14 de noviembre de 2016
por
Brando Bruni
(Por Brando Bruni)
Esta vez,
el problema llego a los medios por lo que sucedió en la que es la biblioteca
más reconocida de la ciudad, la Rivadavia. Para recaudar fondos, salieron a la
calle canjeando libros que tenían repetidos en su catalogo por un bono
contribución de 50 pesos.
Pero esta
situación, la de la falta de recursos en las bibliotecas populares, va más allá
de una necesidad puntual para un arreglo edilicio, como pasó en este caso. A la
crisis general que atraviesa el país y la que necesidad de aggionarse a los
tiempos que corren, se le suma un importante retraso en el cobro de los
subsidios provinciales que muchas perciben.
Por eso
hablamos con referentes de las bibliotecas populares tandilenses, y la
conclusión es unánime: la están pasando mal.
UN LIBRO POR UN BONO
Como
mencionamos, la crisis de las bibliotecas se viene arrastrando de hace meses,
pero cada tanto pasa algo que pone el tema en los medios tandilenses. Esta vez,
la protagonista fue nada menos que la Biblioteca Rivadavia.
Jorge,
bibliotecario de la entidad, contó hace unos días a este medio que "el año pasado han hecho una obra lindera y
pusieron bolsones de arena arriba de nuestro techo. Entonces, se desoldó la
canaleta y se filtró agua. Se nos cayó parte del yeso y el arquitecto se hizo cargo de ese pedazo,
pero quedó toda la mancha de humedad. Ahora debemos pintarlo y hacer todo un
trabajo en esa zona. Por esa razón, y ante la falta del subsidio de provincia,
se nos ocurrió la idea de hacer un bono contribución de $50 para cambiarlo por
un libro".
Enterado
del asunto, el Intendente Miguel Lunghi se acercó y el gobierno municipal se
hizo cargo de este problema en particular, pero María Amelia García, presidenta
de la institución de calle San Martín, explicó a El Diario de Tandil que de
parte del Municipio "el apoyo es total,
pero nosotros le explicábamos al intendente que lo nuestro es coyuntural,
resolvemos hoy este inconveniente, pero tenemos que repensar la funcionalidad
de la biblioteca para sobrevivir los años que vienen. Es una realidad absoluta,
la biblioteca ha cambiado su espacio y debe adaptarse a los cambios".
"Comparada con otras, la biblioteca Rivadavia
ha logrado subsistir este año porque tenemos más cantidad de socios y nos
manejamos de manera organizada, pero por ejemplo no podemos enfrentar el
arreglo de un techo. Todo gasto que no sea regular y mínimo, excede nuestras
posibilidades. En ese sentido surgió la idea del bono contribución y ha sido
maravillosa la respuesta de la gente", resume orgullosa García pero agrega que "al faltarnos una pata, la de provincia, ha
sido un año complicado. Estamos siempre con lo justo, al faltarnos ese plus, se
suma mes a mes y se hizo una situación inmanejable".
UN PROBLEMA DE TODAS
Según nos
informa Nacho Lacovara, de la Asociación de Bibliotecas Populares Tandilia (ABPT),
"Tandil es la ciudad donde más
bibliotecas hay de acuerdo con la cantidad de habitantes".
Todas están
pasando por un momento complicado económicamente, y 13 de las 23 que existen
deberían percibir el subsidio del gobierno provincial, pero éste lleva un
retraso de cinco meses, dificultando que se puedan afrontar los gastos del día
a día.
García dice
que la situación de la Rivadavia, "sintetiza
la historia de todas las Bibliotecas Populares. Desde la Asociación se ha
estado trabajando todo el año porque entre los grandes conflictos que tenemos,
el subsidio provincial no ha llegado. Se cobró solo unos meses y se cortó.
Sumado a esto, tenemos todos los insumos en los gastos. La idea nuestra, como
en la mayoría de las bibliotecas ha sido no aumentar la cuota social. Como
popular, la biblioteca debe ser abierta y dar acceso a todos. Al no recibir los subsidios se ha hecho una
bola de nieve y se llega a fin de año con la situación complicada".
