NOTA DE TAPA
24/09/2017
Después de dos décadas de ruinosa agonía, el edificio del Policlínico Ferroviario tiene firmado el certificado de defunción. La manzana se vende en los 38 lotes. Hay nostálgico pesar en la familia ferroviaria; alivio entre los vecinos directos del ex policlínico, y una sonrisa triunfal en el rostro del Dr. Edgardo Marín, quien lo compró el 26 de noviembre de 2009 por 887 mil pesos en remate judicial y obtendrá por la venta alrededor de dos millones de dólares.
A casi 64 años de su nacimiento y después de dos décadas de
ruinosa agonía, el edificio de lo que fuera el Policlínico Ferroviario tiene
firmado el certificado de defunción. La manzana de Sáenz Peña, Vigil, Basílico
y Dufau se vende en los 38 lotes que catastralmente la componen. La edificación
que aún en su destartalado abandono da fe de un pasado orgulloso, será
demolida. Hay nostálgico pesar en la familia ferroviaria; alivio entre los
vecinos directos del ex policlínico que con el tiempo se fue convirtiendo en
fantasmagórico aguantadero.Y una sonrisa triunfal en el rostro del Dr. Edgardo
Marín, quien lo compró el 26 de noviembre de 2009 por 887 mil pesos en remate judicial
y obtendrá por la venta alrededor de dos millones de dólares.
En su momento, el abogado vinculado al Sindicato de
Camioneros prometió recuperar el lugar para darle nuevamente utilidad desde el
punto de vista sanitario. Pero eso nunca ocurrió. Marín, luego de un paso fugaz
por Tandil pero de alto impacto mediático, se desvaneció del escenario local.
¿TESTAFERRO DE
MOYANO?
Los más arriesgados indican que Marín compró el ex
policlínico como sustituto del dirigente sindical de los camioneros, Hugo
Moyano. Eso nunca se pudo probar pero hay indicios que refuerzan la sospecha de
una conexión en ese sentido, como que recientemente algunos vecinos
atestiguaron haber visto a una persona relacionada con el gremio de los
camioneros retirando elementos del lugar.
La idea, efectivamente, era montar un centro de salud. O al
menos eso decía el profesional. Pero naufragado el proyecto que prometía hasta
retomar el antiguo nombre "Sanatorio San Cristóbal de la Sierra", el abogado
decantó por el negocio inmobiliario que le reportará una ganancia descomunal,
comparando lo que pagó con lo que producirá la venta de la manzana en sus 38
fracciones.
Claro que esa venta, que ya está en marcha y tiene al menos
una veintena de firmes interesados que hasta abonaron señas, tropezó con una
propuesta del candidato a concejal Mauricio D?Alessandro. "Villa Italia, vamos
a proponer la expropiación para recuperarlo para el sistema de Salud, estamos
convencidos que resulta de vital importancia tanto para la barriada como para
una ciudad que demográficamente crece de manera sostenida y la atención médica
resulta insuficiente", lanzó el mediático abogado por Twitter en plena campaña
electoral y el asunto del ex policlínico volvió a instalarse en la agenda.
¿Por qué levantó D?Alessandro un tema que ya es cosa
juzgada? Es difícil saberlo con certeza
pero podría deberse a un combo conformado por al menos tres componentes: 1)
legítimo interés por la salud pública; 2)el asesoramiento de su compañero de
lista Raúl Escudero, quien ya mostró interés en el pasado por el mismo asunto y
3)la necesidad de un tema de campaña de alto impacto.
La respuesta de quienes poseen esas tierras de manera
legítima -de acuerdo al estándar legal vigente- no se hizo esperar. La abogada
Luz Alonso, representante del titular del predio en venta, salió a cruzar a su
colega D?Alessandro por entender que tratar de expropiar tierras privadas sin
más proyecto a la vista que una idea basada en buenas intenciones es
"sencillamente un disparate".
