PERSONAJE DE LA SEMANA

Padre querido

13/09/2017

El día de su cumpleaños, el Padre Raúl Troncoso fue distinguido por el Municipio con la "llave de la ciudad". Honor que ha sido entregado a muy poquísimos vecinos. A continuación trataremos de explicar quién es y porque ha sido galardonado con este reconocimiento. Un #Personaje infaltable de nuestro Tandil contemporáneo.

por
Mauro Carlucho

Raúl Troncoso nació en Rafaela, Santa Fé. Ha contado en distintas oportunidades que creció en el seno de una familia totalmente ajena a lo religioso. Su abuelo fue uno de los fundadores del movimiento anarquista en Rosario y su madre se llamaba Anarquía. Un gran nombre, hay que decirlo.

Su familia era muy humilde y Raúl recuerda que vivían en una casa muy parecida a un galpón. El padre laburaba como albañil y hacía lo imposible para que no les falte nada.

Imagínense la reacción de la familia, cuando el niño les dijo que quería tomar la comunión. Esto no fue nada, comparado con lo que pasó pocos años después, cuando reunió a todos en la cocina y les dijo que quería ser cura.

Raúl era un joven muy comprometido. Le dolía ver las injusticias y le quedó guardada una frase que escuchó en catequesis: "Los curas pueden ayudar a los demás". Eso era lo que él quería. Tenía mucho amor para dar y vio en la Iglesia Católica un camino de ayuda desinteresada hacia el prójimo. Es decir hacia Dios, según su concepción de la religión.

Lo movilizaban las causas sociales y desde muy chico vio en el peronismo, un partido cercano a sus intereses.

"Desde joven que voy a trabajar a los barrios. Mientras estudiaba teología en las décadas del 50 o el 60 empecé a ir con el Padre Catena y no paré más. Luego me ordené de cura con un objetivo claro. Yo quería ayudar a la gente. Quería identificarme con ellos, con sus problemas. Con el tiempo me di cuenta que la fe es un compromiso religioso pero no por ser religioso es ajeno a la necesidad de cualquier persona. Es una cosa totalmente distinta. En tu vida vas transmitiendo la fe dependiendo del crecimiento o de la interpretación que tengas", sostuvo en una entrevista para el portal El Oficio.

Estaba claro para donde iba su vida. "Empecé yendo a un barrio llamado "El Triángulo", que se extendía entre la vía y el río. Era eminentemente marginal y pobre. Allí celebré mi primera misa. Todos los sábados y domingos salíamos a recorrer el lugar e íbamos a almorzar a una casa distinta. Estábamos en contacto con la gente. La idea era juntarlos para tener un proyecto común. La gente estaba muy dispersa. Ese contacto me volvió muy creativo. Con ellos tomábamos las decisiones para los barrios en general, se discutía y finalmente se hacían las cosas", agregó.

Vale remarcar que este espíritu lo mantiene hasta el presente. En todo su tiempo pastoral que estuvo en Tandil, lo hemos podido ver en los barrios y gestionando recursos para los más necesitados. No importa si son chicos, abuelos o desprotegidos. ?El Padre Raúl tiene clara su misión.

Luego siguió sus pasos en Tostado, una localidad al norte de Santa Fé. Casi al límite con el Chaco. Otra vez en una zona difícil. Marginal. Con mucha pobreza.

Por esos años entabló amistad con Jorge Bergoglio, hoy conocido como el Papa Francisco. A ambos los unía una misma concepción de la religión, el peronismo y sobre todo San Lorenzo.

Desde muy joven levantó su voz en contra de los atropellos del Estado y los militares. No extrañó a nadie cuando se sumó al incipiente movimiento de los Sacerdotes para el Tercer Mundo del Padre Múgica.

Todos estos detalles lo condenaron a una prisión injusta durante la última dictadura militar. Troncoso habla de que molestaba su trabajo junto a los pobres. "5 años estuve detenido por los militares. Me pegaban todos los días. Fue una tortura", dijo sobre su estadía en la tristemente célebre Unidad 9 de La Plata. Allí compartió cárcel  con el kirchnerista Carlos Zannini, Adolfo Pérez Esquivel y Jorge Taiana, entre otros.

En el 2000, durante los "Juicios por la Verdad" -en los que Troncoso dio un testimonio clave-, una de las Madres de Plaza de Mayo, Sara Dorotier, contó un traslado que compartió junto al cura: "A nosotros nos pegaron muchísimo, pero siempre me pregunto cómo el cura pudo aguantar lo que aguantó? estaban ensañados con él". Troncoso salió en 1982, durante la visita del Papa Juan Pablo II y gracias a la presión de la Nunciatura y de varios obispos.

En el año 1988 lo trasladaron a Tandil para seguir con su misión pastoral. "Me tomó inesperado. Nos encontramos con una realidad totalmente distinta porque quien estaba a cargo tenía otra manera de pensar. Empezamos a pensar en un proyecto nuevo para la parroquia. Queríamos transformar una parroquia cerrada en una abierta, integrada a la vida de la comunidad. Fue un trabajo progresivo. Fuimos viendo que instituciones había. Eran pocas y muy cerradas. Nos dimos cuenta que para llegar a ellas había que trabajarlo desde afuera para adentro. Empezando por los lugares de culto, como las capillas, pero también pensamos humanamente qué otras cosas hacían falta en el seno de la comunidad. Por eso pensamos en proyectos que sirvan a las poblaciones más vulnerables: los ancianos y los niños", le contó a la comunicadora Virgina Arex en una entrevista, años atrás.

 Así nacieron dos de sus proyectos con más impacto en la tandilidad: "Pajaritos de la calle" y "Las casas de la esperanza".

En nuestra ciudad quedará su huella marcada. Desde la iglesia Central, en los barrios o donde haga falta, estará su mano apoyando el esfuerzo de  hombres y mujeres de a pie.

En ese contacto de primera mano radica su llegada al prójimo. Es un Padre cercano, comprometido, que no dudó en ponerse del lado de los docentes, a solo unos días de recibir al presidente Mauricio Macri. Fue en medio de una misa, puso una pausa y dijo: "Yo he sido docente durante muchísimos años, en ámbitos rurales. Sé lo que significa esta tarea y esta pasión, por eso quisiera acompañar a los maestros en este momento", expresó, ante el estupor de los presentes.

Días después recibió a Macri junto a su hija Antonia y hablaron de estos temas. Nunca dudó en hablarle de frente a cada gobernante o funcionario.

Con el intendente Miguel Lunghi ha tenido varios idas y vuelta, pero su trabajo siempre ha sido reconocido. En el año 2011 fue distinguido como Ciudadano Ilustre y ahora le otorgarán la Llave de la Ciudad.

Estos reconocimientos agrandan su leyenda, pero quedan empequeñecidos cuando vemos su trabajo por el bien común.

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