuestras sierras? recurrimos a las inconsistencias de una vida que al
final, muestra sus garras verdaderas.
Esa contracultura que tiñó de magia a la banda desde los inicios, ya no
anida en el alma del Indio, solo repica en su lengua.
Al mejor estilo de los filósofos parisinos de izquierda por los ?80, a
quienes se llamaba los "bobosphére"
o "izquierda caviar", porque vestían Hermes y Dior, comían en las brasseries más caras y tomaban, como
decía Bourdieu: "?esos
despreciables y adictivos vinos de
Bordeaux ". Pero entre esos placeres
discutían sobre igualdad, distribución de riqueza, luchas contra las clases
poderosas, enfrentaban a la derecha con manifestaciones en largos panfletos
pagos en Le Figaro o en su propio "Journal
de Gauche Libération". Ya no servían, no había actos que sostuvieran las
palabras, el movimiento carecía de fuerza al mostrar su verdadera esencia
sectaria.
El lujo
había dejado de ser vulgar? sin que nadie se diera cuenta.
LOS
CRISTALES ROTOS
"Se rompió un cristal", escribió en Revista Veintitrés Cristian
Navarrete luego del recital de Olavarria:
"Un ambiente tenso se apoderó de la situación.
Ya nada fue lo mismo. No había onda. No había onda de parte del Indio. No había
onda del Indio para el público. No había onda con los músicos. Algo pasaba.
Algo pasó.
El show transcurrió mal. Cada uno o dos temas
había un bache. El indio seguía dando indicaciones. Estaba nervioso y
desconcentrado para cantar, tanto es así que se olvidaba de la letra de alguna
canción o directamente la cantaba mal. Lo que fue la avalancha dejó sus
secuelas que hasta ese momento no sabíamos que era. El Indio cantó mal y se
equivocó varias veces. El sonido era pésimo. Y los nervios y la preocupación
atravesaban todo el escenario.
En un momento el Indio amenazó con no volver a
tocar por la situación que se estaba viviendo. El cacique no podía ordenar a su
tribu. Ahí algo se quebró. Sus huestes ya no le hacían caso. Dejó entrever que
alguna mano negra hubo. Andá a saber. Una noche de cristal que se hace añicos.
Los miles de personas que fuimos a Olavarría no asistimos a una misa ricotera,
asistimos a la extremaunción musical del Indio Solari".
Esta recortada síntesis de un periodista que vivió esta última misa
asegura que ya muchos se cansaron, porque lo vieron diferente y alejado
de esa gente común como vos y que
también se preguntan cómo hicieron para aguantar, como el propio Indio canta
en Ciudad Baigon:
Y los notables dicen que envidian a la gente
común como vos
y se la pasan tratando de cagar la horma del
queso viejo
Poder... placer... poder
Rumores oscuros que confunden la cabeza
y perturban a los corazones secos.
Y va a llegar ese día en que se desvanezcan tus
alegrías
y esa llamita que, apenas sos, se extinga y de ella no quede nada
ni la pregunta de cómo hiciste para aguantar
CONSUMIDORES
DEL INDIO
Entre esa
masa de 300 mil personas que asistió al recital hay fieles y fanáticos: alguien
que le firma al enfermero ante un escribano que asume el riesgo de seguir en
"La colmena" con neumotórax o con fractura expuesta jamás osaría
reclamarle algo al Indio. Pero también hay otros muchos que pagaron una entrada
para ver un espectáculo y no obtuvieron lo que les vendieron. De ellos habla el
abogado especialista en Derecho del Consumidor Lucas Sanz.
¿Por qué dice que debemos analizar lo
acontecido en Olavarría desde el punto de vista del Derechos del Consumidor?
Trataré de ser lo más gráfico posible sin apartarme mucho de las
consideraciones del Derecho, porque en definitiva de eso estamos hablando. Como
punto de partida nos encontramos frente a un contrato de espectáculo público,
en el cual un consumidor, quien adquiere la entrada abonando su precio en
dinero, asiste con miras de divertirse y disfrutar del evento. Por otro lado
tenemos la figura del organizador, es la persona que recibe el pago y como su
nombre lo indica es de quien esperamos una experiencia en la materia
organizacional de estos mega espectáculos, en la cual descansa toda nuestra confianza.