"Ante los trascendidos solo me resta informar que el predio
aludido se encuentra bajo la ejecución de un proyecto urbanístico, en el cual
se han abierto todas las parcelas habiéndose iniciado su comercialización", le
dijo la abogada a El Diario de Tandil.
Y lamentó "que las propuestas políticas de algunos
dirigentes sólo reposen en ideas sobre inmuebles privados, imposibles de
concretarse y carentes de veracidad, lo cual sólo provoca descrédito a su
emisor".
La representante de Marín se quejó por la propuesta de expropiación de
Mauricio D?Alessandro: "Lamento que las propuestas políticas de algunos
dirigentes sólo reposen en ideas sobre inmuebles privados, imposibles de
concretarse y carentes de veracidad"
Resulta entendible el enojo de Alonso con su colega. La
expropiación, si fuera posible, detonaría un negocio inmobiliario que ya está
en marcha. En ese sentido, la letrada reveló que "todos los lotes se venden con
los servicios que justamente esa manzana no tenía; tanto el agua como el gas y
las cloacas de cada una de las parcelas individuales fueron costeados por
Marín".
La representante del propietario aseguró que en su estudio
de la calle Yrigoyen 1093"los lotes se venden por separado,se trata de 38 en
total, todos de diez metros de frente con fondos desde 30, 40, 45 y 65 metros".
Pero nadie compraría un terreno a valor de mercado si tiene
que hacerse cargo de derrumbar la porción de policlínico que quede en su
parcela. Por eso es que, además de la conexión de los servicios, Marín se hará
cargo de la demolición. "Los terrenos se venden limpios", aseguró Alonso,
marcando así una gran paradoja inmobiliaria: El hombre que compró el ex
policlínico para ponerlo nuevamente de pie será el que termine de presionar el
detonador para reducirlo a una masa de escombros.
Mudarse a la manzana del ex policlínico les costará a los
compradores una cifra dentro de lo que llaman valor de mercado, para tierras de
ubicación similar con todos los servicios. Es decir que los terrenos cuestan
entre 50 mil y 60 mil dólares. "Se venden con una financiación hasta cinco años
yla idea es dar respuesta a la demanda de viviendas dentro de una manzana de
fácil acceso y en una zona muy querida para aquellos que vivimos en Tandil. Se
trata de que muchas familias que tienen ahorros o acceso al crédito puedan
construir", asegura Alonso y agrega: "Veinte lotes ya están comprometidos".
Quizá por ese motivo cuando Mauricio D?Alessandro prendió la
mecha del polvorín con su anuncio, la abogada salió a correrlo con la promesa
de una lluvia de cartas documento.
El Municipio también recogió el guante lanzado por el
candidato del massismo. Fue el presidente del Sistema Integrado de Salud,
Gastón Morando, quien desestimó la propuesta. "En estos casos hay que estar
atentos porque a veces se tira un eslogan sin demasiado asidero. Sin ir más
lejos, hay que decir que quien hace un planteo de expropiación debe decir cómo
propone conseguir los fondos, porque una expropiación implica negociar con los
propietarios y el valor de ese inmueble debe ser muy significativo". Morando
vinculó la consigna a la campaña electoral y advirtió: "Es muy importante
plantear las cosas de manera responsable y que eso sea un proyecto; más allá de
que seguramente pretenda quedar bien con algunos vecinos y ese es un inmueble
con una historia muy importante en Tandil, lo cierto es que tiene propietarios
e, insisto, debería decir cómo se obtendrían los recursos para su expropiación,
cuál es el proyecto que tiene en mente y cuál es el contenido que se le va a
dar al Policlínico".
A la polémica se sumó el jefe de Gabinete, Mario Civalleri,
quien calificó la idea de descabellada. "El Polo de Salud está muy
consolidado como para salir a montar otro centro de atención fuera de ese
espacio unificador", opinó el ingeniero.
