HISTORIA DE EMPRENDEDORES

Fernando Venancio y los 20 años de Delta Cuatro

20/12/2017

¿Cuánto ha cambiado todo desde aquel lejano año 1997? Desde ese día fundacional, Fernando se define como un emprendedor. Un tipo que atravesó, junto a su proyecto, todas las vicisitudes de un país oscilante. Todavía hoy se enmarca en ese rotulo, al tanto que sigue expectante en la búsqueda de nuevos desafíos.

por
Mauro Carlucho

Venancio es una cara conocida en el mundo emprendedor de estos días. Siempre trata de participar en los diferentes talleres y cursos que complementen su trabajo. Además de nutrirse de esa savia emprendedora que pulula los meeting organizados por la Municipalidad, la Unicen o alguna entidad intermedia.

En esas jornadas hay una gran diversidad de emprendedores. Muchos de ellos todavía no llegan a plasmar su proyecto o están dando sus primeros pasos. Hay muchos miedos. Quizás el principal obstáculo en todo comienzo.

Fernando nos habla de "coraje", cuando se define como emprendedor. Hay que saltar al vacío, dejarse llevar. Para eso hace falta valor.

También había algo de genética. Su padre, en María Ignacia, siempre tuvo proyectos paralelos a su trabajo estable en la Cooperativa Agrícola.

"Pero yo empecé con esto por necesidad. Antes había trabajado como empleado en una oficina, vendí libros y cuando arranqué a estudiar diseño también trabajé en una imprenta. Ahí conocí esto del plotter o de la gráfica aplicada, que para el año 97 todavía era algo muy nuevo. Me gustaba y me gusta trabajar en esto. Encontré algo que me apasiona y eso es fundamental en el momento de emprender.  Es un ingrediente muy importante", sostuvo.

Con la idea en ciernes, se dirigió a la Oficina de la Secretaría de Desarrollo Económico Local y gestionó una línea de micro crédito para jóvenes emprendedores. Mientras tanto, se puso a ahorrar y pidió unos mangos prestados. Resultó que por su cuenta se hizo rápidamente de la plata y compró la maquina anticipadamente. Al tiempo, cuando se habilitó el cobro del crédito, fue por más y amplió su capacidad productora.

Esos fueron los comienzos de Delta Cuatro. Primero junto a la madre de su hija y ahora en solitario. Trabaja solo en el taller de Libertad 162 y disfruta de su presente.  "También es importante preguntarse: ¿Hasta dónde querés crecer?. Me parece que es necesario encontrar un equilibrio entre las necesidades económicas y las pretensiones que tengas para tu vida. Desde este punto, hoy te digo que estoy bien. El trabajo me funciona y me deja tiempo para otras cosas. Porque soy de esa gente que no para nunca. Siempre estoy atento a generar algo nuevo, a resolver un problema creativamente. Eso debe ser algo innato", formuló casi en forma de pregunta.

Paralelamente a su trabajo en la gráfica, hace varios años que produce hidromiel. Una bebida milenaria, asociada con los vikingos y la edad media.

Su padre era productor apícola y renegaba que la mayoría de los productores entreguen su miel en barriles. Sin dotarlas de valor agregado. Ya pasaron 40 años de esta época y todavía se escuchan lamentos muy parecidos.

Leif es la marca del hidromiel. Se trata de un producto casi olvidado, pero quien sabe que pueda volver a generar nuevos adeptos. Su producción es 100% artesanal.

Siempre está esa idea de escapar de la rutina. De la rigidez del horario y las tareas repetitivas. Fernando comparte estas inquietudes con el grueso del mundo emprendedor. Por eso siempre está en movimiento.

Hace algunos años le presentó a unos amigos un nuevo invento. Se trataba de instrumentos de medición imantados para uso cotidiano. Hablamos de reglas o cintas métricas para medir superficies curvas. Una chapa acanalada por ejemplo. Esto surge de su propio trabajo. Era una dificultad en el taller gráfico. Así desarrolló la herramienta y la utiliza a diario, pero todavía no salió al mercado. A pesar de que muchas ferreterías estarían interesadas en ello.

"Soy observador y me permito el vuelo. Dejarlo manifestar. Todos tenemos ideas locas. Pero hay que animarse. Ver cuáles son las más viables o las que más te llenen. También hay que ver el tiempo que dispones y cuál es la situación personal de cada uno. Otro detalle a tener en cuenta, es que uno tiene que preguntarse si estaría dispuesto a comprar ese producto que está desarrollando. Hay cosas que uno dice, ?mirá que bueno esto?, pero no invertiría en eso. Esa es otra regla", indicó.

Por último habló de la perseverancia. Una condición fundamental para poder sobrevivir en Argentina como emprendedor.  Al principio todo es lindo y color de rosa. Pero con el tiempo aparecen las dificultades y hay que ponerle el pecho a tu idea. Tenes que bancar tu historia, a pesar de las cuestiones económicas o financieras.

Venancio está en ese camino. Asume que la realidad no ayuda a crecer mucho. "Es difícil contratar gente y pensar en algo más grande. Prefiero seguir así, en equilibrio y dejándole tiempo a la creatividad", finalizó.

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