6 de febrero de 2017
El caso de Marcelo Campo, de 52 años, entrará en la historia
como el primer científico de fuerte prestigio académico al que la presión del grupo
laboral con el que convivía habitualmente, tras ocupar con escándalo y más de
una vez el espacio de las crónicas policiales, lo llevó sin escalas a la
renuncia. Según fuentes del ámbito universitario, Campo habría presentado su
renuncia como director del Isistán (Instituto Superior de Ingeniería del
Sofware Tandil) y del mismísimo Conicet, que días después del último incidente
que protagonizó Campos conduciendo en estado ebriedad y chocando a una mujer en
Avellaneda y José Martí ya había suspendido el concurso en ciernes. El docente de
la Casa de Altos Estudios se vio así involucrado en otro bochorno público que
tal vez hubiera sido mirado con cierta piedad o menor repercusión mediática
negativa si Campos tuviera otro concepto en su entorno laboral a la hora en que
se ponen sobre la mesa las cuestiones personales. Evidentemente, la actitud
habitualmente altanera donde también se incluye cierto destrato por parte del
investigador, pesó a la hora en que sus propios pares, docentes y graduados, y
aún los estudiantes que tiene a su cargo formativo demandaron a las autoridades
una decisión extrema, a partir también del daño institucional que sufrió la
propia comunidad universitaria tras una sucesión de hechos escandalosos que
superar la esfera personal del investigador.
Como se recordará, Marcelo Campo ha estado varias veces
involucrado en sucesos que ocuparon la crónica policial. El último episodio
ocurrió los primeros días de diciembre en la esquina de Avellaneda y Alsina (continuación
de Martí). Allí, el automóvil Citroën C4 Picasso que manejaba Campo -quien
venía de una celebración en un local gastronómico de QueTuPé- pasó el semáforo
en rojo y chocó a una Volkswagen Suran, de acuerdo al relato de testigos y de
los ocupantes de la Suran. La Suran era
conducida por Ana María Rabe, quien circulaba acompañada de Estela Gulff, quien
resultó con diversos traumatismos. Lo cierto es que una vez que arribó el personal
policial y la Dirección de Control Urbano,
se confirmó que Campo circulaba en estado de ebriedad, ya que el control
arrojó un resultado gravísimo: 2.96 gr/l de alcohol en sangre, siendo lo
tolerado por ley 0.5 gr/l.
En esos días y con el escenario de la elección de las nuevas
autoridades de la Unicen, el caso Campo quedó en puntos suspensivos, pero no
así el malestar contra el investigador. Finalmente en estas horas trascendió
que Campo recientemente habría presentado su renuncia a su cargo en el Isistan
y el Conicet. Lo que se ignora es la condición laboral en la que quedó el
investigador. Una de las versiones circulantes alude a que podría conservar una
suerte de trabajo a distancia, es decir sin contacto con las personas que
forman parte del equipo académico y que impulsaron su destitución. Un hecho que
difícilmente encuentre parangón o antecedente alguno desde la creación de la
Universidad Nacional del Centro hasta nuestros días.
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