Y reconoció que el gobierno tuvo interés en una posible
recuperación del policlínico ferroviario pero "fue antes de tener el Hospital
de Niños y los dos nuevos centros de Salud". El candidato a concejal por
el oficialismo argumentó que comprar no es lo que requiere la mayor inversión
de dinero sino lo que hace falta para sostenerlo. "No se trata solo de comprar
la tierra, que está en manos de un privado, sino de reconstruir algo que está
en ruinas y dotarlo de aparatología y de personal, por eso es más utilitario
seguir invirtiendo en el sistema integrado de salud antes que abrir nuevos
espacios de carácter público".
PURO HUMO
Los observadores más escépticos nunca creyeron en el
proyecto de salud anunciado por Marín. Sabedores del precio de la tierra en
esta ciudad, especularon que se trataba de una cortina de humo que velaba las
intenciones de un desarrollo urbanístico o, cuanto menos, un negocio
inmobiliario. Ya en el año 2010se hablaba en algunos círculos sobre esa latiente
posibilidad. Meses antes el predio había pasado en su totalidad a manos de su
actual propietario, quien hasta antes del remate poseía el 50 % y estaba
enfrentado con el grupo de médicos de la ciudad tenedor de la otra mitad.
Fue en ese remate judicial en el que Marcelo Philip hizo -en
representación de Marín- la que a la postre sería la única oferta. A la salida,
Marín encaró decidido a la guardia periodística y les contó su satisfacción.
"Esto es la combinación de siete años de marchas y contramarchas, con un
proyecto que surgió hace más de diez años y que ahora tenemos que concretarlo,
aunque quizá no sean las mejores condiciones del país".
Aprovechó para inflar el pecho y demostrar el compromiso con
la ciudadanía: "No tengo que dar más muestras de nada, sigo invirtiendo en
Tandil y la falta de otras ofertas demuestra que el único interesado era yo;a
la otra parte de este predio nunca le interesó el sanatorio ni la salud".
Dijo que tras la feria judicial empezarían con el
relevamiento del predio. "Ya en marzo vamos a tener algo más claro el panorama
y podríamos incluso estar trabajando ahí adentro".
Para el cierre dejó otra de sus perlitas: "A los vecinosde
la ciudad y sobre todo de Villa Italia quiero darles todo mi reconocimiento
porque me brindaron su afecto y su apoyo a pesar de que yo no soy de Tandil y
de que para ellos era un extraño".
Esas palabras aún repiquetean en los oídos de los que
creyeron en las promesas de Marín y sumaron masa crítica para darle impulso y
cierto apoyo a quien, ahora lo sabemos, era un encantador de serpientes, un
vende-humo recibido con honores de la escuela de Caruso Lombardi.
Los meses pasaron, el proyecto pareció enfriarse y no hubo
novedades de Marín. La desconfianza creció un poco más cuando salió a la luz un
viejo artículo de la Revista Noticias, con relación a los negocios del
empresario cuando era el titular de Oschoca, la obra social de los camioneros.
Al mismo tiempo tenía tres sociedades prestadoras de la misma obra social,
situación que fue puesta en descubierto en aquel artículo periodístico y que
hacía alusión a las irregularidades cometidas por este médico y el dirigente
camionero Hugo Moyano, titular por entonces del gremio.
Lo cierto es que, concretada la operación de compra, lo
único que creció en esa manzana fueron los pastos y la incertidumbre.
Precisamente, la altura de los pastos fue un tema de queja
recurrente en los últimos años. Los vecinos protestaban porque el predio lucía
descuidado, con pastos muy altos en el interior y que se extendían sobre las
veredas. La ausencia del propietario hizo que algunas veces debiera intervenir
el Municipio para desmalezar el predio. Pero nunca fue fácil porque, en
definitiva, se trata de una propiedad privada y el Estado no puede acceder a
ella sin permiso. "Fuimos a cortar porque había muchos reclamos de los vecinos
y tuvimos que esperar autorización del juez para entrar", recuerda el director
de Servicios, Claudio Fuentes. Aún hoy el Municipio se hace cargo de cortar el
pasto pero "sólo en las veredas, adentro está abandonado", agrega el
funcionario. En teoría, Marín debería pagar el costo y las multas, pero al
cierre de esta edición no fue posible confirmar que eso efectivamente haya
ocurrido.
