Opinión
27/12/2017
Con menos años de democracia que la nuestra, la República de Chile nos vuelve a enseñar a nosotros y todos los hermanos latinoamericanos que la política no es un campo de guerra entre enemigos acérrimos. Sebastián Piñera, liberal de pura cepa y Michelle Bachelet, socialista del Frente Amplio, se comunicaron entre ellos luego de darse a conocer los resultados electorales para compartir unas palabras llenas de respeto y buenos augurios para seguir trabajando por el desarrollo de su país.
por
Francisco Sola
Sebastián
Piñera ganó en todo el país por el 54,6%
salvo en sectores australes e incluso venció Alejandro Guillier en
Antofagasta su provincia natal y que a nivel global sacó el 45,6% de los votos
positivos en segunda vuelta. No hubo que esperar hasta altas horas de la madrugada
para que en el bunker de campaña el adversario salga a reconocer la derrota sin
antes claro, dar a insinuar una derrota por vía del fraude electoral. Tampoco
hubo militares ni fuerzas de seguridad llevándose urnas ni hordas de militantes
tirando piedras y acusando al nuevo presidente de "Piñera basura vos sos la
dictadura". Nada de eso ocurrió.
Los
representantes de ambos partidos accedieron luego de su llamada telefónica
televisada compartir al día siguiente un desayuno para empezar a discutir temas
protocolares del traspaso de mando, pero luego revelaron que la reunión fue muy
técnica y destinada a tomar conocimiento de los estados de las políticas
públicas implementadas por la presidente saliente.
Al
finalizar el desayuno Michelle Bachelet ante los medios de comunicación
expectantes aseguro que "En un sistema democrático la gente decide y los
gobiernos respetamos eso" y que "Nuestros ministros han fijado personas que van
a coordinar aspectos específicos de la relación para que el presidente electo pueda
contar con toda la información necesaria para que pueda desarrollar de manera
eficiente su gobierno".
La
caballerosidad y el respeto a las formalidades son cuestiones esenciales para
el buen funcionamiento de una república. Chile nos demostró otra vez que se
puede convivir con personas que piensan distintos sin la necesidad de caer en
la vulgaridad de la falta de respeto y el ninguneo. Los argentinos debemos
reflexionar del rumbo que estamos tomando como sociedad, caemos rápidamente en el desprecio al pensamiento
ajeno y eso genera que no pueda existir un intercambio de ideas antagónicas que
generen nuevas perspectivas para aprender cada día más sobre un mismo tema.
Por
suerte una nueva forma de hacer política está surgiendo y cada día queda más en
el pasado las viejas prácticas de no reconocer las derrotas electorales, decir
que hubo fraude o ni siquiera asistir al traspaso del mando. Pero este cambio
que se siente en el respeto que da el Presidente de la Nación en sus actos
cotidianos, como contestar las preguntas de los periodistas en conferencias de
prensa y entrevistas a medios de comunicación o a nivel internacional, debemos
plasmarlo también todos los argentinos en el día a día. Respetando al que
piensa distinto para poder vivir en una sociedad civilizada y donde impere la
amplitud de pensamientos en un clima de paz como es el caso de nuestros
hermanos chilenos. Queda mucho por hacer, sigamos avanzando todos juntos en
este camino de respetarnos.
Por Francisco Sola, Presidente de
Jóvenes Pro Tandil
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