¿Es tan así la cuestión de depositar toda la
confianza en la organización?
Le respondo con otra pregunta. ¿Quiénes de todos aquellos que asistieron
al recital se representaron la posibilidad de no volver con vida? Y se la
respondo acá mismo: Claramente nadie, porque precisamente no es lo esperado,
nuestra confianza indica que asistiremos, nos divertiremos y volveremos a casa
sanos y a salvos.
¿Ud. dice que la seguridad de las personas
queda en cabeza de quien organiza el recital?
Mire, tanto la doctrina como la jurisprudencia reinante en la materia
aseguran que éste es uno de los campos de aplicación más frecuentes de la
obligación tácita de seguridad. Es decir, aquel principio romano alterum non
laedere en el cual una de las partes en el contrato se compromete a no
dañar al otro contratante. Dejando de lado los espectáculos deportivos que
tienen su propia legislación agravada, estos contratos de recitales, pubs,
discotecas o bares, se destacan por ser aquellos en los que por sus
características particulares presentan una considerable probabilidad de
producir daños al consumidor al momento de su ejecución, por lo que la
obligación primaria -es decir el divertimento- tendría un nexo importante con
la indemnidad de estos. O sea, para divertirse, además, tiene que salir a
salvo.
¿Y cuando eso no ocurre?
Ahí estamos ante el caso puntual del recital de Olavarría. Producido un
daño al espectador, que es un consumidor, el organizador del evento carga con
la responsabilidad ante un reclamo judicial. Así se encuentra estipulado
expresamente en la Ley de Defensa del Consumidor, en su artículo quinto que
literalmente dice: "Las cosas y servicios deben ser suministrados o
prestados en forma tal que, utilizados en condiciones previsibles o normales de
uso, no presenten peligro alguno para la salud o integridad física de los
consumidores".
Y el artículo ocho bis reza: "Los
organizadores deberán garantizar condiciones de atención y trato digno y
equitativo a los consumidores y usuarios. Debiendo abstenerse de desplegar
conductas que coloquen a los consumidores en situaciones vergonzantes,
vejatorias o intimidatorios."
La entrada extendida para el recital llevaba
una leyenda, una suerte de aviso legal que deslindaba responsabilidades.
Una aberración jurídica y un claro atropello a los derechos del
consumidor. Por más que el propio ticket de entrada al recital tenga una
leyenda inserta que no se hace responsable por los daños, como sucedió en el
caso, que decía: "Usted asume los riesgos inherentes a este tipo de evento,
incluyendo pero no limitándose a las lesiones a su persona en cualquier evento
que ocurran, antes, durante o después del evento, dentro o fuera del inmueble y
aunque estas lesiones se originen por objetos arrojados por terceras personas.
Usted acuerda que el inmueble, el promotor y el artista, sus agentes, sus
empleados, representantes y dueños, no serán responsables por los daños que
resulten por las causas antes descriptas, y usted expresamente los releva de
cualquier reclamación".
Esta es una cláusula típicamente nula, es el ejemplo más claro, también
se las ve mucho en los estacionamientos de supermercados. En lo personal,
cuando asesoro a empresas insto preferentemente a evitar que aparezcan dichas
leyendas, porque además de no tener efectos jurídicos a favor del organizador
agravan su situación ante un reclamo por Daños Punitivos.
¿Qué son Daños Punitivos?
Para que la gente lo entienda, es una especie de indemnización agravada,
una multa que se le paga al consumidor y puede llegar hasta los 5 millones de
pesos.
Por cierto, aun más grave situación plantea la ley de defensa del
consumidor, cuando indica que en la responsabilidad por la prestación del
servicio responderán el productor, el fabricante, el importador, el
distribuidor, el proveedor, el vendedor y quien haya puesto su marca en la cosa
o servicio.