Braian
Urban suma su voz desde la Biblioteca Sarmiento, una de las entidades con más
actividad en Villa Italia, y dice que "se
nos hace muy complicado afrontar los gastos corrientes. Una cosa tiene que ver
con la órbita municipal, donde existe una ordenanza desde hace un tiempo que
estipula un pago mensual y se está cumpliendo bien. En términos provinciales,
que no es para todas las bibliotecas, es la situación más crítica que estamos
atravesando porque deben desde el mes de mayo. Es sumamente complejo, cuando
uno hace la planificación anual se cuenta con eso". Tanto la Biblioteca
Rivadavia como la Sarmiento, reciben apoyo a nivel nacional a través de la Comisión
Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP), pero Lacovara explica que solo 7 u
8 entidades perciben este subsidio que se destina a arreglos y compra de
libros, entre otras cosas.
Para
concretar el pago adeudado, hubo una movilización en La Plata de parte de la
Asociación y por lo que dicen, los subsidios de Provincia estarían en
movimiento. Siendo más especifico, Lacovara aclara que se les prometió pagar lo
que se les debe en dos cuotas, noviembre y diciembre, pero temen que el
problema continúe: "Viene otra vez la
etapa complicada, principio de año, que los funcionarios no están. Antes se
dependía del Instituto Cultural que no está más, se ha creado el Ministerio de
Cultura. A través de la burocracia nos han ido pateando".
Y cabe
recordar, que el problema no es nuevo. Urban recuerda que hace unos meses "el Dr. Romay, que forma parte de la
Asociación de Bibliotecas, se acercó cuando fue la primera deuda, porque esta
es una situación que se arrastra desde principios de año. Algunas bibliotecas
formamos parte de lo que fue un amparo para que la provincia pagara. Ese amparo
fue rechazado por la justicia, pero al poco tiempo abonaron parte de esa deuda.
Ahora otra vez está sucediendo lo mismo".
Como dice
el refrán, el que se quema con leche ve
una vaca y llora, en este caso, quien recibe una promesa de pago, supone
que van a volver a deberle.
"Este año ha sido terrible. Antes pasaban a fin
de año o en verano los retrasos, pero ahora fue a lo largo de los 12 meses. Se
hace insostenible, por ejemplo en el caso de la Biblioteca Martín Fierro, en el
Barrio Rodríguez Selvetti, donde los integrantes de la comisión no son gente
adinerada y tuvieron que poner de su bolsillo para poder pagarle a la
bibliotecaria. Otras dependen de los clubes, como la de Moreno y Arana, Defensa
o Ferro, donde el club les da su ingreso, pero las que no tienen nada como la
Martín Fierro o la del Barrio Maggiori, les cuesta muchísimo mantenerse. Son
barrios muy carenciados", analiza Lacovara.
"Nosotros tenemos la suerte de gestionar mucho
a nivel nacional y tener un barrio que acompaña, pero no todas las situaciones
son iguales", señala
Braian, pero aclara que "todo el
sistema, excepto los bibliotecarios, son gente que trabaja de manera
voluntaria, no cobra un peso. Si uno le agrega esta complejidad económica, se
genera un desgaste muy grande. Tienen que estar más enfocados en las cuestiones
administrativas y financieras, que con el desarrollo de las actividades de la
biblioteca".
CRISIS PROVINCIAL
Urban es
bien explicito al decir que "la relación
de las bibliotecas con la Provincia de Buenos Aires, está rota. No se tiene
ningún tipo de política con respecto a esto. Existe la Dirección Provincial de
Bibliotecas y Promoción del Libro, pero no ha tenido ninguna acción. No convocó
a bibliotecas ni a dirigentes, escasamente atiende los teléfonos, no hay
respuestas a las inquietudes. Venimos de una movilización en La Plata para
plantear las cosas directamente porque es casi inaccesible. Hay mucho
descontento en la Provincia, a raíz del aumento general de la economía más el
de algunos servicios puntuales, ha llevado a que muchas bibliotecas del
territorio bonaerense hayan cerrado".
Afortunadamente,
en nuestra ciudad ninguna ha cesado su actividad, pero Lacovara dice que "seguro que alguna lo ha pensado, pero no
lo han puesto en palabras para que lo sepa la Asociación. Si se han quejado,
muchas dijeron de cerrar todas el mismo día para visibilizar el problema. Que
yo sepa, van a seguir todas funcionando. Pero es impresionante el esfuerzo que se hace para llevarlas adelante.
