HISTORIA DE EMPRENDEDORES

Jorge Caviglia: pilchas, quiniela y gastronomía de la mano de Marito Orsolini

11/01/2018

Su emprendimiento más renombrado fue Pizzería Pink, pero llevaron adelanta muchos otros proyectos. En su caso, el trabajo va de la mano de la amistad. No sabe vivir sin stress, sin esa presión de abrir nuevos caminos. Hoy, en el Punto Justo, siguen apostando a las mismas cartas. Amigos, gastronomía y nuevos desafíos.

por
Mauro Carlucho

Jorge es hijo de Aquiles David Caviglia, aquella leyenda del futbol de Tandil que llegó a jugar en River Plate y descollara en Banfield.

Pese a que su padre pasó muchos años en Capital Federal, también después como entrenador, Jorge eligió (y sigue eligiendo) vivir en Tandil.

Aquí fue al Colegio San José y luego pasó por la facultad para estudiar Ciencias Económicas, pero fue un intento con final anunciado. Aquello no era para él.

En ese tiempo conoció a Mario Orsolini, de quien se hizo un amigo entrañable y luego fue su socio recurrente ante cada emprendimiento.

Se conocieron a través del rugby y en la noche, claro. Compartían mucho tiempo juntos y empezaron a surgir ideas en cuanto al futuro laboral.

El primer intento lo hicieron con NOVO, una pilchería tan fugaz como exitosa. Eran tiempos de Martínez de Hoz y el gobierno militar. Se habían abierto las importaciones y trajeron lo último de la moda. Las marcas que imponían tendencia en el momento.

El negocio estaba ubicado en una galería de calle 9 de julio. Un punto importante para que rápidamente se impusiera en el mercado.

"Teníamos muchos clientes. Se trabajaba bárbaro, pero todos tenían cuenta corriente. En un momento la economía se fue a la m? y nos fundimos. Nosotros estábamos más allá de todo. Éramos y somos un poco así, aunque lamentablemente nunca hicimos un mango", le contó a El Diario de Tandil.

Todavía eran pibes y debían volver a empezar. La segunda oportunidad no fue de 0. Le compraron Moritat a Oscar Saliani. Era un bar muy clásico en los 70 y los amigos lo volvieron a poner en el candelero.

Moritat era un boliche para "tomar algo", nos cuenta Caviglia. Los mayores de 50 años siempre hablan de este inolvidable reducto nocturno.

Al poco tiempo Marito dejó su lugar y entraron otros amigos. Pero lamentablemente se repitió la historia. Mucho trabajo, muchos clientes y se fundieron igual.

A los pocos meses volvió a reunirse la dupla para abrir un local de quiniela y lotería en las inmediaciones del Club Ferro. Fue otro golaso. Por un tiempo le compitieron de tú a tú al Gringo Mauro, la emblemática quiniela al frente de Telefónica de Argentina.

"Te das cuenta. Siempre nos fue bien. Pero me parece que el problema éramos y somos nosotros. Lo cierto es que nos iba bárbaro, pero empezamos a hacer boludeces. Pusimos empleados y cada día íbamos menos. Conclusión, nos fundimos nuevamente", relató.

Después la sociedad sumó a Miguel Elissondo y los tres pusieron el primer lavadero tipo Laverap de Tandil. Estaba ubicado en Pinto y Paz, donde todavía funciona. Aunque en otras manos.

El siguiente paso fue fundamental en la historia de Caviglia. Marito le propuso insistentemente poner una pizzería en Tandil. Orsolini había trabajado en Italia y aprendió de los mejores maestros pizzeros.

"Yo no quería saber nada. No me gustaba la pizza que se vendía en Tandil. Pero Marito me llevó a Buenos Aires y me dijo: ?Esta es la pizza que vamos a vender. No puede fallar?. Abrimos en Paz y San Martín y fue un éxito de casi 20 años. Por supuesto que Marito se rajó antes. Él tiene la filosofía de que si no se llena de guita a los tres meses, el negocio no sirve. Pero yo la seguí. Le compré su parte y le hice frente a todo. Pizza Pink sobrevivió al Turco Menem, a De la Rúa, el  corralito, Duhalde, Kirchner. Nos bancamos todos los gobiernos y los cambios de política. Pero llegó un momento en que no quería saber más nada. Hoy es muy difícil llevar adelante un negocio de esas características. Los impuestos y los gastos te matan. Es muy difícil dar laburo así. Ya en los últimos años no quería saber nada, así que en un momento me decidí y se lo vendí a otros amigos", nos contó.

Ahora llevan adelante El Punto Justo, un delivery de comida gourmet (a bajo costo) que es un deleite. Son tipo viandas, al mediodía. Pero son platos muy bien preparados y con la porción indicada.

"Empezamos de a poquito, pero ya estamos a full. Sumamos a Dani Techeyro que es un cocinero formidable y a la noche Marito hace sus pizzas. Estamos terminando un horno de barro que será la frutilla del postre para este proyecto. Todos los que probaron las pizzas de Marito saben que son las mejores de Tandil. No hay dudas de esto", agregó.

 También entraron en el mundo de los food truck, pero al poco tiempo de comprar el "carro" se dieron cuenta que no era para ellos. De ese emprendimiento todavía conservan unas bicicletas cerveceras que son una belleza.

"Hicimos de todo, pero igual nos quedaron muchas cosas por hacer. Pensamos en poner una fábrica de chocolates. Antes, a fines de los 80, tuvimos la idea de poner un sistema de televisión por cable y no nos dio la guita. Al toque apareció Cerrovisión. Nunca nos vamos a quedar quietos. Somos así y nos hacemos cargo. En todos estos años nunca nos peleamos, nos vaya bien o mal. Eso no se negocia", finalizó.

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