10 de febrero de 2019
por
Mauro Carlucho
Durante muchos años Tandil estuvo dividido en dos grandes barrios. Por un lado, la zona fundacional, más conocida como "el centro". En la otra cara de la moneda estaba el sector de la Estación, denominado "el primer barrio de la ciudad", según historiadores con Hugo Mengascini entre ellos.
Los Berkunsky Idiart vivían en el Barrio de la Estación cuando nacieron Roberto y Mabel en la década del 40. Cuenta la historia que "Mela" los trajo al mundo en la misma casa que habitaban. En cambio, Guillermina nació en la Sociedad Italiana (actual Clínica Chacabuco) cuando ya vivían en la casa de Rodríguez y Maipú.
La familia paterna distribuyó los diarios y revistas capitalinas durante largas décadas. Primero yéndolos a buscar diariamente y luego gestionando el envío correspondiente para el reparto posterior.
"Tuve una infancia maravillosa entre libros, música y danza. Tenía todo a mano, porque iba a la Escuela Nº1, que estaba a una cuadra de casa y ahí nomas las escuelas de música y danza. Entre los diarios de papa y la librería de los Villar, enseguida le agarré el gustito a la lectura. La música viene por mi madre, que también tocaba el piano", empieza contando Guillermina.
Su padre era un hombre de laburo y su madre también. Mela era una ama de casa fuera de lo común. Le gustaba viajar y era desapegada. Le inculcó a sus hijos el amor por la música y les dio alas para volar.
"Mi madre se encargaba de todo en la casa, pero era una mujer distinta. Ella era muy sencilla y muy viajera. Viajaba con amigas o con la hermana. Creo que viajó hasta los 89 años. Era su pasión. Cuentan en la familia que antes de parirme se sentó en el piano y se puso a tocar. Fue una señal. A pesar de las diferencias que siempre surgen, tengo un hermoso recuerdo y estoy contenta con los viejos que tuve. Me encanta como fueron y lo que nos dejaron como legado", agregó la entrevistada.
Luego vino la secundaria en la Escuela Normal, los amores adolescentes y la música siempre presente.
El maestro Orbe y el Parakultural
Ya hablamos de Mela y el piano. Lo de Guillermina fue amor a la primera nota. De niña le gustaba la danza y la música. En la Escuela Municipal tuvo de profesor a la leyenda de Isaías Orbe.
"En algún momento les pedí a mis viejos viajar a Buenos Aires a estudiar música, pero ellos decían que no se podía vivir del arte. Querían que fuéramos profesionales", dice irónicamente, poniendo énfasis en la ultima palabra.
El pimer año en la Capital lo repartió entre medicina y dirección coral, pero eran imposibles las dos carreras en esa instancia. Por un tiempo se abocó a los estudios universitarios.
Con el paso del tiempo empezó a meterse en el mundillo cultural porteño. A través de las "Radios Libres" llegó al Centro Parakultural, paradigma de la cultura underground a mediados de los años 1980 y principios de los 90.
Ahí se curtió entre artistas de culto como Batato Barea, Alejandro Urdapilleta y las Gambas al ajillo. Pero también entre músicos como Luca Prodan.
"La música estuvo siempre y sigue estando. Desde hace un tiempo instalada en la fusión del jazz y el folcklore, pero también con la música brasilera y manteniéndome en movimiento. Desde mi vuelta a Tandil doy clases en el Conservatorio. Sigo juntándome cotidianamente con músicos amigos a tocar y lo mismo por mi cuenta. Estudiando y leyendo mucho", le contó a ElDiarioDeTandil.
Guillermina es parte de un nutrido grupo de jazzeros que amenizan las noches tandilenses. El jazz dejó de ser un gueto y hoy se escucha en todos los escenarios locales. A veces fusionado con el rock, el folcklore o el tango. Pero el género ganó en popularidad y hay un público que demanda las "jam".
Mujer que lucha
Nuestra entrevistada era feminista sin saberlo. Tuvo de ejemplo a su madre, su hermana abogada y una tía que pregonaban con el ejemplo.
"Yo me empiezo a hacer cargo, primero en el año 1985, cuando pispéo así de lejos el Encuentro Nacional de Mujeres que se organiza en Buenos Aires. Al año siguiente viajo al Encuentro con el movimiento de Radios Libres y ya vuelvo cambiada. Era un mundo que estaba, pero que no aparecía en las noticias. Entonces me empiezo a meter de lleno en temas como la despenalización del aborto que me cambiaron por completo. En esos años fui leyendo mucho, conociendo gente. Desde ahí en adelante se me cambia el lente para mirar la vida", dijo categóricamente.
Luego de ser madre, la familia decidió regresar a Tandil y comenzar una nueva vida. Guillermina venía de 10 años ininterrumpidos trabajando en Salud Mental, pero la vuelta al pago no fue la esperada.
