17 de julio de 2016
A los cincuenta años, con un largo camino todavía por recorrer,
murió Sergio Farah. Hacía ya tiempo que la venía peleando contra un mal irremediable,
con el mismo tesón y la misma voluntad que le puso a cada acto de su vida.
Sergio estaba vinculado a las cuestiones más profundas de
una ciudad que lo vio crecer y de una generación con la cual compartió las inolvidables vivencias de la infancia y de la juventud. El barrio, el club, la escuela
fueron algunos de esos territorios que Sergio frecuentó junto a decenas de
tandilenses que lo conocieron más allá, incluso, del lugar de jerarquía que
llegó a ocupar en la casa de cambios Jonestur. El premio de la gerencia de la
empresa se lo ganó, precisamente, por la entera confianza que supo ganarse en
la vasta clientela de la firma, y esto tuvo que ver con que antes que la
categoría de clientes, aquellas personas con que Sergio interactuaba a diario
eran sencillamente vecinos.
Lo vamos a extrañar, como a tantos compañeros de viaje que
les toca irse tempranamente, cuando todavía quedaba mucho por vivir, soñar y compartir
con los afectos que hoy lloran su partida.
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