16 de enero de 2018
por
Mauro Carlucho
Nació en una noche desangelada de Punta Alta.
Corría el año 1980 cuando vio la luz en el Hospital Militar. Cuenta la historia
que los médicos informaron sobre un problema en el parto, pero su madre,
Claudia, se aferró como una leona a su cachorro.
La familia se había mudado por un trabajo, ya
que su padre, José Alberto, trabajaba como constructor en las Iglesias
Mormonas. Al poco tiempo del nacimiento de Chapu volvieron para Tandil, más
precisamente a su barrio: la república de Villa Italia.
Su madre dirigía el coro de la misma iglesia.
Tenía una voz hermosa. Chapu pasó su infancia jugando en los alrededores del
templo. El futbol, la escondida, la mancha y, por supuesto, al básquet. El
deporte más popular en el club Unión y Progreso.
La música fue una constante en su casa. Su
padre también era profesor de danza y un eximio bailarín que llego a formar
parte del staff del Chúcaro. Figura rutilante del folklore argentino. En ese
contexto no extrañó a nadie que el hijo quiera subirse a los escenarios desde
temprano.
"Así se
vivía en mi casa. La música estaba en el ambiente. Y mira que en un momento,
ante la muerte de mi abuela, mi vieja dejo de cantar. Así de repente no le
salió una nota más. Pero yo estaba súper enganchado. Quería bailar como mi
viejo".
La primaria la cursó en la Escuela 21, otra
religión para la Villa. La adolescencia la pasó en un radio de 10 cuadras a la redonda. Partiendo del centro en
Vicente López y Dinamarca, la casa de los Loustaunau.
A los 8 años fue por primera vez al
Conservatorio. Empezó a estudiar guitarra y se tomó en serio su sueño de ser
músico. Pero en la adolescencia se dio cuenta que estaba para otra cosa. Lo
suyo era bailar o cantar. Ya sabía acompañarse con la criolla y con eso le
alcanzaba.
Su primera participación importante la
recuerda a los 9 años. Cuando fue a cantar a un viejo programa que tenía
Alberto Maschio en Radio Tandil. Chapu recuerda que allí sé encontró con otra
niña, que también hacia sus primeras armas. Hablamos de Julieta de la Canal.
Talentosa música y compositora serrana.
"Ese
día cante Juana Azurduy, lo recuerdo claramente. Desde ese día no paré más. Ya
sabía lo que me gustaba", dijo ante ElDiarioDeTandil.
Sus padres estimularon el camino de Chapu.
Pero le pedían que estudie, que aprenda a bailar. Hay que sacrificarse y
prepararse para cumplir ciertas metas.
"Yo le
agradezco a la vida los viejos que tuve. Nunca me dijeron no podes hacer esto.
Al contrario. Gracias a mi viejo pude bailar en lugares muy importantes como el
Teatro San Martín de la Capital Federal. Acá en Tandil pasamos por muchas
peñas, pero también bailé por todo el país y en giras por otros lados". En su momento de mayor apogeo tuvo que dejar la danza por un problema
en la columna.
"Me
cansé de tomar pastillas o infiltrarme para bailar. Y mira que se venía una
gira impresionante por Francia, pero me di cuenta que ya no estaba para eso. Lo
estaba sufriendo. Acepté que había sido hermoso, pero ahora había que mirar
para otro lado. Ahí fue cuando retomé lo del canto",
explicó.
Se había vuelto de Buenos Aires y no sabía
para adonde arrancar. Consiguió trabajo como carnicero y le costaba mucho
llevar la familia adelante. Fue su época más dura. No sabía cómo arrancar de
nuevo.
Pero la música volvió a su vida. Antes de irse
a Buenos Aires había tenido un dúo con Mariana Moretti y hasta había cantado
tangos en el cabaret, acompañando al maestro Miguel Ferraggine.
No había llegado a la mayoría de edad y ya
cantaba en Antique y en Elena C, compartiendo cartel con Rene Lavand y otras
figuras de la época.
Tenía que retomar esa historia. Pero no sabía
por dónde seguir. Volvió a los orígenes con el folcklore. Armó un grupo y era
una constante en La Romería o La Cautiva. Compartía escenarios con grandes como
Maguila Althabe, Crespo Irigoyen, el Chango Enriquez y Marcos Pereyra. El grupo
se llamaba La Macha y llegaron a editar dos discos.
"Aprendí
mucho de estos maestros de la música popular. La tienen atada y llegamos a
presentarnos en muchos festivales de todo el país. Los domingos explotaba La
Romería. Después nos fuimos a La Cautiva, ya sin Maguila y con el Chango
Ibañez. Teníamos un repertorio muy lindo para que la gente cante y baile. Pero
como todo, esto se cortó. Se fue la moda del folcklore y me tuve que adaptar a
otra cosa. Yo necesitaba la guita para vivir y quería vivir de lo que amo".
