13 de julio de 2016
por
Mauro Carlucho
Salió de una familia humilde, "por no decir pobre", agrega él. Donde el padre era "cobrador" para el club Santamarina y su madre lavaba ropa para afuera. Además de hacerse cargo de los quehaceres domésticos, claro.
Los Fonzo vivían en el centro, al 400 de la calle 9 de Julio. A media cuadra había un largo pasillo con departamentos populares en alquiler. Para José Luis era un punto privilegiado, ya que a unos pocos metros había un gran terreno baldío donde se juntaban a jugar los amigos del barrio. "Estaban las chicas de Málaga, Marcos Vistalli, por mencionar algunos", recuerda frente al grabador de ElDiariodeTandil.
El terreno ubicado frente a lo que hoy es la sucursal del Banco Santander era el lugar elegido por circos, parques diversiones y todo tipo de eventos que congregaban a los vecinos de la época. "Pasaba de todo en ese lugar. Creo que ahí hice mis primeros pesos para comprar la primera cámara. Una vez trajeron una ballena enorme embalsamada, después había un tipo que se enterraba en el piso, adentro de un cajón de madera. Entonces la gente pagaba por mirarlo a través de un tubo y el tipo te saludaba desde abajo. Yo tenía que cuidar arriba que la gente no hiciera macanas y que estuviera todo bien. A la noche el loco salía del pozo. No me preguntes por donde porque nunca lo supe. En aquella época se daba mucho esta situación. Venían personas excéntricas, o raras, como lo quieras llamar. Después pedían una propina o te querían vender algo". Se ríe al recordar aquella década del ?50 en el Tandil lejano.
"Otro recuerdo hermoso es el Baile de Sociedad, los padres llevaban a sus hijas de 15 años para presentarlas en la ciudad. Entonces mi vieja me llevaba para chusmear a ver quienes iban y como iban vestidos. Creo que se hacía para el 9 de Julio y cerraban una calle para armar la fiesta", menciona.
Pese a las carencias, los viejos se las arreglaron para que el chico fuera al colegio San José, donde hizo la primaria y apenas comenzó la secundaria. "Ellos siempre decían que era un esfuerzo mandarme al colegio, pero sabían que ahí aprendías seguro". Con apenas 14 años se le plantó al viejo y le dijo que no iba a seguir con los estudios. Había decidido salir a trabajar y ganarse el mango.
En esos primeros años de adolescencia hizo de todo. En el baldío siempre salía alguna changa. O sino en el centro. Todo estaba al alcance de la mano.
Una de esas tardes, cuando andaba libre
caminando por el barrio, tuvo un flechazo que marcó su vida. Así de importante
fue. Les aseguro que no exagero ni un poquito. En la vidriera de Griensu vio
una cámara Gradasol que le iluminó los ojos. "Muchas veces me han preguntado cómo empecé en la fotografía, o si me
gustaba desde chico. Yo el primer
recuerdo que tengo de esto es esa cámara. No sé si fue amor a primera vista o
si antes ya venía pensando en un oficio. Ese fue el comienzo de lo que sería mi
profesión a lo largo de mi vida".
No dejemos pasar este momento. Aquí se empieza a forjar lo que conocemos de José Luis Fonzo. Por supuesto que no vamos a menospreciar la educación de sus padres y una vida repleta de historias y emociones. Pero también resulta imposible disociar su imagen con la del fotógrafo.
Se tomó un tiempo largo para explicar el funcionamiento de aquella cámara. Enseguida continuó el relato con los años posteriores. Cuando alquilaba el ampliador en el Foto Club y se iba al baño de la casa para revelar las imágenes. Ese trabajo era tan importante como ir a captar los momentos. Tenía una mística especial. Ya tenía marcadas las toallas y las frazadas que servían para poner el lugar totalmente a oscuras. No podía ingresar un mínimo rayo de luz que trunque el trabajo. Es una alquimia especial. Casi como un experimento.
Al mismo tiempo, Fonzo visitaba a Rebrandt, a Ros, los volvía locos a preguntas. Antes no había este fácil acceso a la información. Había que ser metido y animarse a preguntar a los que sabían.
