14 de septiembre de 2025
Honorables, distinguidos e íntegros, son algunas de las palabras que describen a este grupo de trabajadores tandilenses
por
Noelia, de Tandil A Gusto
Si me preguntan cómo di con Rocío García, no podría brindar una
respuesta concreta. Sí puedo decir, que me encandilaban sus fotografías donde
ella se encontraba de pie junto a su esposo José, y unidos desplegaban calidad
profesional reflejado en el porte y en sus
blancas camisas. Me pasaba unos instantes observando detenidamente y
reflexionando acerca del noble oficio de mozo/a, al que espero que prontamente
se le otorgue el reconocimiento debido.
Es importante comprender que, el mozo/a es
quien conecta la experiencia gastronómica, el hilo conductor entre la cocina y
el salón. Sin él o ella, la experiencia no se llevaría a cabo. Existen
establecimientos con propuestas poco sorprendentes a los que retorno, sólo
porque gozo de su buen servicio.
Una de las fotografías de Rocío en redes
sociales, se encontraba repleta de afectuosos comentarios, eran personas para
las cuales ella y su equipo habían brindado servicio. Todos atestiguaban la ética de este grupo de trabajadores y
aprovechaban el comentario para recomendar a JR Eventos. Fue en ese momento, cuando supe que prontamente me
vería sentada en aquella cafetería junto a Rocío y una sensación de gran privilegio.
Aquella tarde de intervalos de nubes y
sorpresiva lluvia que parecía congelar el aire, yo me preparaba anhelante,
esperando que el clima me permitiera el encuentro. Cinco minutos antes del
horario pactado, Rocío entraba amable al café. La ligereza de su sonrisa, su
formalidad, su postura, proferían. Entre un tibio cortado, sus palabras
comenzaron a adornar la mesa, tardó pocos minutos en nombrar a su pueblo
Fulton, tierra que ve florecer en ella, todo tipo de ideas que desarrolla luego
junto a su equipo. Complacida de poder vivir en el campo junto a sus tres hijos
y su esposo José, su voz parecía por momentos temblequear emotiva.
"Comencé
mis conocimientos y experiencia en gastronomía a los diecisiete años, y luego
aparté estos sueños para dedicarme a mis hijos, pero siempre sabiendo que retomaría
lo que había emprendido" dijo, con ese aire
consistente propio de las personas con visión. Remarcaba enfática con sus manos
sobre la mesa de oscura madera, el sentido de responsabilidad "conformamos un equipo de ocho personas,
algunos de ellos son jóvenes, estudiantes de facultad, y sin decirles nada,
saben que deben cumplir y adelantarse a las necesidades de los comensales", soltaba
emotiva.
Al ver rondar a nuestra camarera por el salón,
le pregunté qué es lo primero que ella observa en un mozo/a, a lo que sin
titubear respondió "la camisa".
Destacó la valía de tener el uniforme impoluto al igual que los valores que se
requieren en esta profesión "quisiera
que la gente supiera que no es sólo servir, que se requiere de cierto tacto
para percibir lo que las personas presentes necesitan".
Mientras esparcía gestos de admiración por José, Axel, Leonel, Julieta, Agustina,
Sandra y Rubí, su postura exponía su deferencia por la mesa; en ningún
momento Rocío apoyó sus codos en ella. Atribuía acongojada sus aptitudes a la
imagen de su padre, a quien describía afablemente volviendo conmovedor el
encuentro.
"Me
resulta importante poder brindar nuestro servicio, muchas veces dejando de lado
el aspecto económico, a aquellas familias que no se atreven a soñar con la
fiesta de quince años de sus hijas" soltó determinada.
Continuó con compungidas palabras hacia su
esposo José a quien reconoció como persona clave en su vida para llevar
adelante este proyecto que tiene planes de seguir creciendo. Destacó la organización
del equipo en todo momento y desplegaba una enorme sonrisa al recordar la
sincronización lograda por cada uno de los integrantes para que, entre otras
cosas, el asado se sirva en el momento preciso. "Siempre estamos atentos a las necesidades de todos en el salón, puede
ser llevar una bebida refrescante al fotógrafo que también está trabajando, o
el DJ, son detalles que tenemos incorporados"
Estos
ocho laboriosos trabajadores, cuentan con una ética profesional destacable que
promete sentido del cuidado, velando por las expectativas del comensal, tal
como se cita en la película Los Siete Samuráis: "así es la guerra, protegiendo
a otros se salvan a sí mismos. Si solo piensan en sí mismos se destruirán".
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