Después la noche lo fue llevando a la música
moderna o lo que escucha la gente en ese momento.
"En esa
época entendí que la música además que una pasión, era un trabajo. Por eso siempre
digo que Fernando Badone es un ejemplo. El es profesor de gimnasia, no es
músico. Pero entendió que quería la gente. Es un tipo entrador, comprable. Para
mí fue un poco el modelo a seguir. Hay que hacer lo que la gente pide, no lo
que a mí me gusta. Me volví un poco mercenario, pero lo que a mí me gusta lo
canto en casa o con los amigos", mencionó
El boom del Chapu llegó en el Canto Bar de
Bartolomé. Los miércoles se juntaba una multitud para cantar con él: "Fue mágico y además me vino muy bien económicamente,
porque me empezaron a llamar de todos lados. Desde el punto de vista económico,
fueron mis mejores años. Recuerdo que había otro pibe cantando, pero agarre el
micrófono y justo me escuchó el hermano de Lalá Levy. Al poco tiempo empecé a
manejar yo el canto bar. Se cortaba la calle, cantábamos 600 o 1000 personas un
miércoles. Ahí comenzó el furor de los cantobares. Yo tenía la cara como un
adoquín y le di una vuelta de rosca a la movida. Yo me ponía a cantar y me iba
acercando a las mesas. Entonces el que tenia vergüenza cantaba igual, no
quedaba expuesto en el escenario. De a poco se fue generando un clima hermoso.
Por ahí me agarraba la locura y me subía a cantar sobre una mesa o los bañaba
en champagne, una movida medio extraña para la noche tandilense, venia todo el
mundo y se armaban unos despelotes barbaros. Había trampa, joda y era muy
divertido. Una muy buena época".
Esa fueron tiempos muy especiales. Pero
siempre tuvo que tener otra changa para asegurarse el mango. Fue encargado de
zapatería y siempre se la rebusco para seguir cantando. Pasó por todos los
Casinos de la provincia, restaurantes y bares de la zona. De ahí que vaya por la calle y la gente lo
saluda. No se siente famoso, pero le gusta ser reconocido.
Charlando en una mesa del bar El Firpo, surge
su enfermedad por la noche. Le trajo problemas en su casa y unos cuantos
reproches de su vieja, pero es su hábitat. Dice que no puede estar más de dos
días sin salir de noche. Lo necesita.
"Viste
la frase del Bambino Veira que dice que le podría un toldo al día, para mi es
lo mismo. Yo vivo de noche, aunque al otro día labure temprano. Del 2007 al
2011 laburé en comercio y en la noche. En 2011, después de una situación fea, dije ?me tengo que dedicar a algo que me dé
tiempo para el ocio?. Yo siempre dije que el mejor tiempo pago es el tiempo
libre, no tiene precio. Es muy difícil salirse de la sociedad para vivir de una
manera diferente a la que te dictan. Me costó mi pareja, pero después la
recuperé con el tiempo. Vivimos en casas separadas, pero estamos juntos. Los
pibes van y vienen, yo también voy y vengo. Es una historia medio extraña. Mis
amigos son de la noche, todo me lleva a la noche",
dijo.
"A las
personas las llegas a conocer realmente de noche. Ahí la gente se muestra tal
cual es. Te dice la posta. Me encanta sentarme en una barra a compartir un whisky
con un amigo, o solo, es lo que me gusta. La persona que está al lado mío lo
tiene que saber y lo tiene que entender. Mucha gente que me ve por primera vez
cree que soy un tipo arrogante, capaz que tengo esa primera impresión, después
el que me conoce sabe que soy un tipo absolutamente sencillo. A mí lo único que
me lleva a estar cada día un poco mejor es hacer lo que me gusta. Ha habido
etapas muy complicadas en cuanto a la plata, pero cuando entendí que el tema
pasaba por otro lado, por hacer lo que me hacía feliz, me liberé. Hoy lo
disfruto sin importarme el éxito. Soy un
tipo absolutamente exitoso, tengo mi familia conformada, tengo a mis hijos
sanos, tengo a mi madre que es un ángel, mi padre me enseñó absolutamente todo
lo que supo y para mí fue el éxito mayor que tuve, porque me dejó toda su
enseñanza", se sinceró después .
Su familia siempre está presente. Como
aquellos tanos que poblaron la Villa Italia. "Estas enseñanzas quiero dejarles a mis hijos. Uno como padre no quiere
que se lastimen, que sufran. Pero los aliento a que hagan lo que sienten. No sé
si saldrán músicos, futbolistas o lo que sea, pero quiero que hagan lo que
sientan sin importar lo que digan los demás".
Así es el Chapu. Amante de Cerati y Sabina.
Una mezcla de atorrante y bohemio que hizo cantar a muchos tandilenses.
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