PERSONAJE DE LA SEMANA

Una filosofía de vida

06/09/2017

Daniel "Samuel" Monje es un vecino de nuestra ciudad que ocupa sus horas en un taller de calle Duffau, casi Del Valle. Allí, con un solo brazo, arregla neumáticos, llantas y realiza tareas a la par del resto. En su tiempo libre es artesano y toma clases de canto y baile. "Uno puede elegir ser una víctima del destino o una creación de la vida, yo elegí ser y crear", sostuvo nuestro #Personaje de la Semana.

por
Mauro Carlucho

Hace unas semanas atrás, pasó un señor por nuestra redacción y nos sugirió a "Samuel" como un digno personaje de esta sección. Nos habló de "un hombre con un solo brazo, que realiza trabajos de fuerza y una linda historia para contar".

A los pocos días lo fuimos a ver y constatamos que estábamos ante un verdadero #Personaje, según la filosofía de ElDiarioDeTandil. Hablamos de un tipo muy cálido y amable, que cuenta con una historia de superación que vale la pena conocer.

Luego de visitarlo dos días en su lugar de trabajo y compartir anécdotas, es injusto empezar hablando del tren que le desprendió el brazo en un accidente laboral. Su fuerza de voluntad lo acompaña desde antes, aunque a partir de esa fecha - en el año 1996 - es el motor de su vida.

"Después del accidente estuve tres días llorando. Tres.  Fue el tiempo que me tomé para cambiar la pregunta que me hacía a cada rato. Dejé de preguntarme ¿Por qué a mí? Y me empecé a preguntar ¿Por qué NO a mí?. A partir de ahí, dejé el ego de lado y me consideré uno más en este maravilloso mundo. ¿Por qué pasan tantas desgracias o accidentes en el mundo y no me puede tocar a mí? Esto le puede pasar a cualquiera y yo estaba en la misma bolsa que los demás", dijo con total normalidad, como si estuviera hablando con un cliente por una pinchadura de neumáticos.

En su relato no hay dramas ni epopeyas, está la palabra de un tipo que le encontró el "agujero al mate", como decimos en el barrio, ante una situación desagradable e imprevista.

"La batalla más importante es contra nosotros mismos, contra nuestro ego. Al principio se hace difícil, maldecís, te lamentas, pero llega un momento que tenés que analizar y razonar lo que pasó. No es el fin de mundo. Hay que asumir nuestra realidad y a partir de allí intentar transformarla", agregó.

Me llama la atención su simpleza para hablar, como procesó el accidente y sobre todo el resultado de este.

"Lo que me pasó a mi es parte de la vida. Cuando te toca, uno puede elegir ser una víctima del destino o una creación de la vida. Son dos caminos alternativos. Yo elegí ser y crear. Ser digno y crear viendo otra manera de hacer y resolver. Con esto no digo que sea fácil, a algunos les lleva más tiempo o quizás no pueden salir nunca. Yo traté de resolverlo lo más rápido posible. Asumí lo que venía. Esa es la cuestión", reflexionó.

Tenía 33 años en aquel momento, salió del hospital y enseguida se puso a ver que podía hacer. "Tuve que re aprender muchas cosas. Yo era derecho para todo, para escribir, jugaba al padel, me encanta cocinar. Tuve que empezar de cero en todo. Empecé a hacer dibujos, cuadrados, después números, letras, así acostumbré a mi mano izquierda y hoy tengo la misma caligrafía y hasta la misma firma que antes. De mi lado me pude sobreponer rápidamente, pero también es difícil lograr que el resto te acepte. Ese es un gran problema. Hay mucho desconocimiento, la sociedad en vez de ayudarte te pone piedras en el camino", se lamentó.

De pibe había tenido unos cuantos laburos y había probado suerte en varios oficios, pero ahora quería algo distinto. Tenía una camioneta F100 y decidió "aggiornarla" para trabajar como fletero. Usted pensará que es un imposible para alguien que le falta un brazo, pero lejos de esa creencia, "Samuel" no solo que inventó una solución para poder manejar la camioneta, sino que además se dedicó más de 11 años a ese trabajo.