A medida que sumaba experiencia como fotógrafo aficionado fue tomando coraje para pedir laburo de lo que gustaba. "Carlitos Urquiza fue el primer fotógrafo que me dio trabajo. Empecé revelando rollos hasta que me envió al primer evento. Era un casamiento y trabaje cómodo. Volví al estudio contento por lo que había hecho, pero al revelar las fotos nos dimos cuenta que sobre el novio aparecían los cuernos de un trofeo de caza que había colgado sobre la estufa del salón. Me quería matar!!!. Después te das cuenta que son cosas que pasan. Hoy es mucho más fácil, porque ves la foto antes. Antes no teníamos esa posibilidad. Era un trabajo más artesanal. Al poco tiempo tuve el primer flash. ¡Se enchufaba a 220! No te das una idea la explosión que hacía". Esos objetos han marcado su vida. Fuero compañeros solitarios en cada salida, en cada click.
La foto comercial, o de "sociales" como
también se le dice, estuvo desde el comienzo en su carrera. Muchas veces como
necesidad, pero también le supo agarrar el gustito. "No sé si catalogarme en un solo lugar. A mí me gusta sacar fotos, me
gusta mirar y encontrar algo. La comercial siempre viene bien, te ayudaba. Pero
creo que le agarre el gustito con el tiempo. Después aprendí que se puede meter
lo artístico en lo comercial y buscar tu mirada".
En el año 1980 ingresó como fotógrafo en la Universidad. Ese dato lo convierte en uno de los primeros fotógrafos profesionales del pueblo. Con esto no queremos desmerecer el trabajo de sus anteriores, pero Fonzo recibía un sueldo, obra social y vacaciones por sacar fotos. Hasta esa época había que hacer magia para sacarle un contrato a los diarios.
"Estuve 30 años en la Universidad, hasta que me jubilé. Hacía las fotos institucionales, actos, de todo un poco. Te puedo hablar de todos los rectores, porque los conocí a todos. Era un fotógrafo privilegiado en ese momento. Porque me podía dedicar a sacar fotos que me gustaban, a presentarme en concursos, en exposiciones. En esa época mandaba fotos a todos lados y lo disfruté mucho", dice y se sonroja.
Al mismo tiempo sacó fotos en el hospital,
había conseguido una changa para tomar fotos en operaciones e intervenciones de
los médicos. Con las imágenes después armaban filminas y se presentaban en
Congresos y Disertaciones. "Hice de
todo, vi cada cosa en el quirófano. Un día estaba parado en un banquito para
tomar la foto del cuerpo desde arriba y me tropecé. Me caía de frente sobre el
tipo abierto y el doctor me frenó con la mano ensangrentada sobre mi cabeza. Un
asco, pero se daban esas situaciones. Son anécdotas que te quedan de tanto
andar".
En el último tiempo borró su nombre de la entrada al estudio y dejó solo a Mariano, su hijo. Quien sigue sus pasos en el oficio. Igual se hace tiempo para salir a buscar una imagen que le llame la atención.
"Estuve
un tiempo desengañado. No veía nada y lo dejé un poco. Pero ahora le agarré el
gustito de nuevo. No tengo un estilo definido, pero sé que me gustan los
retratos, la gente común o humilde. En una época iba mucho al asilo a tomar
imágenes. Me gusta ver y estudiar por internet, en Youtube tenes de todo. Ahora
me enganche con un mexicano que se llama Jesús Padilla, me gusta el estilo que
tiene. Antes le saque cosas a Pedro Raota, un gran maestro que tuvo nuestro
país. Así fui aprendiendo, me gusta armar la imagen. Pensarla".
La pasión se transmite en sus palabras. Pasamos horas mirando su archivo personal. Las imágenes que envió a las competencias más exóticas. Fonzo se siente realizado, contento con su presente y amigado con el pasado. El futuro es una incógnita. Fiel a su profesión, espera verlo plasmado para ver de qué se trata.
FOTOS: NICOLAS PROCOPIO
COMPARTE TU OPINION | DEJANOS UN COMENTARIO
Los comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de sanciones legales.
Solo suscriptos
Solo suscriptos
23 de junio de 2025
Solo suscriptos
Solo suscriptos
22 de junio de 2025
Solo suscriptos
Solo suscriptos
22 de junio de 2025
Solo suscriptos
Solo suscriptos
22 de junio de 2025
Solo suscriptos
Solo suscriptos
22 de junio de 2025
Solo suscriptos
Solo suscriptos
22 de junio de 2025