PERSONAJE DE LA SEMANA
23/08/2017
La vida de Jorge Antonio Cacciato es un constante ida y vuelta. Una infancia difícil, luego el desarraigo, las adicciones y, por último, un nuevo resurgir en clave de personaje carismático. Todo eso encierra este hombre de 63 años que dice "amar la vida y la paz, por sobre todas las cosas".
por
Mauro Carlucho
Ya no es más Charly, el borracho. Esa etapa de su vida quedó
allá atrás. Ahora es Charly, a secas. O en todo caso, Jorge Antonio Cacciato.
Aquel mecánico chapista que supo ganarse fama en las décadas del 80 y 90.
La imagen recurrente, de verlo deambular por el centro con
una botella en la mano, es muy fuerte y seguramente quedará marcada en la
memoria popular. Pero este hombre supo reinventarse mil veces y no escapa de su
pasado. Lo hecho, hecho está.
Nació en el año 1954 en una casa de la avenida Santamarina,
entre Pinto y San Martín. Tuvo una infancia difícil a causa de una familia
disfuncional. Nunca tuvo una buena relación con su madre y fue así que decidió
irse por las suyas a Mar del Plata, donde vivían unos tíos.
De aquella primera etapa en Tandil, solo tiene recuerdos de
la Escuela 2 y de un taller vecino en donde aprendió el oficio de chapista. Su
padre era amante de los autos de carrera y lo contagió con esta pasión tuerca.
"No había terminado
la primaria, pero iba cada vez que podía al taller. No me gustaba estudiar,
aunque me daba el bocho. Me gustaban mucho los autos y soñaba con correr una
carrera algún día", recuerda ante ElDiarioDeTandil.
De pibe también se le dio por el atletismo y el ciclismo,
deporte que practicó por muchos años en carreras de toda la provincia. "Tuve el honor de conocer a Juan Curuchet y
Walter Pérez, Campeones Olímpicos. Ellos recién comenzaban cuando yo me bajé de
la bicicleta", agregó.
En Mar del Plata hizo muchas changas, trabajó en talleres y
la pasó muy bien, pero nuestra tierra tira y decidió pegar la vuelta. Habla de
una accidente de su hermana y que vino a acompañarla, pero luego dijo que "en verdad, yo amo esta ciudad. Uno siempre
quiere volver".
De nuevo en el pago
formó una familia, fue padre y se metió de lleno en el trabajo de chapista. Con
mucho esfuerzo levantó una casa desde los cimientos y ese es uno de sus mayores
orgullos: "Mi ex mujer y yo, a pala y
balde. Menos el techo, hicimos todo. Y bien bonita que quedó. Ahora está
viviendo mi hija, pero mi idea es pasar mis últimos días allí".
Cuando habla de su hija y de su nieta se le ilumina el
rostro, es muy extrovertido y no le cuesta soltarse, pero cuando las menciona a
ellas cambia el tono. Creo que un poco se emociona. Fue por ellas que dejó el
alcohol, fue la energía para salir del barro.
Estuvo a punto de cumplir su sueño y el de su viejo, de
tanto andar con los autos se empezó a armar el suyo. Quería correr en el
Promocional y casi lo cumple. Lo sorprendió la muerte de su padre y el sueño
quedó inconcluso.
Así y todo se dio el gusto de trabajar para recordados
pilotos locales como el "Tingo" Fernández, Julio del Giorgio y con Fabián
"zorrito" Acuña, en sus comienzos.
"No me quiero
agrandar, pero era bueno en el oficio. En aquella época tenía el taller en calle
14 de Julio, entre Mitre y Sarmiento", sostuvo. Tiene una gran memoria y
nombra uno a uno los corredores zonales de aquella época. Como fueron pasando de mano cada auto y hasta
los trabajos que fue realizando.
Su vida estaba encaminada. Tenía trabajo, familia y
estabilidad. Pero a veces con eso no alcanza. Así fue que cayó en el vicio del
alcohol. Es difícil distinguir si primero llegaron los problemas de pareja, de
trabajo o si el vicio fue el detonante. Charly habla de la muerte de su hermano
como la principal causa de su enfermedad.