"Viví 17 años en Buenos Aires y llegué a pensar que no volvía más a Tandil. Pero tuve una hija y eso cambió todo. Supuestamente me volvía con una beca de provincia, pero esta nunca llegó. Así que estuve varios meses sin laburar como psiquiatra y me puse a trabajar en la escuela de música popular. Al tiempo consigo un contratito para trabajar en el Hospital y misteriosamente se cortó tras una declaración a favor de la despenalización del aborto. En ese sentido no fue fácil el regreso", admitió.
En Tandil se comenzaban a erigir los primeros grupos feministas. El embrión fue el grupo Pandora (1992), espacio de lectura y discusión sobre los derechos de las mujeres conformado por Poupee Cáceres Cano, Aurelia Pereyra, Norma Speranza y Matilde Rodríguez.
Luego vino el programa radial "Sin Moldes" que derivó en el grupo "Mujeres Sin Molde", ya con la presencia de Guillermina y Liliana Giannatasio entre otras.
Poupee Cáceres Cano es una figura central del incipiente movimiento feminista serrano. Para muchos la primera feminista del pago chico.
"Ha pasado mucho tiempo desde aquellos días. Hoy me sigue dando temor los gobiernos reaccionarios de derecha, la actitud misógina de los gobernantes y de los partidos políticos. Pero sobre todo me esperanzo con un cambio real. Soy optimista. Me pone contenta ver a la gente con el pañuelo verde. Ese pañuelo implica una lucha. Me sorprendió la cantidad de gente en las marchas. Fueron millones que salieron a la calle", explicó.
Siempre esa actitud positiva ante la vida. La misma que la llevó a crear tres bibliotecas en nuestra ciudad.
Más que libros ordenados
Como contamos al principio, los libros y las lecturas están desde siempre en la vida de Guillermina.
Tras la muerte de Poupee a mediados de la década del 90, surge la idea de la Biblioteca Popular de las Mujeres.
"Ella tenía la biblioteca feminista más importante de la ciudad. Con ese material que nos donó el marido, más lo que fuimos aportando las demás conseguimos abrir la biblioteca. Se fundó oficialmente el 8 de marzo de 1997 y con el tiempo fue todo un orgullo para aquel grupo de mujeres. Llegó más allá de lo que pensamos en un principio. Las bibliotecas son más que libros ordenados. Es un lugar de encuentro, de debate, por y para las mujeres", indicó.
La BPM comenzó como un centro de trabajo, documentación y atención de mujeres que comenzaban a acercarse para recibir orientación o simplemente escucha. Primero se instalaron en uno de los locales de la galería El Patio, en Sarmiento 721.
La siguiente sede fue un local en Rodríguez 291, donde realizaban tareas administrativas y específicas de la biblioteca, además de desplegar acciones sociales y políticas para visibilizar la lucha de las mujeres.
En ese marco nace la "Murga Bruja", atendiendo una conexión especial de los Berkunsky con el carnaval.
"Salimos por primera vez en el 2005. Escribimos las letras y convocamos a cantantes. Íbamos todas vestidas de negro y violeta. En una oportunidad hicimos una olla gigante e invitamos a la gente a que tirara cosas a la olla. A los golpeadores, a los abusadores, a los que no pagan la cuota alimentaria, gritábamos. La gente se re enganchaba. Fue una gran experiencia que lamentablemente no se pudo continuar", dijo.
No conforme con esta biblioteca, las mujeres fueron por más. Al poco tiempo dieron nacimiento a otra sala de lectura, esta vez en la Isla del Centro Náutico del Fuerte. Allí se homenajeó la figura de la artista Laura Lutzelschwab - Frechero.
"Fue otra hermosa locura que surgió en un evento. Es la primera biblioteca en un espacio de recreación al aire libre. Desde su comienzo apuntamos a que fuera una biblioteca especializada en poesía y la vida en la naturaleza. Cada febrero hay encuentros de poesía y recordamos a Laura", comentó.
Como si esto fuera poco, en el año 2011 creó la primera biblioteca especializada en salud mental. Otro hito en la provincia de Buenos Aires y quizás en todo el país.
Un día de 40 horas
Su presente sigue tan activo como siempre. Hablamos de la música, la militancia, la familia, pero también está la psiquiatría y el psicoanálisis. Sus otras pasiones.
"En el año 2009 y tras 25 años de ejercicio profesional, pude generar el espacio que siempre soñé. Así nació el Centro Integral de Salud Mental (CISM), un espacio de encuentro y diálogo de diferentes disciplinas del campo de la Salud Mental, ofreciendo asistencia y capacitación. Ahora no solo atiendo pacientes, sino que coordino una institución. Es mucha gente trabajando. Muchas historias. Pero es un orgullo. No había un lugar así cuando volví a Tandil. Donde se trabaja interdisciplinariamente", indicó.
La misma pasión en cada área, Guillermina pide a gritos "un día de 40 horas", porque nunca le alcanza el tiempo para todos sus proyectos.
Igual no se queja, devuelve una sonrisa y sigue hablando con el mismo énfasis. Nos perdemos hablando de música, de Luca y de los pañuelos verdes que cada vez son más.
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