Dicho esto y sumándome al pedido hacía los alumnos para que dejen de hacerlos, hay otro tema que surge a la luz y nada tiene que ver con quienes hacen los llamados.

Los comentarios en la calle, los medios y sobre todo en las redes sociales replican un nivel de violencia y olvido tremendo. "En mi época esto se arreglaba con un par de cachetadas y una patada en el culo", textos así (palabras más, palabra menos) resume todo el asunto. Aunque al menos, quien se anima a decir semejante barrabasada recuerda que desde hace muchísimo tiempo lo de las amenazas de bomba como método de rateo generalizado, no es algo nuevo.

"Hay una bomba en el Colegio", la canción de Attaque 77 tiene casi 30 años, si me piden alguna clase de "registro".

Se repiten mensajes desde pedestales propios, como si nadie de chico se hubiese mandado ninguna y, mucho peor, pidiéndoles a los chicos una conciencia de adulto que obviamente no tienen por qué tener.

Es verdad que lo que pasa por estos días se fue bastante de las manos, quizás tenga que ver con la tecnología y como los pibes se pueden organizar. Llegado el caso, existen sanciones disciplinarias dentro de las escuelas, al menos siempre las hubo para quien se portaba mal en la escuela. Pero no le podemos pedir a los adolescentes que dejen de serlo y no podemos olvidar que todos los adultos lo fuimos.

"Q vallan presos unos meses los vivos q se dedican a esta pelotudes", se lee por ahí, con todas las faltas.

"Eso les dejo cristina hacer lo qe no hay qe hacer para pasarla bien vagos de mierda ya ni estudiar qieren!! Hacen lo imposible para no hacer nada asco da este pais de mierda", dijo otro.

"Es una verguenza que los jovenes se dediquen a esto rn vez de estudiar para mejorar el futuro", pide alguien que se supone si está mejorando el planeta de algún modo.

"Enseñanzas de zurditos ponebombas, para no ir a estudiar y baguear. Y para que sepan esto es apologia al terrorismo", se recontra fue por las ramas otro.

Llegó el momento de parar un poco la moto. Buscar una solución, si, y que lo haga quien tiene que hacerlo: el sistema educativo y los padres de los pibes. Pero esperar que estas cosas dejen de pasar para siempre (como si fuese una novedad), pedir castigos ejemplares para pibes menores de edad, querer mandarlos a la cárcel o fajarlos, olvidarnos que son chicos y todos lo fuimos... nos transformamos en los Viejos Vinagres (por no usar otro palabra un tanto menos políticamente correcta) que odiamos cuando teníamos 15.