"Toda la vida fui un
tipo muy activo. Hacía deportes, laburaba mucho, me gusta la música. Pero la
muerte de mi hermano me movió el piso. A partir de allí empecé a caer en picada
y parecía que no iba a salir más. Fueron
más de 5 años en que dejé todo lo que hacía por el alcohol. Cuando llegaba la
tarde me transformaba y me salía el rock de adentro. Siempre terminaba en pedo
a la madrugada con la ropa rota, sin zapatos. Me daba cada porrazo que volvía
todo lastimado. Y mirá que me trataron los médicos, los psicólogos, de todo. No
había caso. Pero bueno, de a poco me fue cayendo la ficha. A la tarde me
cruzaba a la Iglesia del Centro para hablar con Dios. Iba cuando no había casi
nadie. Se me caían las lágrimas, sentía vergüenza de adonde había llegado. Creo
que ahí comencé a recuperarme, no soy muy católico, pero Dios me ayudó en esto",
se confiesa con la voz temblorosa.
Estamos reunidos en
el café La Vereda. Es su oficina, su pasada obligada en la mañana. Acá lo
conocen todos. La moza le hace un chiste y lo carga porque los perros pasan a
saludarlo. En el transcurso de una hora que duró la entrevista, pasaron al
menos 5 perros por la calle y entraron hasta el hall del café para recibir una
caricia de Charly. Muchos de ellos fueron los que lo acompañaron en esas
madrugadas de excesos y bochorno.
"Yo no soy un ejemplo
de nada, pero si tengo que darle un mensaje a los jóvenes es que vivan la vida,
hay tanto para hacer, para vivir. Amo a la juventud, pero me enojo cuando los
veo todo el día encerrados, andan como aburridos con la vida. Por más que te
equivoques, es mejor hacer que quedarse con las manos cruzadas. La vida es una
sola!", exclamó y se pudo a reír.
Hay varios actores sociales que lo ayudaron en este proceso
de recuperación. El CPA con la terapia, la municipalidad le dio cobijo en un
geriátrico y también se siente muy agradecido con el padre Troncoso. Sus
visitas a la Iglesia del Centro los pusieron en contacto y fue importante
tenerlo cerca.
"Lo importante es ser
una buena persona, en las buenas y en las malas. Nunca fui de hacer cagadas con
los demás. Yo solo me hice daño. Antes de venir al geriátrico estuve un año sin
luz ni gas en casa. Me alumbraba a velas. Y mirá que los amigos me querían
ayudar, pero no los dejaba. Yo estaba encerrado en la mía", menciona.
El sobrenombre apareció en esta época por su parecido a
Charly García: "Me veían medio loco y me
decían Charly. Pero mi gran ídolo es John Lennon. Por eso llevo el signo de la
paz. Tenemos que aprender mucho de Lennon. Él hablaba de la paz, de un mundo
sin guerra. Esas son mis utopías".
Hoy pasa sus días contenido en el hogar de ancianos de calle
4 de Abril. Sale todas las mañanas a caminar, se toma su café y pasa por la
quiniela a jugarse un numerito. Se siente un personaje reconocido en el pueblo,
la gente pasa por la calle 9 de Julio y lo saluda con una sonrisa. Charly les
devuelve el contacto y siempre tiene un comentario para agregar.
Se ríe mucho, casi todo el tiempo. También se fuma un
cigarro de vez en cuando. Sigue conservando el aspecto de rockero, pero ahora
más arreglado. Jean y remera negra, un colgante de metal y zapatos al tono.
"Ahora estoy con un
proyecto para los geriátricos de Tandil. A mi me ayudaron mucho, pero creo que
podemos seguir mejorándolos. Conocí a mucha gente que vive recluida, medio
encerrada y se me ocurrieron muchas ideas. Ya lo he hablado con los concejales
y con gente del gobierno. No busco un rédito económico, el objetivo es que
estas personas vivan mejor, que puedan reintegrarse a la sociedad y no queden
encerradas en cuatro paredes", contó sobre su presente.
"Vivimos en la mejor
ciudad del mundo, pero se pueden seguir haciendo cosas para estar mejor. Pensá
que hace 20 años no existíamos y ahora todo el mundo habla de nosotros. Nos
mencionan en los diarios, en la tele, creció el turismo, el deporte. Este
gobierno transformó la ciudad y creo que en el futuro seguirá igual con
Marquitos Nicolini, un pibe que hace las cosas muy bien y está bien preparado.
Ya lo había dicho Martín Rodríguez en la fundación, teníamos un destino de
grandeza", aclamó inflando el pecho.
Quizás el secreto de este pueblo está en su gente. En los
Charlys que se levantan ante las adversidades, en los que quieren y se sienten
identificados con su gente, con su naturaleza.
"Muchas gracias por
hacerme este reportaje y por destacarme como uno de los personajes de la
ciudad. También le quiero agradecer a la gente y pedirle disculpas si los
molesté en algún momento. No soy una mala persona, esta es mi historia". FIN.
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