Si le pasa la Biblioteca Rivadavia con muchos socios, imaginate las que están
en barriadas más alejadas del centro, donde no se pueden pagar cuotas de 5
pesos. Cuesta muchísimo mantener esas estructuras y mantenerlas abiertas todos
los días".
La tensión
entre las entidades y el gobierno de María Eugenia Vidal va más allá del delay
de subsidios. Urban detalla que "en la
Provincia, el año pasado se hizo toda una discusión para poder sancionar una
ley. Se aprobó en las cámaras de diputados y senadores a fin de 2015, pero
falta reglamentarse. Esa ley es muy importante, no solamente incrementaría el
monto de la subvención mensual, sino que establece la creación del Sistema
Provincial de Bibliotecas, con un paquete de derechos y acciones programáticas".
Y tiene
sentido la necesidad de reformar lo que es un Decreto Ley del año 79, incluso
hay un detalle que roza lo paradojal según comenta Lacovara: "La Provincia exige una serie de cosas,
entre otras tener una bibliotecaria con título, en blanco y trabajando cierta
cantidad de horas. La plata que mandan no alcanza para pagar el total del
sueldo y menos las cargas sociales, o sea a veces algunas bibliotecas piensan
si meterse o no en el tema de provincia, a veces ni conviene".
UNA VUELTA DE TUERCA
Mientras se
continúa a la espera de los imprescindibles fondos estatales de provincia, se
hace lo que se puede con los municipales que todos cobran al día y algunos
aprovechan lo que les llega de Nación, todas las entidades afrontan otras
problemáticas. Saben que los tiempos cambian y para sobrevivir hay que
adaptarse. No se habla precisamente de un desapego al formato papel, pero no
son ajenos a que se lee de otra manera.
Analizando
la situación, Braian Urban cuenta que "lo
que ha cambiado son los soportes o como se relacionan con algunos géneros. Con
el trabajo de promoción de lectura vemos que los adultos siguen teniendo el
hábito de leer. Por otro lado, durante al año se les lee a más 1200 chicos, y
vemos que una vez que se hacen esos trabajos de promoción de lectura van a la
biblioteca, se hacen socios, llevan libros. Hay que entender que cambiaron las
plataformas, ahora hay que tratar de que no se vuelvan incompatibles las nuevas
tecnologías con el acceso al mundo de la literatura".
Y habla con
conocimiento de causa, porque la Biblioteca Sarmiento es una de las entidades
que está al frente en cuanto a adaptaciones. La institución es sede y promotora
de una extensa lista de acciones que trascienden la función especifica del préstamo
de libros. Una enorme cantidad de talleres, se suman a sus actividades de
promoción de lectura e identidad barrial.
La
Biblioteca Rivadavia, también busca ir mutando, y su presidenta revela que "tenemos un proyecto que presentaremos a
fin de año para darle una vuelta de tuerca, hacer un cambio de foco para poder
enfrentar estos tiempos dinámicos. El concepto de libro papel ha perdido
vigencia absolutamente en estos últimos años. Queremos hacer una especie de
giro, hacer una biblioteca y centro cultural. No podemos lucrar abiertamente
con espectáculos artísticos por ejemplo, nuestra idea ha sido brindarlos de
forma gratuita o muy económica y masiva. Dentro de esa faceta, estamos buscando
algo que nos permita gerenciar la biblioteca. Queremos ofrecer otro tipo de
servicios, sin perder nuestra esencia. Queremos mantener a rajatabla el
servicio de préstamo de libros y el servicio informático. Queremos aggiornarnos
a la nueva demanda, pero siempre autogestionándonos".
"Es un momento bisagra. Nos adaptamos a esta
nueva época y nos reciclamos, o quedamos en el camino. Cayeron muchísimo los
socios. Tenemos 900 socios, de 1700 que teníamos hace unos años, y pagan la
cuota al día unos 600. La gente colabora
pero no son usuarios. La mayoría de la gente que va a la biblioteca, no son
socios", afirma.
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