HISTORIA DE EMPRENDEDORES

Luciano Comas: un poco de suerte, garra y mucha disciplina

18/10/2017

El titular de la firma Avico nos contó su historia como emprendedor y los desafíos que se fue planteando en un camino tan difícil como apasionante. Seguimos desmenuzando las #HistoriasDeEprendedores en una nueva edición del Semanario El Diario De Tandil.

por
Mauro Carlucho

Pese a venir de una familia de profesionales, Luciano nunca fue muy amigo de los libros. Siempre fue un pibe muy inquieto, que gustaba de ganarse sus propios pesos con changas en el barrio. No importaba si era juntando botellas o limpiándole el parque a la abuela. El objetivo era hacer algo por su cuenta, ganarse sus mangos.

Hizo la primaria en la Escuela Normal y la secundaria en la Granja. Luego probó suerte en la carrera de Económicas (Unicen) hasta que se fue a Buenos Aires para intentar con Ciencias Políticas. No había caso. Su futuro no estaba en las casas de altos estudios.

Como quería quedarse en la Capital Federal se buscó un trabajo. Primero estuvo en una agencia de promociones, marketing y publicidad y a partir de esta experiencia consiguió una muy buena posibilidad en el área comercial de Nobleza Picardo. Productora multinacional de tabaco.

Allí encontró una veta que le fue marcando el camino. Luciano trabajaba en el área de marketing, en un momento histórico muy particular para las empresas de cigarrillos. Ya que a raíz de una nueva legislación debían cambiar su tradicional estilo agresivo de publicidad.

Estuvo siete años trabajando en diferentes puestos de la compañía. No volvió a la Universidad, pero se capacitó en diferentes áreas. Podríamos decir que esta gran empresa fue su escuela en el mundo de los negocios.

Un día se dio cuenta que ya no se sentía cómodo con este trabajo. Al fin y al cabo vender puchos no es un trabajo muy grato. Los tiempos habían cambiado en relación al hábito de fumar y Luciano pensó que era el momento de buscar otras aventuras.

Lo primero que se le ocurrió fue poner un vivero con servicios en el barrio de Caballito. Por su pasado en la Escuela Agrotécnica tenía ciertos conocimientos en la materia y decidió darle para adelante.

La primera época el proyecto funcionó bien, pero se vino a pique cuando trató de estructurarla como empresa. Pasar de un estadío de emprendimiento a una empresa organizada es una de las transiciones más difíciles y en este caso fue todo un aprendizaje.

El fracaso le pegó bastante mal. Pero no logró desanimarlo. Ya tenía claro cuál era su camino, solo debía encontrar una buena idea para llevar adelante y esperar el momento adecuado.

Durante esos días de incertidumbre, un amigo lo invitó a mudarse a la provincia de Entre Ríos para trabajar como corredor de cereal. Así fue que se instaló en la localidad de Larroque para rearmarse y volver a empezar.

Estuvo dos años en la Mesopotamia. Ya se había hecho de amigos y el trabajo no estaba para nada mal, pero no era lo que quería. Extrañaba Tandil y sus afectos.

"Lleva un tiempo volver a confiar en uno y armarse psicológicamente para volver a emprender. Yo estaba en ese camino. Cuando decidí volverme a Tandil me puse a buscar trabajo y tenía algunas posibilidades, pero en medio de la ronda de despedidas un cliente de Entre Ríos me ofreció poner una distribuidora de pollos en Tandil. Al principio no lo tomé muy en serio, pero después se fueron dando las cosas. En todo este tiempo aprendí que para emprender hace falta un poco de suerte, garra y mucha disciplina. Por más que soy el dueño de la empresa, me manejo como si fuera un empleado más dentro de toda esta estructura.  Hay que respetar los horarios y tengo que estar presente. Si no, no funciona", le dijo a El Diario de Tandil.

Ya había estado al frente de una empresa, pero este era otro rubro. El primer mes se le vencieron 150 cajones de pollo. Debía pulir cada instancia de la empresa y se lo tomó muy a pecho. Los primeros años trabajaba de sol a sol, fue aprendiendo los secretos del negocio y Avico fue ganando lugar en el mercado.

Hoy tiene dos empresas paralelas. Por un lado está el distribuidor de pollos y productos derivados, por otro están los tres negocios de atención al público.

Avico tiene una estética determinada. Pensada por Luciano para los tandilenses. No se trata solamente de vender pollos. Hay un agregado de valor en las milanesas, supremas, arrollados y tantos productos congelados. Los mismos vienen en bandejas, envasados al vacío. La fábrica trabaja de noche. A primera hora de la mañana sus productos ya están en los canales de venta. Frescos y con un precio súper competitivo. El modelo de negocio comenzó a funcionar rápidamente.

La empresa crece día a día. Logró superar su proyecto anterior y la marca comienza a ser muy reconocida en Tandil. Incluso compitiendo con gigantes del mercado. Para el futuro piensa en franquicias y en nuevos productos.

No le teme al fracaso y mucho menos al trabajo. Es metódico y tiene las ideas claras. Señas de buen emprendedor.

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