AUGE Y CAÍDA DEL
IMPERIO FERROVIARIO
De ser la columna vertebral del desarrollo de una nación al
"ramal que para, ramal que cierra" de los años 90 corrió agua bajo el
puente de la historia. Para entender qué ocurrió con los policlínicos
ferroviarios en general y el de Tandil en particular hay que leer a Hugo
Mengascini. El profesor de historia, particularmente interesado en la cuestión
ferroviaria y el llamado "barrio de la estación", explica en unos
breves pero detallados párrafos todo lo necesario para entender qué ocurrió.
El proyecto de los Policlínicos Ferroviarios que, en Tandil,
tuvo como gestores a Francisco Saux, José Lebonato y Benjamín Escudero en
representación de La Fraternidad, la Unió Ferroviaria y la Sociedad de Socorros
Mutuos "La Mutual", había comenzado en 1939 cuando los sindicatos ferroviarios
a nivel nacional obtenían la autorización de sus afiliados para descontar por
planilla de sueldos una determinada cuota que voluntariamente aportarían los
socios de los gremios a esta iniciativa.
En 1952, con un significativo respaldo del gobierno
peronista, abrió el Policlínico Ferroviario Central en Buenos Aires con más de
600 camas. Posteriormente fue ampliada su capacidad hasta llegar a ser hospital
escuela, dado que allí los estudiantes de medicina realizaban sus residencias.
De este modo, el Policlínico Central se convertía en un relevante centro de
salud formador de médicos, enfermeros y sede de encuentros internacionales
sobre medicina. Por esos años, la obra social de los ferroviarios llegaba a
225.000 afiliados, mientras que en el país eran inaugurados 78 edificios entre
policlínicos, salas y consultorios externos.
En el ámbito local, en julio de 1945, la Municipalidad donó
durante la gestión del comisionado Dr. Rozzi, la suma de 5.300 pesos para la
adquisición de un terreno constituido por 38 lotes (una manzana con una
extensión de 16.874 metros cuadrados), ubicado en el barrio de Villa Italia
donde se levantaría el sanatorio regional.
Luego de ocho años de intensos esfuerzos y gestiones, el 31
de octubre de 1953, se llevó a cabo el acto de inauguración del Policlínico
regional para ferroviarios con la presencia del gobernador Carlos Aloé. En
tanto que el 16 de noviembre abrió sus puertas a la comunidad con 74
trabajadores de la salud.
El establecimiento asistencial dotado con amplísimas
comodidades y modernos equipos, al servicio del sector obrero ferroviario de la
región, sería uno de los principales centros de salud que en ese momento
funcionaban en el país. Tenía consultorios para todas las especialidades
médicas: odontología, otorrinolaringología, clínica quirúrgica, clínica médica
y metabolismo basal.
También contaba con un laboratorio, sala de guardia,
farmacia y depósitos, amplios ambientes para la dirección y administración,
departamento para médico interno, sala de rayos X construida con paredes de
plomo, depósito para radiografía, diez salas de internación con cuatro camas cada
una y roperos de metal individuales, sala de yesos, sala de cirugía y sala
auxiliar de cirugía, sala de partos, sala de maternidad con seis camas que
podían extenderse a diez, sala de enfermeras, dos salas de infecciosos,
cocinas, antecocinas, ropería y costura.
Asimismo, poseía un moderno sistema de calefacción central y
máquinas sépticas con dos bombas de expulsión y horno de incineración de gran
capacidad.
Los reconocidos profesionales de la medicina que, desde el
inicio, trabajaron en el Policlínico fueron:
- Clínica médica: Daniel Grasso, Hugo Falcone y Debilio
Blanco Villegas.
- Clínica quirúrgica: Pedro Cereseto y Jorge Curuchet.
- Vías respiratorias: Víctor Magrini.
- Odontología: José Martín Azurmendi, Horacio Elsegood y
Carlos Harispe.