"Era imposible comprarme una camioneta con caja automática o ponerle una a la F100, así que empecé a trabajar en un proyecto para poder pasar los cambios con lo que me quedaba de brazo derecho. Por suerte apareció mi gran amigo Javier Urquizú y me ayudo a desarrollarlo y llevarlo adelante. Tardamos tres meses, pero lo hicimos. Cuando fui a renovar el carnet con la camioneta me lo rechazaron porque no tenía caja automática. A esto me refiero cuando te hablo de las piedras en el camino", contó ante ElDiarioDeTandil.

Cuando hacía mudanzas importantes enseguida preguntaba si había alguno para ayudarlo o llevaba a un amigo que le hacía la segunda. No tiene empacho en pedir ayuda o en decir "esto no lo puedo hacer".

"Uno tiene que amarse por dentro y por fuera. Si por dentro tenemos rencor o estamos enojados con la vida, las cosas no nos pueden salir bien. Es como un espejo. Estar tranquilo con uno mismo, va más allá de la aceptación, te ayuda a estar mejor con vos mismo y luego en la relación con los demás. Quizás haya muchos caminos para aprender a transitar la vida, pero yo elegí este. El de aceptarme y tratar de ayudar a los demás, ¿Por qué no?. Hace un tiempo hubo un accidente muy grave, en donde una mujer perdió un brazo y un pie, a los tres días no dudé en ir a visitarla para contarle mi historia, una ayuda desinteresada e incondicional en lo que se pueda. Desde el ánimo hasta el desarrollo de las tareas", nos contó en detalle.

Estuvo 11 años haciendo fletes y comisiones, pro desde hace 4 que trabaja en el Taller Mar-Dan colaborando en el área de neumáticos y llantas.

En el transcurso de la nota no paraban de llegar vehículos por pinchaduras o problemas en los rodados. Se desempeña como pez en el agua, utiliza todo su cuerpo para trabajar. Se vale de la única mano, pero la acompaña con la cabeza, los pies o lo que haga falta. Su amigo Hugo Ricardo le dio una gran mano en este proyecto. Aunque él también puso mucho de sí.

"No sirvo para quedarme esperando o renegando, me gusta estar socialmente conectado, hago artesanías o invento cosas que me ayuden a vivir mejor, siempre fui una persona muy ocurrente y me gusta aprovechar el tiempo libre. Cuando no tengo trabajo en el taller me pongo  a hacer otra cosa. En los ratos libres mi cable a tierra es la música. Me gusta bailar tango y cantar melódico, voy a un profesor y es algo que me llena el alma", explicó sobre sus pasatiempos.

Cuando puede se va a los concursos de tango y hasta ha cantado en vivo en alguna presentación. Daniel Monje tiene varias facetas, pero todas están relacionadas o tienen una explicación en su conjunto.

"El único límite es la mente. Si nos abrimos mentalmente todo es posible. Si decís no puedo, ya le cerraste la puerta y es difícil que lo logres. Yo aprendí a buscarle la vuelta, no hay tantos imposibles, solo hay que pensarlo un poco más. Sabes lo que me costaba pelar las verduras al principio o prender el horno cuando tenés que darle fuego y mantener presionada la llave. Para todo el mundo son cuestiones diarias e insignificantes, pero yo tuve que re aprenderlas", nos finalizó.

A simple vista parece un hombre parco, pero a medida que avanzó la charla descubrimos un ser totalmente opuesto, gentil y muy agradable en el dialogo.

Aquella extrañeza que nos impregnó al verlo los primeros minutos trabajando, al cabo de dos encuentros se hizo totalmente normal. A "Samuel" le falta un brazo, pero le sobran condiciones y cualidades para vivir una vida plena y en armonía.

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