¿Cómo sería en el caso concreto del recital?
Bueno, si trasladamos lo expuesto al caso del recital podemos decir que
son todos solidariamente responsables, desde la firma que organizó el evento,
el propio Indio Solari, la Municipalidad que autoriza y es quien brinda las
condiciones que aseguran pueda llevarse a cabo, y en lo personal -varios fallos
se han expresado en este sentido- voy un poco más allá y hago responsable al
ministro de Seguridad de la Provincia, que es quien debe velar por la seguridad
en tamaño evento que congregó a más de 400 mil personas y pusieron personal de
seguridad para menos de la mitad.
¿Estos recitales multitudinarios de Solari
tienen características especiales? ¿Puede el Derecho aplicarse tal y como está
concebido?
Me parece que este tipo de recitales tiene características propias. En
los recitales del Indio quienes asisten son considerados coprotagonistas o
actores masivos de esa "misa ricotera". Ellos, los fanáticos, son los que le
dan el verdadero sustrato material de la propia actividad económica de la
empresa y quedan sujetos de una manera muy íntima e inmediata a los riesgos que
genera la misma.
¿Cómo es eso?
Es que el artista y los organizadores no sólo toman de ellos la ganancia
que genera el cobro del precio con que ofrece su "servicio" de divertimento y
espectáculo, con suministro de bebidas y ciertos comestibles. Sino que además,
se alimenta de la masiva concurrencia y la "movida" que todos ellos generan.
Porque es esto mismo y no otra cosa. O sea "la movida", la "misa ricotera", eso
es el verdadero servicio o producto que se pone en el mercado para de ello
obtener su lucro. El predio, personal de atención, personal de seguridad,
bebidas, comestibles y demás elementos materiales no son más que el perfil
estático de la empresa, en tanto organización de capital, bienes y trabajo
destinada a brindar el servicio de espectáculo. Pero la actividad dinámica de
la empresa, el servicio pleno y total que ella misma presta y "vende", necesita
e incorpora como coprotagonistas inconscientes de ese mismo servicio a quienes
lo reciben: los miles de jóvenes que masiva y tumultuosamente concurren y
disfrutan de la "misa" que ellos mismos, masivamente, contribuyen a generar,
juntamente con los riesgos que se desprenden de ella. Desde esta mirada, en que
los propios asistentes consumidores, al mismo tiempo que consumen masivamente
el producto que la empresa organizadora les vende, "coparticipan" también en su
gestación sin recibir específico provecho o contraprestación por tal
coparticipación.
Entonces, se desprende que el Indio vende una
misa que no sería posible sin él pero tampoco sin eso que aportan los fieles.
Totalmente. Y lo menos que puede y debe exigirse de la empresa
organizadora es que asuma el costo de la prevención de los riesgos y de la
reparación de los daños previsibles que tal actividad provechosa para ella
genera a sus clientes. Esto que cuento no es más que lo acontecido en todos los
recitales del indio, con la famosa misa ricotera, con el uso del spot
publicitario de la "última misa", "la despedida del Indio" y cuantos otros
artilugios que merecen el mayor de los reproches legales por el visto netamente
económico que se escuda en ella y que además son publicidad engañosa.
SOBRE
MISAS PAGANAS
Jorge Boimvaser fue parte
fundamental de la banda por muchos años. Decidido a contar algunas cosas,
publicó A brillar mi amor, un libro que él mismo define
como la «mitología no autorizada» sobre Patricio Rey y sus Redonditos de
Ricota. Boimvaser alecciona un sincretismo religioso con la banda: Patricio
Rey es Dios; los seguidores del grupo, los adoradores de la deidad; los
recitales, las misas.
Cuando dice Patricio Rey, es la banda toda, no el personaje creado
especialmente por unos bollitos redondos de maicena con ricota, receta de la
chef Patricia Rey extraída de la revista
Para Ti, que había aprendido Edgardo Gaudini - El Sultan- para las tardes de ensayos. Por idea de la
Negra Poly -Carmen Castro- que
oficiaba de manager, representante y productora, conformó el nombre juntando la chef con los bollitos y se le
ocurrió repartirlos en el ingreso a los primeros recitales de la banda, cuando
recién nacían y debutaban en el teatro Lozano de La plata.