- Ginecología: Remo Benaghi.
- Obstétricas: Inés Del Toro y Neris Viscovi.
- Rayos X: Enrique Yacuzzi.
- Oftalmología: Abraham Zaluz.
- Niños: Lisardo Cabana.
El primer director médico del Policlínico fue Mariano
Bordón, en tanto la dirección administrativa estuvo a cargo del dirigente de la
Unión Ferroviaria Mario Pérez. Después del golpe militar de 1955 fueron
reemplazados, hasta 1973, por el Dr. Martínez Goya y Fernández Liera. El Dr.
Jorge Gentile y Oscar Rojo lo hicieron hasta 1976, mientras que González Guerra
y Barilaro fueron los directores hasta mediados de los años noventa.
Además, el Policlínico de Tandil contaba con una asociación
cooperadora integrada por tres representantes de La Fraternidad y tres de la
Unión Ferroviaria que trabajaba ad honorem. En la misma, se destacaría uno de
los principales mutualistas de Tandil del siglo pasado, el presidente de la
Agrupación de Jubilados Ferroviarios, Agustín Sívori, quien desplegó una
importante actividad solidaria y de contención para con los compañeros que
requiriesen internación.
Pero en 1960, en tiempos de Frondizi, el gobierno contrató a
un grupo de consultoras extranjeras dedicadas al tema transporte a los efectos
de elaborar un informe acerca de la situación en la que se encontraban los ferrocarriles.
Y al año siguiente, se daban las pautas para un nuevo sistema de transporte.
Así pues, se puso en marcha el denominado Plan
Larkin que consistía en el desguace y cierre de talleres. Los ramales
considerados antieconómicos fueron paralizados -alrededor de 4.000 kilómetros
de vías- y la dotación del personal, a través de cuantiosas indemnizaciones, se
redujo drásticamente.
Como consecuencia de la brusca caída del personal
ferroviario, se generaría una crisis en el sistema de salud de los sindicatos
ferroviarios.
El desmantelamiento de las redes ferroviarias del país se
profundizó en la década de los noventa. En 1993, la situación financiera de los
policlínicos se agravó cuando el presidente de la obra social de los
ferroviarios entregó en concesión el servicio de salud llevado a cabo por los
policlínicos a la empresa Innovación Médica Sociedad Anónima (IMSA).
La desintegración del sistema de transporte ferroviario, por
lo tanto, produjo en 1999, el cierre del Policlínico Central cuando el número
de afiliados de la obra social de los ferroviarios se vio mermado en alrededor
de 17.000. De la misma manera, fueron desactivados todos los centros de salud
del resto del país.
En Tandil, hacia fines de los años 1990, el Policlínico
Ferroviario tuvo un cierre poco claro, controvertido. Tiempo después, ya
iniciado el mandato del Intendente Miguel Lunghi se llevarían a cabo gestiones
para que el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Felipe Solá, apoyara la
adquisición del ex policlínico con la intención de establecer un hospital de
niños, pero esa propiedad ya había sido vendida a una sociedad anónima (un
grupo de médicos locales y un profesional de la medicina de Capital Federal).
De modo que, a partir del derrumbe y el trágico cierre de
los policlínicos se ponía fin a un período trascendental de la salud pública de
los trabajadores ferroviarios y sus familias, dejando desprotegida la sanidad
de una importante comunidad obrera.
La descripción del profesor Mengascini ayuda a entender lo
que fue el policlínico y también los contextos históricos, políticos y
económicos que determinaron su triste presente con pronóstico de demolición.
A pesar de las buenas intenciones, la nostalgia
y las especulaciones, los hechos indican que esa manzana -tal y como la
conocemos- tiene el destino marcado; y lo que resiste del edificio, las horas
contadas. Serán treinta y ocho casas sobre lo que para los ferroviarios es
tierra sagrada. Para los compradores la ilusión de construir un hogar. Para la
topadora del progreso, un negocio inmobiliario de dos millones de dólares.
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