28 de marzo de 2020
En el actual contexto nacional de emergencia sanitaria, que
involucra importantes y necesarias medidas de prevención frente a la pandemia,
la situación impacta de forma particularmente grave en las cárceles
dependientes de los servicios penitenciarios provinciales y federal. A una
situación generalizada y, en los últimos años, cada vez más grave, de
hacinamiento, superpoblación y deficiencias importantes en el acceso a derechos
como la alimentación, la higiene y la salud, se suman hoy profundas
dificultades para garantizar las condiciones necesarias para prevenir una
enfermedad viral altamente contagiosa como el COVID-19. Esto configura una
situación de urgencia, que hemos podido relevar desde los espacios
institucionales que integramos, a través de nuestros vínculos con la población
penal, organismos de derechos humanos y organizaciones sociales con trabajo en
cárceles. Esta situación ha desencadenado, en algunos casos, formas de autoorganización
y solidaridad dentro de las cárceles, pero también protestas y represiones,
algunas con gravísimas consecuencias, incluyendo cinco muertes.
En virtud de prevenir posibles escenarios de conflicto en
los que la salud y la vida de la población privada de la libertad y del
personal penitenciario puedan correr peligro, queremos hacer un llamado a las
distintas autoridades nacionales y provinciales a que tomen acciones inmediatas
y coordinadas para abordar la situación en toda su complejidad, en el marco de
la situación general de emergencia que atravesamos y, particularmente, del
aislamiento social preventivo y obligatorio decretado por el Gobierno Nacional.
A partir del conocimiento generado en el territorio por
nuestra participación y trayectoria en distintos proyectos de investigación,
docencia y extensión, hacemos una serie de recomendaciones:
? Impulsar medidas judiciales y procedimientos ejecutivos
para la reducción de la superpoblación y el hacinamiento, a través de
mecanismos que permitan a las poblaciones de riesgo y a quienes ya acceden a
salidas transitorias o regímenes de semilibertad, transitar la emergencia
sanitaria fuera de las cárceles. Diseñar y aplicar a su vez otros tipos de
medidas que atenúen la prisionización y reduzcan la superpoblación y el
hacinamiento, limitando por ejemplo las prisiones preventivas y permitiendo
libertades anticipadas en casos de delitos no violentos.
? Garantizar rápidamente las condiciones de prevención del
COVID-19 en las unidades penales, en favor tanto de los/as/es detenidos/as/es
como del personal penitenciario. En tal sentido, debe garantizarse la provisión
de insumos sanitarios de prevención, de higiene y de limpieza, y controlar que
efectivamente lleguen a quienes están destinados, y aplicar protocolos de
ingreso y circulación interna.
? Prestar especial atención al abordaje integral de la salud
de las/os/es detenidos/as/es, siguiendo las recomendaciones de profesionales y
especialistas del campo de la medicina y la salud mental, sobre las medidas a
adoptar para situaciones de confinamiento masivo. Deben recibir especial
atención aquellas personas que son calificadas como población de riesgo
(mujeres embarazadas, pacientes inmuno deprimidos, mayores de 60 años y con
patologías preexistentes), sobre todo teniendo en cuenta que son las propias
condiciones de encierro las que mayormente provocan o intensifican enfermedades
(tuberculosis, HIV, entre las principales) y afectan la salud mental de la
población encarcelada.
? Proveer de alimentos adecuados e insumos para el higiene
personal y la limpieza de los espacios por parte de los servicios
penitenciarios, y arbitrar los medios para que los familiares acerquen
mercadería, atendiendo al cumplimiento de las medidas de aislamiento
obligatorio (asignación de turnos; evitar largas filas, disponer de todos los
instrumentos de salubridad para el contacto personal, etc.). En tal sentido,
considerar los medios y permisos de circulación necesarios, a través de las
instituciones correspondientes, para que los familiares puedan llegar a las
unidades penales.
? Propiciar los canales de comunicación (telefónicos y
virtuales) de las y los detenidos/as con sus familiares y círculo afectivo, de
manera de contribuir a mantener el contacto en esta situación excepcional de
emergencia sanitaria y aislamiento social.
Por último, como programas y proyectos integrados a las
universidades públicas, queremos ofrecer a los estados provinciales y nacional
nuestra colaboración para llevar adelante las medidas que sean necesarias para
proteger y efectivizar el derecho a la salud y la vida de las personas privadas
de la libertad y de la población en general.
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