Reaccionarios a cualquier sistema, Skay ya había partido del prestigioso
hogar familiar para manejar un taxi y tocar como Jimmy Page, siempre fue el
verdadero genio musical detrás del líder y de verdad prescindía del dinero.
Beilinson y la negra se habían conocido en Londres. No había que hacer nada
que ya hubiera sido hecho. El boca a boca y la sorpresa de caer en
cualquier lado a cualquier hora, cualquier día, sería el principio de la
cofradía.
PROEMIO
Misa viene del latín "mittere", algo
así como enviado a misionar, a una misión? Al inicio era un sacrifico y se
usaba para despedir a los catecúmenos, que difícilmente volverían con vida en
la Roma antigua. El Concilio de Trento (1550), saliendo del medioevo, en medio
de la gran reforma y la división de la iglesia cristiana, quiso provocar
cambios, para que los "protestantes" no se llevaran más fieles, y recuperar el
poder de LA IGLESIA. Entonces, se "procesó" la Biblia prohibiendo el acceso a
católicos, se reservaron archivos de textos santos, y se "sistematizaron" las
ceremonias, entre ellas la misa, que pasa a ser un santísimo sacrificio.
Muchos años de esta rígida reforma y de misas con estrictas palabras sin
errores respondidas en latín susurrante, llevaron a una nueva mirada en el
Concilio Vaticano II, en 1959. El Concilio anterior (en1869) enfrentaba tantos
problemas de las casas reinantes y tanta presión sobre el Papa, que poco
resultado tuvo para los sacramentos rigurosos, solo se ocupó de darle
importancia al Papa, a los Cardenales y declararlos infalibles. Pero el
Concilio de 1959 trajo un aire fresco. La misa pasó a ser algo más coloquial y
en lengua nativa -abandonando el latín- y reformulando muchos textos
volviéndolos más sencillos. Dejó de ser un sacrificio para ser una ofrenda.
Se inauguró una división para hacerla mas corta: el PROEMIO.
Curiosamente este término -que remite a discurso o tratado- para la teología,
para el derecho Canónigo, significa el preliminar de un hecho, dado que sin
proemio nada va a ocurrir, solo el proemio puede permitir, ordenar o determinar
que algo ocurra y hasta como va a ocurrir.
El proemio de la misa católica, tiene tres partes, y el de la misa
ricotera, también:
La primera es dar Testimonio
de fe inalterada: acá estamos, seguimos creyendo en vos, te
amamos, somos tus seguidores, todo esta ok!
La segunda es la manifestación de una tradición
ininterrumpida: como siempre, aunque haya pasado el tiempo, aunque no sabíamos por
meses cuando sería el encuentro, esto no se corta, esto es mística y tradición.
La tercera es la acomodación al nuevo estado de cosas: somos distintos, loco, el mundo está cambiando y las cosas no son
iguales. Danos el toque mágico para aguantar porque tenemos que acomodarnos al
nuevo momento. Nos trajiste hasta acá?hacenos felices es este mundo. Acomodanos
vos, Indio querido. Nosotros no queremos ser nada. No nos importa nada.
El sábado pasado, el PROEMIO de la MISA en OLAVARRIA, duró 4 canciones, las necesarias para "ordenar el caos del final", para unir la fe con la ofrenda, el sacrifico de la peregrinación y el rito. Se llegó en 4 canciones al último estado, al nuevo estado de las cosas: No nos manda nadie, Indio, como nos enseñaste?
Hay una luz en esa cruz, la luz que los locos
ven.
Voy a bailar llorando sobre mis propios huesos.
Voy a cambiar de estrella cantando.
Nunca se sabe, puede suceder, que la vida no
termine nunca más.
Y esa otra cruz te toca a vos, hacer como que
no es hoy.
Fragmento
de "No es Dios todo lo que reluce"
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